Por Ezequiel Orlando
Redacción "El Destape"
@zetaorlando
En la city se habla por lo bajo de una corrida cambiaria para los próximos meses, del mismo modo que se plantean escenarios de inestabilidad social para diciembre, y todo indica que los grandes jugadores van a presionar al dólar, confiaron desde el mercado a El Destape. La interpretación que proponen algunos es que el mix explosivo que llevó a la devaluación de enero vuelve a aparecer. Inflación sostenida, elevada demanda de divisas y restricción al acceso a los billetes extranjeros generan nuevas expectativas devaluatorias entre quienes marcan el rumbo del tipo de cambio oficial, según explicaron economistas.
Entre el 22 y el 23 de enero la moneda se depreció un 16,2%. En esos dos días, los intermediarios del mercado de cambios mayorista quedaron atónitos ante los mayores requerimientos de compras que recibieron y la inesperada falta de reacción del Banco Central. Aunque los volúmenes transados venían in crescendo, esas jornadas tuvieron un salto abrupto.
Inmediatamente después de eso, el gobierno apuntó sus dedos a los ambiciones de divisas de la trasnacional Shell, a la par de los directivos de algunos bancos. Desde la Procelac habían acusado que se realizaron compra-ventas "por encima de los precios que regían en el mercado, con la evidente intención de subir la cotización". El HSBC concretó tres liquidaciones a la firma por más de U$S 4,5 millones a $ 8,70 el 23 de enero, cuando el día anterior la cotización había cerrado a $ 7,12. Más tarde, el petrolero Juan José Aranguren desmintió la acusación y señaló al banco por ofrecerle un tipo de cambio más caro.
Según la Procelac, este no se trató de un episodio meramente financiero, puesto que "fue inmediatamente aprovechado para remarcar los precios de insumos para la construcción, alimentos y otros rubros para generar mayores ganancias en las empresas formadoras de precios, lo que ata el origen de un proceso inflacionario con estas maniobras especulativas".
El salto en la cotización implicó una aceleración de la inflación, dado que las empresas trasladaron los mayores precios de las importaciones a los consumidores. "La inflación de costos que produjo la devaluación se trasladó rápidamente a las góndolas. Esto significó que 2014 va a ser el primer año desde la crisis en el que los salarios no van a crecer en términos reales", alertó Alejandro Robba, economista de la Gran Makro.
Sin embargo, el ex secretario de Finanzas Daniel Marx minimizó el rol de una sola compañía en la presión del dólar mayorista. "Si Shell compró mucho o no, no importa. Había mucha demanda y la prueba es que se estaba acelerando la pérdida de reservas del BCRA", relativizó el economista. Consultado por la concentración de la desvalorización del peso en dos jornadas, acudió a más de una causa, como la elevada inflación, una percepción de que el tipo de cambio se encontraba atrasado y una tasa de interés baja en relación a la devaluación esperada. "Todo eso venía acelerándose, así que no es cierto que estaba tranquilo el panorama en enero", desafió.
La idea de que Shell fue un chivo expiatorio se mantiene latente en la plaza financiera, donde argumentan que se contradice con la expresión tardía del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de que el precio al que llegó el dólar era "de convergencia". Más allá de la actitud de las compañías, el rol pasivo del Central avaló esta devaluación (de manera intencionada o por una insuficiente artillería).
Pero en lo que coinciden los analistas es en que entre diciembre y enero pueden plantearse nuevas tensiones en el mercado cambiario que desembarquen en otra corrida. Esto es por el patrón que se presentó a principios de año se repite. Guillermo Nielsen reconoció la génesis de las presiones en el exceso de la oferta de dinero, "que va en la búsqueda de los bienes escasos de la economía. El más escaso es el dólar".
El también ex encargado de la Secretaría de Finanzas se resistió a identificar en unas pocas grandes compañías como las únicas responsables. "Hay un continuo de gente jugando en ese mercado, desde los empleados con el dólar ahorro y el dólar viajero de las vacaciones hasta las empresas que necesitan importar maquinarias, pagar deudas o girar divisas", explicó.
Marx le sumó al pesimismo la especulación que surgirá en caso de que no se vislumbre un arreglo con los fondos buitre, dado que complica al financiamiento de las empresas.
En lo que va del año, la divisa oficial acumula un alza de 30,6%. Parte de ese aumento corresponde a un intento del Gobierno de no perder competitividad en el comercio internacional, pero se ha trasladado en gran parte a la inflación, lo que precisa un nuevo encare de la herramienta cambiaria y de las políticas fiscales, coinciden los especialistas consultados.
"Devaluar como en enero y dejar todo lo demás como está es el augurio de que se volverá a tocar el tipo de cambio", pronosticó Marx, conocedor del termómetro de la city. Por ello, previno que deben alinearse la inflación, el déficit fiscal y la crisis de deuda con los holdouts para aplacar las expectativas.