Argentina nunca fue el tema central de las conversaciones en los pasillos de la política en Washington, más preocupados por el avance de China, los desafíos de Rusia y la constante conflictividad en Medio Oriente. Pero con el pasar de las décadas, sí se fue apareciendo en las conversaciones de la capital estadounidense como ejemplo de lo que la Casa Blanca quería en la región y de lo que no quería. Hoy, la sola mención de Argentina o Javier Milei despierta sonrisas, a veces un tanto incómodas, y sobre todo mucho interés. Además, el libertario logró algo poco común a solo cinco meses de unas elecciones presidenciales polarizadas al extremo: cerró la grieta norteamericana y es considerado un aliado estratégico por el oficialismo y la oposición. Esto, sin embargo, no se está traduciendo en ayuda o inversiones en el corto plazo.
Ante todo, pragmatismo demócrata
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En los pasillos de algunos ministerios clave del Gobierno estadounidense, el nombre de Milei ya es conocido. A su visita ni bien ganó las elecciones, se sumaron otras más de algunos de sus ministros, especialmente el jefe de gabinete, Nicolás Posse, quien este mismo mes estuvo en el corazón político norteamericano con la canciller, Diana Mondino. “Hay muchos cambios”, se escucha una y otra vez como una fórmula englobadora y diplomática, carente de adjetivos.
"Creemos que Estados Unidos y Argentina pueden continuar fortaleciendo su cooperación y esto incluye avanzar en la transición a una energía limpia y estimular la inversión en el sector privado en Argentina, además de apoyar el fortalecimiento de la gobernanza democrática en la región", afirmó un vocero del Departamento del Estado a El Destape y recordó el comunicado difundido por esta cartera luego de la última visita de Mondino, en el que el vocero Matthew Miller sumó el interés de Estados Unidos en "avanzar la cooperación en los sectores energéticos y de minerales críticos".
Lejos de las infranqueables respuestas diplomáticas de los funcionarios, Rebecca Bill Chávez, ex funcionaria del Gobierno de Barack Obama y presidenta y CEO del Diálogo Interamericano, una organización que nuclea a muchos ex mandatarios y funcionarios latinoamericanos y busca influenciar en el debate sobre la política hacia la región, ofreció una explicación más franca de esta nueva luna de miel entre Estados Unidos y Argentina. “Hace tanto que no teníamos relaciones cercanas con Argentina, desde Macri, que el Gobierno de Biden ve la posibilidad de tener un socio con Milei. Por mucho tiempo, durante los Gobierno de los Kirchner y de Fernández, cuando Estados Unidos hablaba de la creciente influencia de China en la región, Argentina siempre era el ejemplo que se usaba”, resumió en diálogo con El Destape.
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En 2021, a solo unos meses de asumir, la primera línea del Gobierno de Joe Biden se acercó al de Alberto Fernández en busca de un aliado en el Cono Sur, dado que Brasil aún era gobernado por Jair Bolsonaro, el entonces presidente brasileño que se había jugado fuerte por la reelección de Donald Trump. Hubo coqueteos, promesas, encuentros, pero al final la alianza, como la quería Washington, se frustró porque, con el avance de la crisis económica, el Gobierno del Frente de Todos apostó por acercarse a la única potencia global que le ofrecía ayuda concreta: China. La situación económica hoy no mejoró, pero Milei prendió fuego casi todos los puentes con Beijing, está intentando crear un marco legal para garantizar una explotación de los recursos naturales extremadamente beneficiosa para los grandes capitales y hasta anunció "una base integrada" en Ushuaia en un acto junto a la generala del Comando Sur, Laura Richardson.
A cambio, el Gobierno de Biden le desplegó la alfombra roja a Milei, una admirador entusiasta de Donald Trump, su rival electoral este noviembre y referente de la extrema derecha xenófoba, anti-feminista, anti-ciencia y autoritaria que el demócrata dice intentar combatir.
“La idea de que podemos trabajar con un país que no va a priorizar a China y va a preferir trabajar con Estados Unidos fue atractiva”, explicó, pero luego aclaró: “Honestamente, no creo que deban esperar mucho. Estados Unidos va a apoyar y ayudar con el FMI, aunque es cierto que también lo hizo con el Gobierno anterior. Creo que Estados Unidos quiere apoyar al Gobierno de Milei, pero no creo que vaya a poner recursos."
“No veo que vaya a ser una prioridad, ni Argentina ni la región. Lamentablemente. Y esto no se limita al Gobierno de Biden. Históricamente, la política de Estados Unidos hacía la región ha estado orientada por las cuestiones de la inmigración, drogas y Cuba (y en menor medida Venezuela y Nicaragua). No veo que eso vaya a cambiar y, especialmente en este año electoral, el interés es la inmigración y la preocupación por la frontera sur” con México, opinó. “Pero habrá otras cosas como el FMI, los F16…Estados Unidos va a intentar identificar los elementos simbólicos que puede ofrecerle a Argentina”, concluyó.
