Súbitamente, contra un fondo sobrecogedor de glaciares y soledad, el amanecer transmutará en crepúsculo azul metalizado: una sombra inmensa se irá acercando al Sol naciente, lo cubrirá en su totalidad durante un minuto y luego irá dejándolo al descubierto. Ocurrirá mañana a las 04:33 de la madrugada, cuando la danza de las esferas celestes nos regalen una nueva función de ese espectacular show cósmico que son los eclipses. Lamentablemente, pocos podrán admirarlo en su plenitud, ya que la “totalidad” solo será visible desde una estrecha franja que atraviesa las latitudes más australes de la Antártida.
“El evento será muy bajo, a unos 8 grados sobre el horizonte [equivalente a poner el puño con el brazo estirado sobre el horizonte], o sea que se necesitará un panorama libre de montañas y elevaciones para observarlo. El máximo dura un minuto y medio; todo el eclipse, alrededor de una hora cuarenta –comenta la astrónoma Cristina Mandrini, que en julio de este año fue designada presidenta del Comité Directivo de la División Sol y Heliosfera de la Unión Astronómica Internacional–. Es un lugar donde el cielo es más límpido, pero al que es muy difícil acceder”. Entre los privilegiados que podrán disfrutar del espectáculo estará la dotación de una base antártica argentina: la Orcadas, en la isla Laurie. La Base Belgrano II, la más austral de la Argentina, ubicada sobre el nunatak [afloramiento rocoso de un glaciar] Bertrab, aproximadamente a unos 1300 km del Polo Sur, estará cerca de la franja de totalidad, pero a unos 100 km y probablemente deshabitada en estos días.
“Desde Ushuaia, inclusive, hacia el Sur se verá en forma parcial –detalla el astrofísico del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, Alejandro Gangui–. La Base Belgrano II ‘le pega en el palo’, está a unos kilómetros”.
Los observadores ubicados en algunas zonas de Santa Elena, Namibia, Lesoto, Sudáfrica, Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, islas Crozet, islas Malvinas, Chile, Nueva Zelanda y Australia podrán verlo en forma parcial. En muchos de esos lugares ocurrirá antes, durante y después del amanecer o el atardecer.
Aunque ya no tienen secretos para los astrónomos, los eclipses no dejan de ejercer fascinación tanto entre los científicos como entre los legos. Los solares ocurren cuando la Luna se sitúa entre el Sol y la Tierra. La sombra que esta proyecta sobre el planeta bloquea total o parcialmente la luz de nuestra estrella doméstica en algunas zonas. Para que se produzca un eclipse solar total, el Sol, la Luna y la Tierra tienen que estar alineados. Los habitantes en la zona ubicada en el centro de la sombra de la Luna verán la totalidad, durante la cual el cielo se vuelve oscuro. Si las condiciones meteorológicas lo permiten, las personas situadas en el recorrido de un eclipse solar total pueden ver la corona del Sol (su atmósfera exterior), que de otro modo suele estar oscurecida por el brillo del astro. Cuando el Sol, la Luna y la Tierra no están exactamente alineados (eclipses parciales) el primero parecerá tener una sombra oscura solo en una parte de su superficie.
“Hubo eclipses solares totales en territorio argentino en tres años consecutivos: 2019, 2020 y 2021 –cuenta el físico del Instituto Balseiro Guillermo Abramson–. Tuve la suerte de poder ir a observar el del 19 y el del 20. Presenté un proyecto en distintos organismos para viajar a observar este, pero por los protocolos que impuso la pandemia, no pude”.
Para Abramson, aunque hoy se predicen con precisión de segundos, estos fenómenos todavía tienen valor científico. “Durante el eclipse total del año pasado ocurrió un fenómeno que nunca se había visto en esas circunstancias, una explosión en la atmósfera del Sol que se llama ‘eyección de masa coronal’. Como el eclipse oculta la parte brillante del astro, permite ver la atmósfera. Así, la explosión se pudo ver, la registré en mis fotografías y publiqué un paper sobre el tema, porque es algo realmente raro de observar”.
Las eyecciones ocurren con relativa frecuencia, pero solo cuando la luna se interpone y tapa toda la superficie del Sol se puede observar la parte de la atmósfera más próxima a la superficie. Según cuenta Mandrini, aunque desde más o menos 1930 los físicos solares disponen de un instrumento que genera “eclipses artificiales” (el "coronógrafo", con un "ocultador" que tapa el disco solar pero deja ver la corona), este cubre desde el disco hasta una altura de 350.000 km. No se ve la parte de abajo, pegada al Sol. “La luna es el mejor ocultador natural, que por su tamaño y distancia cubre exactamente el disco solar, de modo que uno tiene la ventaja de ver lo más abajo posible en la corona –explica la científica–. En el caso del eclipse total, se puede observar hasta la base de la cromósfera (capa delgada de la atmósfera de nuestra estrella por encima de la fotosfera y por debajo de la corona). Cualquier perturbación se observa desde sus orígenes; por ejemplo, si se expulsa material del sol (como en la eyección de masa solar, que es algo espectacular). Cuando se tiene la suerte de que ocurra durante un eclipse solar, se puede medir la velocidad de ese plasma eyectado desde sus reales orígenes. También se pueden medir otras cosas. Dónde termina el disco y dónde empieza la corona, el radio y el diámetro del Sol… Es importante porque la irradiancia, la energía que recibe la parte superior de nuestra atmósfera está relacionada con ese radio del Sol. Cuando al telescopio se le adosa un espectrómetro, se puede medir temperatura, densidad, fluctuaciones".
Si las condiciones meteorológicas lo permiten, la NASA transmitirá el evento astronómico desde el glaciar Unión, en la Antártida, a través de YouTube y en nasa.gov/live desde las 3.30 am de la Argentina. La totalidad en ese punto comenzará a las 4.44 am y la transmisión termina a las 5.37am. Exclusivo para insomnes o madrugadores.