El Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, escuchó atentamente al presidente Alberto Fernández y al ministro de Economía, Martín Guzmán, y se comprometió a trasladar a la Casa Blanca el pedido de respaldo a la posición argentina en las negociaciones con el FMI, en las que reclama mejores condiciones. La sensación que quedó en el Gobierno que, pese a las características de su cargo, Sullivan no es un "halcón" sino que se mostró comprensivo con los planteos y que, en reglas generales, cumplió con la premisa de privilegiar los temas de la agenda bilateral en los que hay consenso. "La visita fue muy buena y el objetivo de acercar las dos administraciones se cumplió", resumían en el Gobierno.
Sullivan llegó el jueves a la noche y concentró toda la agenda -fueron varias actividades- el viernes. Venía de Brasil donde, aseguraba uno de sus interlocutores aquí, no le había ido muy bien en las conversaciones con Jair Bolsonaro y su gente. "Para Washington somos la garantía de racionalidad en la región", analizaban. Con Fernández, Guzmán y el canciller Felipe Solá conversó en Olivos, en un almuerzo del que también participaron el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y el embajador Jorge Argüello, quienes compartieron todas las actividades de Sullivan.
Joven y con aspecto "nerd", Sullivan es el principal asesor de Biden en temas de seguridad y suele transitar por el Salón Oval varias veces por día. Justamente, dada esa cercanía, el interés argentino pivoteó alrededor de la deuda y de las vacunas, las dos preocupaciones principales. "Escuchó nuestros argumentos, no dijo que los compartía pero sí que iba a hacer la gestión para que Biden los conociera", explicaban en Gobierno. Los funcionarios que dialogan con Washington sostienen que allí son reticentes a aceptar el punto de vista argentino, que reclama bajas de interés y plazos que van más allá de lo que estipula el estatuto del Fondo. En todo caso, para aceptarlo, exigen a cambio un programa económico con pautas y metas. Algo más que el presupuesto anual que exhibe Guzmán. De ahí la demora en que se concretara su reunión con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, que, luego de muchas gestiones, recién pudo hacerse el mes pasado, cuando coincidieron en Venecia.
El Gobierno percibe una traba política y por eso insistieron en plantearle la situación a Sullivan en cada ocasión. Sullivan, en definitiva, es quien coordina los intereses de la política internacional de la administración demócrata. Fernández le transmitió el agradecimiento por la donación de las vacunas de Moderna y firmó la carta personal para que se la entregue al presidente estadounidense.
Las preocupaciones de ellos
Estaba previsto que la agenda transcurriera por los temas donde hay coincidencias y evitar rispideces: democracia y derechos humanos, seguridad regional, pandemia, cambio climático. Pero Sullivan, obviamente, también repasó las obsesiones norteamericanas: Venezuela, Cuba y Nicaragua, en lo que se refiere a la región. "La sensación fue que la preocupación principal en este momento es Nicaragua", comentaba un funcionario que participó de uno de los encuentros.
Sullivan mantuvo una reunión con legisladores del grupo parlamentario de amistad con Estados Unidos. El senador y ex canciller Jorge Taiana se encargó de hacer una radiografía de lo que ha sido históricamente el vínculo bilateral, con sus diferencias y sus puntos en común. Otra obsesión de los últimos tiempos es la supuesto infiltración china en la región. Pero le explicaron a Sullivan que la famosa base china de observación en Neuquén es igual que la que la Unión Europea instaló en Mendoza y, sin embargo, todas las preocupaciones se concentran en la china. El diputado y ex embajador en El Vaticano Eduardo Valdés recordó la ocasión en que Biden se reunió con el papa Francisco y activaron el proceso de paz en Siria y abogó porque el hoy presidente mantenga una agenda exterior como la que tuvo de vice.
Otro punto álgido que sobrevoló las reuniones fue el del golpe en Bolivia y el papel que jugó la OEA bajo el mando de Luis Almagro. "No criticamos el organismo, sino la conducción de Almagro que es un bochorno", explicaba un funcionario. En cambio, destacaron el rol que jugó ahí el gobierno argentino, facilitando la vuelta de la democracia sin nuevas víctimas. En ese sentido, fue algo que se comentó también con los legisladores, se resaltó la fortaleza del sistema argentino que, con grieta y todo, mantiene desde hace décadas una saludable regularidad democrática con elecciones transparentes y con alta participación ciudadana, algo que pocos en la región pueden mostrar.
Hay embajador
Sullivan adelantó su salida -prevista originalmente para el sábado- y se despidió con un breve tuit en el que destacó las coincidencias en la agenda bilateral. Viajó junto al asesor para temas regionales Juan González, que había estado en Buenos Aires pocos meses antes, y el subsecretario del Departamento de Estado, Ricardo Zúñiga. En las reuniones lo acompañó también la encargada de negocios de la embajada, MaryKay Carlson. Pero, en coincidencia con el viaje, se conoció la postulación de Marc Stanley para ocupar la representación diplomática en Argentina. Curiosamente, un abogado texano igual que su antecesor, Edward Prado.
Stanley debe pasar todavía el filtro de un Senado muy dividido entre republicanos y demócratas. En Gobierno no tenían referencias pero veían como buena señal que Biden designara su embajador. Concluida la visita del influyente Sullivan, el objetivo de los que manejan el vínculo bilateral pasaba por armar una cumbre entre Biden y Fernández antes de fin de año, que funcione como paso previo al acuerdo con el FMI, que imaginan para el primer trimestre de 2022. "Trabajamos en ese esquema y creemos que es factible", aseguraban optimistas.