Al abultado balance negativo que nos deja la pandemia (secuelas, problemas económicos y sociales), habrá que sumarle un descenso abrupto de la donación de órganos. Mientras en 2019 la Argentina se había acercado a las tasas de países europeos con 19,4 donantes por millón de habitantes, estos dos últimos años registraron una disminución que los especialistas de la Sociedad Argentina de Trasplantes (SAT) calculan en alrededor de un 55%.
“Problemas logísticos, además de los estrictamente médicos, debidos a la infección por el virus hasta que pudimos definir exactamente en qué casos no hay contraindicaciones, más la restricción de desplazamiento y la caída en los accidentes de tránsito y la violencia callejera conspiraron contra la donación”, explicó Emilio Quiñonez, director de comunicación de la entidad, durante una reunión con periodistas científicos.
A partir de 2018, cuando se promulgó la Ley 27.447, conocida como “Ley Justina”, que dispone que toda persona mayor de 18 años es donante de órganos y tejidos excepto que manifieste lo contrario, se registró un aumento significativo en los procesos de donación. Al año siguiente fue cuando se alcanzó esta cifra récord en la historia del país de 19,4 por millón de habitantes.
Pero en 2020 llegó la pandemia y todo se complicó. Al elevado riesgo de trasplantar a pacientes cursando Covid o que desarrollaran la infección inmediatamente después de la cirugía, se sumó la reducción de las camas disponibles en terapias intensivas y dificultades en el seguimiento de los pacientes crónicos, lo que disminuyó el acceso a la lista de espera.
El “vaso medio lleno”, subrayan los médicos, es que se implementaron precozmente normativas y protocolos para garantizar la seguridad de los pacientes y del personal de salud, lo que permitió continuar con la actividad y resolver las situaciones de urgencia.
“Se desarrollaron estrategias desde los organismos oficiales y los equipos de trasplante para mantener los controles de los pacientes trasplantados y en lista de espera, y se garantizó el acceso a la medicación inmunosupresora, imprescindible para garantizar la evolución postrasplante sin poner en riesgo los órganos implantados ni la calidad de vida del paciente –subrayan en un comunicado–. Así, en 2021 se realizaron más de 3.000 trasplantes de órganos y de córneas, un 40% más que el año anterior”.
Afortunadamente, los números de donaciones están volviendo a subir y en este momento las tasas rondan los 12,2 donantes por millón de habitantes. Los trasplantes también fueron creciendo y en la actualidad están solo un 18% por debajo de lo que ocurría antes de que apareciera el SARS-CoV-2 en el escenario epidemiológico.
Según explican Enrique Beveraggi, ex presidente de la SAT y especialista en trasplante de pulmón, y Astrid Smud, infectóloga y especialista en trasplante de órganos sólidos, hoy, una persona trasplantada y adecuadamente controlada tiene una alta calidad y expectativa de vida. Pero las necesidades de donación son cada vez más, porque las listas de espera de órganos, tanto en nuestro país como en el mundo, son crecientes. Entre otras cosas, esto se debe al aumento de las enfermedades crónicas (como diabetes y obesidad) y a la prolongación de la vida.
Entre los avances más relevantes en este campo, los especialistas mencionan el xenotrasplante (uso de órganos de animales modificados genéticamente para que sean compatibles con el ser humano, una técnica que se está investigando también en el país) y las “bombas de perfusión”, que los mantienen viables durante más tiempo. “Esto permitiría mitigar los faltantes”, opina Quiñonez.
“El Incucai planea incorporar esta tecnología, pero aun no hay mucha información respecto de qué características tendrían los dispositivos y, sobre todo, a qué centros se les van a otorgar”, comenta Alejandra Villamil, actual presidenta de la SAT.
Un estudio que acaba de publicar Nature reporta precisamente el caso de un paciente de 62 años que recibió un hígado conservado tres días con una máquina de perfusión normométrica (cuando tradicionalmente se considera que el órgano no puede pasar más de doce horas fuera del cuerpo) y goza de buena salud un año después de la cirugía.
“Los métodos actuales de conservación de órganos brindan una ventana estrecha (generalmente, menos de 12 horas) para evaluar, transportar e implantarlos –escriben Pierre-Alain Clavien, del Hospital Universitario de Zurich, y coautores–. Aquí informamos el trasplante de un hígado humano descartado por todos los centros, que pudo conservarse durante varios días utilizando una máquina de perfusión normotérmica ex situ. El hígado trasplantado exhibió una función normal, con daño por reperfusión y la necesidad de un régimen inmunosupresor mínimos. El paciente recuperó rápidamente una calidad de vida normal sin ningún signo de daño hepático, como rechazo o lesión de las vías biliares, según un seguimiento de un año. Este éxito clínico inaugural abre nuevos horizontes en la investigación clínica y promete una ventana de tiempo ampliada de hasta 10 días para evaluar la viabilidad de los órganos de donantes, además de convertir una cirugía urgente y muy exigente en un procedimiento electivo”.
En lo que va de este año, en la Argentina ya se realizaron 1.366 procedimientos: recibieron órganos 700 pacientes en lista de espera (613 de donantes fallecidos y 87, de donantes vivos) y se realizaron 666 trasplantes de córneas. De todos estos, 477 fueron renales, 153, hepáticos, 39, cardíacos, 15, reno-pancreáticos, 12 pulmonares, tres, hepato-renales, uno, pancreático y 655, de córneas. Ciento veintitrés fueron pediátricos (en menores de 18 años).
Los especialistas de la SAT enfatizan que una materia pendiente es, precisamente, la donación de órganos pediátricos. En la actualidad, hay 204 menores en lista de espera y no todos pueden recibir el órgano que necesitan de un adulto. A diferencia de lo que ocurre con los mayores, la Ley Justina no prevé la donación presunta y se necesita la decisión de la familia. Pese a que hay una disminución notoria de la negativa familiar, es necesario que tanto la comunidad médica como la sociedad en su conjunto siga avanzando para eliminar obstáculos que impiden nada menos que dar vida.