Topolín, el primer chupetín con sorpresa de Argentina: fue creado por italianos que perdieron todo en la guerra y aún conserva el sabor de hace 60 años

Alrededor de 1958, sus fundadores empezaron a hacer ensayos y pruebas en la cocina de su mamá mezclando azúcar y haciendo caramelo. De este experimento casero surgió una golosina que fue furor y que se supo mantener a lo largo del tiempo, hasta la actualidad.

06 de noviembre, 2024 | 00.05

José y Ernesto Fantín huyeron de la pobreza de la posguerra de su Italia natal hacia Argentina. De hecho, los hermanos y su familia llegaron a Buenos Aires en la década del 50 sin un peso en el bolsillo. Primero, se dedicaron a vender artículos de café, té y galletitas, hasta que vieron el potencial del negocio de las golosinas. Consecuentemente, comenzaron a hacer ensayos con azúcar y caramelo en la cocina de su madre, hasta que lograron dar con un chupetín frutado: El Topolín, la primera golosina popular con sorpresa.

En rigor, en ese entonces, también existía el chocolatín Jack como producto con regalo extra, cuyo creador fue Carlos Fort, hijo del fundador Felipe (el padre también del mediático Ricardo). Aunque Topolín tenía ciertas particularidades: el chupetín circular y transparente tenía un sabor muy peculiar, venía adentro de un celofán con la figura de un Topo y dentro de la bolsa había un juguete. Además, la creación de los Fantín era mucho más económica.

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"Alrededor de 1958, empezaron a hacer ensayos y pruebas en la cocina de mi abuela mezclando azúcar y haciendo caramelo. Una vez que consiguieron el producto deseado fundaron Productos Fantín SAIC. Su primera elaboración, y la estrella del emprendimiento, fue el chupetín con sorpresa Topolín", explica Patricia Fantín, quien hoy mantiene el legado familiar a través de Promomel e hija de José.

Un ratón italiano inspirado en Disney

"En principio, le querían poner Topolino (ratón en italiano) y los encargados de registrar las marcas no se lo permitieron, entonces quedó Topolín, luego surgió la idea de la sorpresa, mientras se lanzó el producto", le contó Fantín a El Destape.

Y ante la pregunta de si sus familiares se inspiraron en el Fiat 500 italiano de entonces, llamado Topolino, negó que hubiera alguna relación. "Estimo que la idea del nombre surgió por el ratón Mickey que estaba muy de moda por esos años", agregó Patricia. La figura del roedor se fue modificando con el paso del tiempo, al principio era muy estático y luego se imprimió otro estilo que daba la imagen de movimiento.

Nacimiento, furor, crisis y resurreción

Al principio, la golosina venía en una bolsa transparente. Luego la cambiaron en otra de papel madera, asimismo, los colores tanto del ratón, como los que acompañaban su figura se fueron modificando. "Hemos estado adaptando la imagen a los cambios de la sociedad", considera Patricia. Hoy la golosina en los kioscos aparece con una bolsa plástica y dos opciones: una para niñas y otra para niños.

Las primeras versiones de la golosina la lanzaron -apróximadamente- hacia 1962. Sin embargo, el furor se produjo tanto durante la década del 70, como la del 80. En los años 90, en tanto, con la indiscriminada apertura de las importaciones que generó el ingreso de cientos de golosinas que nunca habían pasado por los kioscos argentinos (ya conocidos como drugstore en ese entonces) provocó que Topolín casi desapareciera.

No obstante, la empresa pudo sostenerse. "Somos una de las pocas empresas nacionales que no fueron absorbidas por una multinacional como les pasó a muchas otras en el país", dice Fantín.  Luego reflotaron con más fuerza en el siglo XXI y en la actualidad, la golosina se distribuye en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la Provincia de Buenos Aires y en varias provincias argentinas.

La relación entre Willy Wonka y Topolín

En la película Willy Wonka y la fábrica de chocolates, el dueño de la empresa de golosinas tuvo la idea de colocar cinco boletos dorados en sus barras. Los niños a los que el azar les jugara a favor, tendrían la posibilidad de conocer la famosa fábrica y uno de ellos será el heredero de la misma.

" ¡Cordiales saludos para ti, el afortunado descubridor de este Billete Dorado, de parte del señor Willy Wonka! ¡Estrecho efusivamente tu mano! ¡Te esperan cosas espléndidas! ¡Sorpresas maravillosas!".

Y continuaba: "Yo, Willy Wonka, te conduciré en persona por mi fábrica, enseñándote todo lo que haya que ver, y luego, cuando llegue la hora de partir, serás escoltado hasta tu casa por una procesión de grandes camiones. Puedo prometerte que estos camiones estarán cargados de deliciosos comestibles que os durarán a ti y a tu familia muchos años".

En torno a Topolín, en tanto, no había un mensaje similar ni nada que se parezca, aunque circulaba una leyenda urbana que indicaba que cada miles de paquetes la sorpresa eran unos bigotes postizos. Al ser consultada al respecto por este medio, Patricia Fantín confirmó que efectivamente se trataba de un rumor que fue creciendo en simultáneo con el misterio, pero nunca existió ese regalo.

Un sabor único y el aroma imborrable de los recuerdos

Otras de las particularidades destacadas de Topolín es el sabor original del chupetín. De hecho, es difícil de discernirlo y solo queda enumerar lo que se percibe al probarlo: una combinación entre sandía, frutilla, naranja y un dejo de amargor, aparecen como algunos matices.

En ese sentido, Patricia Fantin contó: "Las esencias se las compramos siempre al mismo proveedor, con lo cual, continuamos el sabor de hace 60 años". La actual dueña solo dijo eso y no reveló la fórmula, aunque en términos de aromas y sabores la embargó la nostalgia: "El olor al caramelo es mi papá, viste cómo son los aromas y los recuerdos te conectan con momentos muy emotivos".

Su padre, José Fantín -Don Pino para los allegados-, falleció en 1994. En tanto, su tío Ernesto y cofundador de la empresa, murió en 2018. "Yo a Topolín de chica lo viví como a un hermano y ahora como un hijo porque nos hicimos cargo cuando murió mi papá. Entonces  hay que  cuidarlo, defenderlo y remar para seguir avanzando con él", concluye.