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Al mismo tiempo que hacía este pronóstico, la congresista republicana por Florida María Elvira Salazar hacía público en el Congreso estadounidense y frente al secretario de Estado Antony Blinken que consideraba a Milei "el presidente más pro Estados Unidos de la historia argentina" y, por eso, pedía el ingreso de Argentina a la APEP, como se conoce a la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica, que ya incluye a 12 países del continente: Canadá, México, Perú, Uruguay, Ecuador, Chile, Colombia, Barbados, Costa Rica, República Dominicana y Panamá. Muy diplomáticamente, Blinken contestó que lo iba a considerar.
En noviembre del año pasado, Biden prometió que la APEP sería una plataforma para canalizar inversiones y ayudas. Sin embargo, como sucede hace décadas, hasta ahora se trata más de compromisos simbólicos que de desembolsos y oportunidades significativas.
Bill Chávez conoce la Argentina, vivió varios años en Buenos Aires en los años 90 y fue la principal funcionaria civil en el Pentágono para el continente americano en el segundo mandato de Barack Obama. En diálogo con este portal, reconoció que “al principio” tuvo temor que Milei se salteara el Congreso. Según explicó, ese temor se disipó "por ahora, porque parece estar trabajando con él para conseguir aprobar sus leyes". Sin embargo, otro miedo sigue latente: "Milei ha pedido ayuda para lidiar con la inseguridad ciudadana en el país. Uno de mis miedos es que Argentina tome el camino de la militarización. Argentina tiene una legislación muy fuerte que separa Seguridad de Defensa, producto de su historia y de reconocer la importancia de mantener a las fuerzas de seguridad separadas de las fuerzas armadas. Creo que sería un error que Argentina se militarizara".
No vincula este temor a la creciente cooperación militar, personificada en el Comando Sur y el anuncio de una "base integrada" en Ushuaia. De hecho, según la analista y ex funcionaria del Pentágono, este anuncio no tuvo mucha repercusión en Washington. En otros círculos cercanos al oficialismo demócrata también descartaron volver al formato de bases conjuntas o propias con despliegue de tropas permanentes, como sucede en otras partes del mundo como Europa, África y Asia. En cambio, se habla de estancias limitadas, por ejemplo, para entrenar oficiales locales.
La esperanza de la derecha libertaria
Mientras en la intimidad de los círculos demócratas la figura de Milei resulta incómoda -y por momentos incomprensible-, en la oposición republicana, conservadora y libertaria solo genera ilusión y sonrisas. Abrazo y foto con Trump en plena campaña presidencial, dirigentes republicanos que exigen a Biden una alianza aún más estrecha con el Gobierno libertario, una reciente reunión con el vicepresidente de la principal organización del movimiento conservador en Estados Unidos desde la época de Ronald Reagan, la Heritage Foundation, y una visita de Mondino y Posse al centro de pensamiento libertario por excelencia en Washington, el Instituto Cato, son algunas de las postales de una afinidad ideológica inspirada en lo económico, con algunos, y la llamada batalla cultural, con otros.
Para los republicanos Milei "está combatiendo al socialismo", para Trump "está haciendo grande a Argentina de nuevo" -parafraseando su propio slogan-, para los conservadores está resistiendo el embate "de la izquierda global" -como denunció el Heritage hace unas semanas en un artículo- y para sus colegas libertarios de Cato está intentando una hazaña "revolucionaria" que comparan con la de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, la líder que encabezó la guerra contra Argentina en Malvinas y que el propio Milei ha identificado varias veces como una inspiración.
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El Instituto Cato es lo más cercano al ideario de Milei en Washington. No son republicanos, son libertarios. Criticaron a Trump por aumentar el gasto y el techo de la deuda pública y defienden, como el presidente, la idea de desmantelar al Estado desregulando y, al analizar la economía, también como el mandatario, siempre escapan a la lógica gubernamental y se paran desde el sector privado. El Destape habló con Daniel Raisbeck, analista de Cato de políticas públicas en América Latina sobre qué debe esperar Argentina de la renovada alianza íntima con Estados Unidos.
"No creo que el éxito o el fracaso de Argentina o de cualquier Gobierno de América Latina dependa de Estados Unidos. Más allá del libre comercio, que es esencial, el destino de cada país depende de sus políticas. Las inversiones vienen del sector privado y eso depende de las empresas, de los individuos, no de los Gobiernos. Argentina tiene un gran problema: al estar dentro del Mercosur, se limita mucho sus posibilidades de comerciar con el resto del mundo. Pero, como están las cosas ahora, gane Biden o gane Trump, a ninguno le ha interesado el libre comercio con América Latina, es decir, liberarlo más de lo que ya está", respondió el analista libertario.
