Elecciones en tiempo de “ficha limpia”

La suerte de la principal figura de la oposición está expuesta a una guerra claramente declarada.

19 de enero, 2025 | 00.05

Un mínimo de decencia política y periodística hubiera aconsejado que la muerte del fiscal Nisman fuera tratada guardando respeto a la verdad. La maquinaria “informativa” ha optado, en cambio por la estrategia contraria: ha decidido que el momento es adecuado para volver a instalar “verdades mediáticas” que desfiguran los hechos y obstruyen sistemáticamente el acceso a la verdad. La “actualidad” del tema no es de orden judicial, ni mucho menos periodística: simplemente se trata del viejo recurso de utilizar una fecha -en este caso la de la muerte del fiscal- como el fundamento para la legitimación de una persecución, la de la ex presidenta Cristina Kirchner. 

El hecho revela -y demuestra- que el ataque a Cristina desborda cualquier supuesto compromiso con la verdad y cualquier intención esclarecedora. Los argumentos son los mismos que los utilizados hace diez años: iguales los “testimonios”, igual la construcción de una novela a la que la película de Netflix, difundida entonces masivamente, había desautorizado de modo contundente: ningún testimonio sobre el “atentado” sobrevivió a la obra artística que, con abundancia de testimonios autorizados, permitieron mostrar la trama humana de un fiscal enredado en el nudo que su propio drama personal tejió con el supuesto “crimen”. 

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Está muy claro y es fácil de comprobar la existencia de una trama dirigida a la utilización del hecho como recurso político: un recurso al que, finalmente, habrá que resolver su eficacia (entre irresponsable y delictiva, pero eficacia al fin). Quiso otra “casualidad” que el inocente recordatorio penal-judicial coincidiera con el anuncio del tratamiento parlamentario del llamado proyecto de “ficha limpia”, la lista de cuyos más entusiastas respaldos pone en duda (y hasta en ridículo) sus supuestos propósitos: la lista de sus apoyos incluye en un sitial muy notorio al ex presidente Macri y sus maniobras vinculadas con el correo argentino. 

El modo de dominio político de las conciencias

Lo interesante de la cuestión no debería consistir en “pasar lista” de los personajes, partidos y oligopolios mediáticos y de otro tipo, que suman leña a este sospechoso fuego. Lo central es la ratificación de un modo de dominio político de las conciencias del que, a esta altura, se puede decir que ya mostró más eficacia que el que se puso en marcha con el golpe de estado de Uriburu en 1930: los medios de comunicación oligopólicos y articulados con agencias de gobiernos extranjeros son los pilares de este nuevo recurso oligárquico. El poder sobre lo que se agita y se utiliza, sobre lo que se oculta y/o tergiversa es el signo específico de la dominación política en nuestros días. Y el asunto no se agota en el problema de la estabilidad política de los estados que están colocados en la mira de los grupos políticos y económicos más poderosos de la tierra: implica un enorme signo de interrogación sobre el significado de la democracia. En Argentina podemos reconstruir la historia de este giro político: en 1983, la guerra de Malvinas fue un operativo de ensayo de esta novedad; después de la rendición argentina -¡ese mismo día- la dictadura cívico-militar que había sido colocada en el gobierno por las agencias del imperio se esfumó en cuestión de horas como si nunca hubiera existido. 

Estos hechos, estas cosas, no pertenecen al pasado: por el contrario: son el terreno en el que se libra la batalla por la democracia en nuestra región. Existe una especie de tribunal mundial que dictamina cuáles gobiernos son legítimos y cuáles no, cuándo es válida la injerencia de potencias extranjeras y cuándo no. Es decir, el estado nacional deja de ser el sujeto del “demos” de la democracia, es a lo sumo un combatiente más en la guerra, cuya suerte depende, cada vez más, de los procesos de construcción de la opinión política.

El supuesto regreso a la racionalidad del mundo

¿Cuál es el calendario electoral de este año en nuestro país? Existe un calendario legal-formal, pero no es muy difícil demostrar que el proceso ya empezó. De modo casi imperceptible, la imagen pública del actual presidente luce más “respetable”. No ha abandonado la “costumbre” de insultar públicamente a sus adversarios (entre quienes figura más de un ex aliado/a entusiasta. De modo gradual el país en el que ha regresado el hambre y todas sus siniestras consecuencias es presentado por los medios principales como un camino de “regreso al mundo”, a la racionalidad. Una racionalidad que consiste en abrazar la causa de los países más poderosos y poner todas las distancias posibles con los que tienen la mancha venenosa de su compromiso con la integración regional y con la búsqueda de rumbos alternativos en la geografía mundial. 

De manera que la presencia de Nisman en estos días opera como un recordatorio, de “quiénes somos” y dónde estamos parados. Y la suerte de la principal figura de la oposición está expuesta a una guerra claramente declarada. Y declarada nada menos que en nombre de la “ficha limpia”.