La muerte de un hombre de 36 años tras comer un hongo silvestre venenoso, conocido como el Amanita phalloides u “hongo de la muerte”, abre preguntas acerca de cómo es y si se puede diferenciar del resto para no sufrir una “insuficiencia hepática fulminante” como le ocurrió a Iván Tarasconi.
A simple vista, el hongo es muy parecido a un champiñón y, según el Coordinador de Dirección Médica del Sanatorio Allende, donde el paciente estaba en internado, “es fatal en el 95 por ciento de los casos”.
En nombre técnico del hongo es Amanita Phalloides, crece en bosques de pinos y roble y es común hallarlo en varios sectores de las sierras de Córdoba. Es muy difícil distinguirlo del resto y su ingesta afecta el hígado y los riñones, aunque su síndrome faloidiano de acción lenta dificulta identificar rápidamente el origen de la intoxicación.
Características para detectarlo y qué efectos produce
El sombrero del hongo es de un color amarillento verdoso, debajo tiene un anillo y la carne es blanca, aunque puede verse también verdosa tras la cutícula. Además, tiene un olor desagradable cuando envejece.
La primera etapa del veneno del Amanita Phalloides no tiene síntomas y puede durar 12 o 24 horas en manifestarse. Según el jefe de Toxicología del Hospital de Urgencias de Córdoba, Daniel Gómez, "la segunda consiste en una gran gastroenteritis o gastroenterocolitis, en las que se pierden importantes cantidades de líquido" además de producirse "un pequeño fallo renal y suele durar de 12 a 24 horas”.
“La tercera fase, en la que el hígado todavía no está tocado, no tiene síntomas y puede durar 24 o 48 horas. Por último, está la agresión visceral, en la que se afecta la parte hepática con toda la insuficiencia marcada que puede llegar al trasplante, porque hay trastornos hemorrágicos y no hay enzimas”, añadió para explicar cómo actúa el veneno del hongo.
Pese a las graves consecuencias de su ingesta, hay una forma de evitar su letalidad. Gómez detalló que primero se suministra líquido al paciente para evitar un cuadro de deshidratación. Luego, se hace un lavado intestinal con una sonda nasogástrica con purgante y, por último, se aplican antídotos como la penicilina G y el ácido tióctico, un protector hepático.