Y continuó: "Si gana Trump....sin dudas habría mucha más conexión y relación personal de lo que hay hoy entre Milei y Biden. Milei vino varias veces a Estados Unidos y no se ha reunido con el presidente. No hay dudas de que con Trump habría una comunicación mucho más fluida, pero que eso llegue a influenciar mucho las relaciones, por ejemplo, en términos de comercio, bueno no. Porque tampoco estamos viendo a Trump ofreciendo más comercio con América Latina. De hecho, lo que hemos visto fue lo contrario cuando renegoció el Nafta (tratado de libre comercio con México y Canadá). El Nafta es un buen modelo, lo que se necesita es ampliarlo para que otros países entren a ese libre comercio. Pero aún si lo propusiera, para Argentina sería muy difícil aceptar porque está adentro del Mercosur y tiene que hacerlo de la mano de Brasil y no es lo mismo un Brasil bajo Bolsonaro que uno bajo Lula".
En otras palabras, reeditar algo similar al Alca que Néstor Kirchner, Lula, Hugo Chávez y otros líderes rechazaron en Mar del Plata en 2005. "Démosle a todos los países las mismas condiciones que tiene México, que incluso sería más que lo que tienen hoy países con TLC como Colombia", propuso Raisbeck, quien en junio próximo estará en Buenos Aires para una conferencia de Cato en la que participará el propio Milei.
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Desde Cato, no ven con buenos ojos la licuadora de Luis Caputo ni su negativa de dolarizar. Pero por ahora lo consideran secundario frente a lo que ven como un proyecto "revolucionario" para desmantelar el Estado de nada más y nada menos que "un país importante en lo económico y cultural en América Latina como Argentina". Eso sí, con mucha diplomacia le marcan la cancha sobre un tema que consideran central: el cepo.
"Entre más avance la agenda que llevó al Congreso, más facilitará las inversiones. Pero también hay temas que son del Gobierno, como el cepo cambiario. Mientras se mantenga el cepo, será más difícil que lleguen inversiones porque podrá llegar la inversión pero no se podrá sacar las ganancias, los dividendos. Por eso, siempre hemos defendido que había que sacarlo y que existían las condiciones para dolarizar ya. Pero, pues, el plan ha sido otro", reconoció Raisbeck y deslizó que la designación de Caputo al frente del Ministerio de Economía "fue una sorpresa".
Raisbeck destacó una y otra vez lo "poco común" del proyecto de Milei y a la hora de buscar con qué compararlo mencionó al ex presidente estadounidense y héroe del movimiento conservador Reagan y su aliada británica Thatcher, las experiencias de algunos de los países bálticos después del derrumbe de la URSS y Polonia. Ningún país en desarrollo sumido en crisis cíclicas ni mucho menos en la actual y dramática recesión. En la región solo destacó la experiencia dolarizadora de Ecuador.
- Pero el presidente Jamil Mahuad que dolarizó no terminó su mandato. Tuvo que renunciar dos semanas después de dolarizar.
- Sí, no terminó el mandato, pero dolarizó para tratar de salvar al país de la crisis. Pero sí, después cayó.
Pese a la falta de antecedentes exitosos en la región y mucho menos en países en desarrollo en plena recesión, Raisbeck se mantiene -como todo el arco político estadounidense- porque, según su visión, los inversionistas no piensan como los analistas o dirigentes políticos: "En la mente de un inversionista, como Stanley Druckenmiller, él ni siquiera miró cuál era la situación en Argentina después de escuchar a Milei en Davos, solo buscó cuáles eran las cinco acciones más líquidas argentinas que se podían comprar en la bolsa de Estados Unidos y compró. No es porque era Argentina, sino simplemente porque hay un presidente que está desregulando. A los inversionistas no les importa tanto analizar al país, sino que tengan condiciones para invertir. Lo que están viendo los inversionistas es que por ahora es incierto -no sabemos cuánto va a durar, si va a tener éxito- pero al menos existe la voluntad de tener las condiciones para que Argentina sea un país de alto crecimiento y muy atractivo para los grandes capitales".
Aunque los análisis desde los círculos demócratas difieren mucho de los libertarios, en un punto se tocan: ninguno ve una lluvia de dólares en el futuro inmediato para Argentina o para Milei. Ni a través de ayudas del Gobierno estadounidense, gane Biden o Trump este noviembre, ni de los grandes inversores y empresarios que esperan ansiosos que se aprueben las reformas desreguladoras en el Congreso y se levante el cepo. Aunque muchos en Washington siguen con interés lo que pasa en Argentina, las consecuencias que estas decisiones políticas tendrían para los argentinos y argentinas en medio de la actual recesión no parecen ser parte de la ecuación de ninguno de los lados de la grieta norteamericana.