Incluso para los que no somos bioquímicos, después de más de dos años de pandemia, las siglas PCR (correspondientes a “reacción en cadena de la polimerasa”) pasaron a ser parte de nuestro lenguaje cotidiano. Aprendimos que es el nombre que se aplica a una prueba rápida y precisa que permite confirmar diagnósticos detectando la presencia del ADN o el ARN de agentes infecciosos, como virus y otros patógenos, incluso aunque se encuentren presentes en una cantidad mínima.
Durante una PCR, una pequeña cantidad de material genético de una muestra se copia varias veces; es decir, se “amplifica”, con lo que se hace mucho más fácil de ver. Pero las PCR que se utilizaron durante la pandemia (con muestras que se obtenían con los célebres “hisopados”), solo detectaban un virus: el SARS-CoV-2.
Ahora, investigadores de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) diseñaron una PCR que detecta no uno, sino tres virus respiratorios al mismo tiempo: el SARS-CoV-2, el de la influenza A y el sincicial respiratorio (VSR). Y prácticamente por el mismo costo. Dado que las infecciones por estos virus se manifiestan todas con síntomas muy similares, no solo les brinda a los médicos un recurso rápido para hacer diagnóstico diferencial, sino que hasta permite hacer monitoreo de la circulación viral.
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“Estos virus tienen síntomas compartidos, de modo que el médico no sabe a ciencia cierta cuál es el que los causa –explica Maxi Juri Ayub, que lideró el desarrollo–. En general, lo que se hace en la actualidad es pedir la prueba en función del grupo de riesgo. Por ejemplo, para mayores se pide SARS-COV-2 e influenza A; en cambio para chiquitos se pide virus sincicial respiratorio, porque suele generar complicaciones. Entonces, sucede que en los centros que hacen pediatría muchas veces no detectan los otros. O que donde hay personas mayores, con factores de riesgo, hacen primero la prueba para SARS-COV-2 y, si da negativo, solo entonces piden la de influenza. La idea es dejar de hacerlo secuencialmente, realizar todo en la misma reacción y, de paso, ver cómo están circulando los virus”.
“Es muy valioso –comenta el químico analítico Roberto Etchenique, que durante la pandemia diseñó el sistema de detección del SARS-CoV-2 por ‘pools’ y el Neo-Q, entre otras tecnologías–. Maxi se comunicó con nosotros cuando estábamos haciendo pools y nos contó esa idea para detectar variantes. Después la fue extendiendo a más y más cosas, y empleando métodos cada vez más avanzados. Esto a nadie se le había ocurrido hacerlo antes”.
En efecto, el año pasado Juri Ayub y equipo habían adaptado el sistema de “pooling”, diseñado por Etchenique y validado con el laboratorio de Daniela Hozbor, de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, para que reconociera solamente las muestras de la variante Delta.
En la PCR, la detección se realiza mediante un pedacito de ADN (marcado con una molécula fluorescente o fluorósforo) que reconoce el material genético del virus. Pero los equipos identifican diferentes colores y eso permite que mediante una sencilla modificación se puedan detectar más de un patógeno en la misma reacción.
“Conceptual y técnicamente, es bastante simple –explica Juri Ayub–. Los distintos virus respiratorios se determinan por PCR cuantitativa y hay protocolos standard para cada uno. En el país, el Instituto Malbrán reparte los reactivos esenciales (primers y sondas). Lo que tiene la PCR es que se pueden cambiar los colores de la sonda (que determina con cuál se identifica cada virus). Lo que nosotros hacemos es cambiar ese color para detectar simultáneamente tres virus diferentes y el control del gen humano. Se hace todo en el mismo tubo y con el mismo reactivo”.
El protocolo tarda aproximadamente lo mismo que una PCR convencional, alrededor de una hora. “Elegimos los tres virus respiratorios más prevalentes en la actualidad, pero se podría hacer con otros. Por eso las llamamos ‘PCR modulares’ –aclara el científico–. Ahora, por ejemplo, estamos trabajando para incluir influenza B”.
El trabajo se realizó gracias a un contrato otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Mincyt) a la UNSL en 2021. El Ministerio puso el equipamiento y la casa de estudios, el dinero para los insumos y la adaptación de capacidades edilicias. “Cuando formulamos el proyecto, una de las cosas que nos pidió el Mincyt fue que pensáramos innovaciones para la pospandemia. Y se nos ocurrió que cuando volvieran a circular otros virus se podría aprovechar el equipamiento y los recursos humanos para tener mejores herramientas de vigilancia”.
Las autoras principales de este desarrollo fueron Jimena Manzur, docente de la UNSL y profesional de apoyo del Conicet, y Ángeles Carrillo, estudiante del último año de la licenciatura en Biotecnología. También participaron como colaboradores externos Carlos Braeckman (del Laboratorio Privado BioMav), Mauricio Figueredo, del Hospital de Alta Complejidad Presidente Perón, de Formosa, y Abelardo Manzur, del Hospital Central de Mendoza. Todos los protocolos son de libre acceso y están a disposición de quienes quieran utilizarlos.