El índice de inflación de diciembre disparó las alarmas en el equipo económico que decidió intervenir con dos medidas que lejos de atacar el problema de fondo de la economía buscan esconder las causas y mantener a los principales actores en un “stand by” hasta esperar que las elecciones legislativas le den un nuevo impulso a la gestión de la administración de Javier Milei y el ministro Luis Caputo.
El Gobierno pareció que le ganaba al Fondo Monetario Internacional la discusión sobre el modelo de dolarización que quiere llevar adelante. Mientras el FMI le pide una política de acumulación de reservas como eje del plan económico y dejar abierta la competencia de monedas al uso y costumbre de la sociedad, el plan de Milei y Caputo fue avanzar en una dolarización sin dólares.
Esa discusión que parecía cerrada volvió a actualizarse con el último análisis que hizo el staff y ratificó por mayoría absoluta el directorio del Fondo en la que mientras reconocía logros de la política fiscal cuestionó la continuidad de las restricciones al flujo de capitales y la falta de acumulación de reservas.
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El dato de la inflación de diciembre, con la inflación núcleo superando de nuevo el tres por ciento mensual, dejó al oficialismo sin nada para mostrar y lo obligó a tomar medidas para intentar repetir el esquema que otorgó estabilidad cambiaria el año pasado mientras y darle al presidente Milei un principio de promesa cumplida de campaña electoral.
La decisión de bajar el crawling peg, o paso devaluatorio, de 2% a 1% mensual difícilmente tenga impacto en los precios de los bienes pero es un fuerte estímulo para que inversores, fundamentalmente empresas con operaciones en el país, se sigan endeudando en dólares y liquidando esas divisas en el mercado de cambios para abastecer las arcas del Banco Central.
La decisión de no bajar la tasa de política monetaria actúa en el mismo sentido, para evitar que la licuación de los ahorros en pesos depositados en los plazos fijos o fondos comunes de inversión tradicional se conviertan en un incentivo a un proceso de dolarización. El siguiente paso del equipo económico fue avanzar en la utilización del dólar en las operaciones comerciales diarias, permitiendo que se exhiban los precios en cualquier moneda y habilitando a los comercios a que reciban pagos electrónicos en dólares que permanecen depositados en las cuentas bancarias.
La inflación en dólares
La idea del Gobierno es que los precios que se muestran en dólares mantengan estabilidad a lo largo del tiempo y por eso insiste en plantear que no hay una operación de cambio detrás; es decir, el vendedor fijó un precio en dólares y el pago se hace en dólares, independientemente de qué valor implícito tenga el tipo de cambio.
El modelo puede asimilarse a la forma que utilizó Venezuela para combatir la hiperinflación: permitir que la economía minorista funcione con el dólar como moneda de cambio. Aunque en la Nación caribeña el proceso fue espontáneo terminó siendo avalado por la administración de Nicolás Maduro y les permitió cerrar el año pasado con una inflación de 48% según las autoridades o de 85% según el opositor Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF).
Utilizando la cotización del dólar que se obtiene en el mercado financiero, conocido como dólar MEP, la inflación en Argentina en dólares fue de 84,7% frente a una inflación en pesos de 118%. El problema para el Gobierno argentino es cómo incentivar a usar más dólares y menos pesos en las operaciones comerciales minoristas cuando el dólar sigue actuando como moneda de atesoramiento y resguardo frente a lo que aún se percibe como alto riesgo de devaluación para los próximos meses.
Esa expectativa de devaluación está anclada en la negociación con el FMI, que exige como punto central del acuerdo la liberación del cepo cambiario con la unificación del dólar en un mercado libre y con políticas de atesoramiento de reservas en el Banco Central. Aunque en el mercado hay quienes consideran que liberar el cepo puede generar una corriente de inversión que aprecie aún más el peso y lleve a un tipo de cambio libre del orden de los 700 pesos por dólar, como mencionó incluso el presidente Milei, la opinión mayoritaria está en un tipo de cambio de equilibrio de entre 1.500 y 1.500 pesos por dólar.
En lugar de avanzar por la liberación, “el BCRA está interviniendo para ponerle cota a las cotizaciones” de los dólares financieros “refrendando el seguro de cambio implícito”, evaluó la empresa de inversión Outlier. Advirtió también que “tanto el BCRA como el Tesoro están mucho más reacios a aplicar nuevas bajas de tasa, aún cuando ya se anunció la reducción del ritmo del crawling peg a partir de febrero”.
En MaxCapital, en tanto, evaluaron que la reducción de tasas del BCRA ocurrirá a fin de mes, antes de la reducción efectiva del ritmo del crawling peg. “Prevemos un recorte de 500 puntos básicos, lo que situaría la tasa en 27%, una tasa mensual del 2,24%, alineada con la inflación esperada, pero ofreciendo un rendimiento mensual en USD del 1,2% bajo el crawl, lo que equivale a un 15,8% anualizado”.
De bicicletas y anclas
“Los rendimientos atractivos en dólares han sido un componente clave en la estrategia del gobierno, creando incentivos para las exportaciones y la deuda comercial de los importadores, lo que equivale a un carry trade implícito para el comercio exterior. Las exportaciones, en particular, se han beneficiado de las bajas tasas de préstamos en dólares, ya que los bancos aprovechan la amplia liquidez derivada del blanqueo de capitales y los rendimientos atractivos en dólares de la deuda en pesos, respaldados por expectativas bien ancladas como resultado del crawling peg controlado”, explicó.
El FMI parece no estar dispuesto a ceder esta vez aún cuando Donald Trump asuma la presidencia el próximo lunes e imponga su impronta. Por lo menos eso parece deducirse del último reporte donde hubo plena coincidencia de opinión entre los directores, según se desprende del comunicado de prensa.
La posición del FMI está expresada en el capítulo sobre Lecciones Generales que dejó el acuerdo con Argentina y que hace referencia a las negociaciones con la administración de Alberto Fernández, con los ministros primero Martín Guzmán y después el candidato presidencial Sergio Massa. Sin embargo, es un mensaje hacia adelante, en las puertas del acuerdo que están negociando con Argentina y que tiene el mayor punto de divergencia en la política de acumulación de reservas.
En la comunicación de prensa, el FMI utiliza permanentemente la referencia a “los directores” lo que en el lenguaje del organismo implica que “la mayoría de votos requerida se cumpliría muy cómodamente si se celebrara una votación; y todos, o casi todos, los directores pueden estar de acuerdo con la opinión mayoritaria”.