No hay bicicleta que aguante | Por qué se disparó el dólar y cayeron las reservas

29 de abril, 2018 | 06.00

Entre el lunes y el jueves de esta semana el Banco Central vendió u$S 3.000 millones de las reservas internacionales, cifra próxima al 5% del stock acumulado, en un vano intento de contener el valor del dólar. En esos escasos días la tasa de devaluación alcanzó casi un 2%, neutralizando de esta manera el rendimiento mensual de las colocaciones en pesos, particularmente los títulos del BCRA denominados LeBaC.

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Si a pesar de la venta de reservas internacionales la tasa de devaluación le gana fácilmente a la tasa de interés, los mercados parecen estar diciendo “el que apuesta al peso pierde”. Sobre el final de la semana, las autoridades del ente rector anunciaron una suba de 300 puntos básicos de la tasa de referencia de política monetaria, llevándola al 30,25%, en un intento de contrariar esta afirmación.

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Sin embargo, lo ocurrido esta semana es la exteriorización más aguda de un comportamiento de los agentes económico-financieros que se venían manifestando desde el mes de febrero, el cual fue cuantificado desde esta columna.

"Los mercados parecen estar diciendo “el que apuesta al peso pierde”

Las licitaciones de LeBaC de los martes de febrero-marzo -y más recientemente de abril- mostraron que el promedio de ofertas totales sobre vencimientos en esas oportunidades alcanzó al 87%, evidenciando que el 13% de los montos a vencer se encontraban en poder de agentes que no tenían interés en su renovación con independencia de la tasa que se les ofertara. Por ende, había mensualmente en promedio alrededor de $76.000 millones que no encontraban aplicación en los activos financieros disponibles y muy probablemente se resguardaran en dólares frente a la incertidumbre global y el escaso nivel de actividad económica interna.

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A lo largo de estos meses, y en ocasión de cada pulseada al vencimiento de LeBac, los decisores del mercado le mostraban al Banco Central una paulatina preferencia por abandonar los activos financieros en pesos. Este comportamiento fue recogido por el BCRA, que inició una política de intervención en el mercado cambiario a fin de estabilizar el valor del dólar y permitir que el rendimiento en pesos le ganara a la devaluación. Las moderadas bajas en la tasa de interés de corto plazo de 26,75% a 26,50% y, finalmente, a 26,30%, también daban cuenta de los riesgos de una salida masiva de pesos hacia el mercado cambiario ante el desplome de la renta financiera.

Entonces, tasa de interés sostenida e intervención en el mercado del dólar eran las herramientas con que las autoridades del BCRA contaban para impedir que los desequilibrios macroeconómicos que padece la Argentina, largamente comentados desde esta columna, impactaran en las variables cotidianas. Pero ¿qué ocurrió para que los agentes económicos beneficiados con el modelo de valorización financiera cambiaran, primero paulatinamente y ahora pareciera ser en forma más rápida, sus preferencias de inversión? O, más propiamente ¿por qué a pesar de que el Banco Central aumentó en 300 puntos básicos la tasa de referencia de política monetaria llevándola al 30,25% parece no ser este un precio cómodo para mantener sus posiciones pesificadas? El problema se encuentra en el flujo de dólares hacia la economía argentina y no en el stock de reservas internacionales con que cuenta el BCRA.

Febrero y marzo fueron meses de malas noticias para la aguda vulnerabilidad externa de nuestro país: la Reserva Federal en su reunión inicial del año y con su nuevo titular más afín al actual presidente de los Estados Unidos anunció cuatro subas de la tasa de interés de los fondos federales. Por otro lado, en el plano más doméstico, el primer trimestre del año 2018 arrojó un déficit de balanza comercial de u$s 2.500 millones de dólares.

Con una marcada dificultad para continuar colocando deuda en los mercados internacionales, habida cuenta del cambio de dirección de la liquidez hacia los Estados Unidos y con un rojo comercial histórico, el flujo de dólares frescos hacia la Argentina aparece muy comprometido. Por lo tanto, para los inversores financieros la única posibilidad de realizar las ganancias obtenidas con la bicicleta es contra el stock de reservas internacionales.

“Sin flujo a la vista, consolidemos ganancias contra el stock disponible” parecieran decir los mercados.

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