El conflicto universitario en Rosario, al rojo vivo: cómo se vivió una semana de tomas, movilización y solidaridad con los trabajadores provinciales

Las casas de estudio de la Universidad Nacional de Rosario están ocupadas por los claustros desde el lunes y definirán la continuidad de la protesta el próximo lunes. Conflictos con trabajadores públicos alentaron la construcción de lazos entre universitarios y provinciales en un caldo de cultivo cada vez más caliente.

17 de octubre, 2024 | 14.37

Obreros y estudiantes, juntos y adelante. Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta que se joda. Las facultades de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) amanecieron el lunes pasado con la bronca masticada tras el sostenimiento parlamentario del veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Educativo, y volverán a amanecer mañana viernes tomadas por los estudiantes y docentes que las habitan. Así lo decidió una asamblea que congregó a 800 personas frente al edificio de la Facultad de Humanidades y Arte de la UNR, y volvió a unificar a los trabajadores en su lucha por sus derechos con el movimiento estudiantil, un dragón recién despertado que parece dispuesto a dar pelea, en un ambiente extremadamente caldeado.

La lucha por la dignidad de los docentes y del sistema universitario argentino tuvo su eco en las casas de estudio de Rosario. Entre los amplios pasillos, se vieron correr aislantes, colchones, colchonetas y bolsas de dormir que fueron desplegadas entre los salones. La decisión de tomar las facultades fue hecha por los mismos estudiantes y docentes en coordinación en cada una de las escuelas.

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El lunes temprano, el ambiente en la ciudad era un calvario. Los diferentes claustros habían resuelto llevar adelante una serie de actividades para visibilizar la situación en las calles, donde los estudiantes de la Federación Universitaria de Rosario (FUR) votaron la declaración de persona no-grata a los diputados que votaron a favor de la continuidad del veto presidencial, la mayoría de ellos graduados de la universidad. Los docentes hicieron lo propio en una asamblea en la Facultad de Ciencias Económicas, donde una de las legisladoras repudiada, Germana Figueroa Casas (PRO) es docente.

Por la tarde, la tensión incrementó a medida que continuaba la parábola de viralización de los insultos y degradaciones del presidente de la república hacia los docentes, estudiantes e investigadores, toda la comunidad universitaria se congregó en la Plaza San Martín, frente a la Facultad de Derecho, y terminó votando por inmensa mayoría ir hacia una estrategia de acción directa contra los destratos del gobierno nacional. Al día siguiente, en cada patio y espacio donde cabían 400 personas en promedio que participaron de cada asamblea estudiantil, las facultades decidieron la ocupación de sus edificios en protesta de las políticas de ajuste de la educación de grado.

La toma como símbolo

“Queremos llenar las escuelas y pasillos de contenido”, afirmó a El Destape el estudiante de la carrera de comunicación social y militante del Alde (Agrupación de Lucha por los Derechos de los Estudiantes), Luca De Rico, mientras en ese mismo instante se estaba llevando adelante una clase pública en el hall de la facultad desde donde hace dos años que está estudiando.

Al ser consultado sobre la potencia de la acción de ocupar una facultad, el joven militante apuntó que “son semanas muy movidas. Se decidió casi por unanimidad la toma de la facultad”, en referencia a los sectores del radicalismo que estuvieron presentes y que detentan la dirección tanto del rectorado de la UNR como del centro de estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas como también del decanato de dicha facultad, dentro de la escudería del gobernador santafesino Maximiliano Pullaro. De Rico señaló a este diario que durante las asambleas, organizaciones alineadas a La Libertad Avanza aparecieron y argumentaron su posición contra la ocupación de la facultad. No estuvieron ni cerca de ser la mayoría.

Durante la primera noche, "nos quedamos a dormir casi 400 estudiantes", en lo que el militante describió como "una experiencia muy buena. Fue muy simbólica, no detuvo las clases sino que llenó la facultad de contenido”. Originalmente, los claustros decidieron llevar adelante la toma de las facultades y decidir su continuidad cada 24 horas en asambleas permanentes, donde se evaluó la situación de cada casa de estudios.

Si bien la idiosincrasia del movimiento estudiantil de Rosario tiene desde hace varios años una suerte de congelamiento debido a la hegemonía de la Franja Morada, histórica agrupación universitaria de tinte radical, la cercanía de estos con los espacios políticos nacionales que conspiraron contra el financiamiento universitario (la experiencia de las tomas universitarias en 2018 durante el gobierno de coalición de Mauricio Macri todavía está a flor de piel, como un oasis al cual llegar) y las tensiones propias de la correlación de fuerzas entre las agrupaciones estudiantiles peronistas, radicales, comunistas y de centroizquierda, y lo urgente de la situación generó una concordia. No obstante, las suspicacias entre ellos permanecen latentes y por momentos entorpece la organización colectiva.

“Dentro de todo lo difícil que es la toma de una  facultad, se está dando lo que buscábamos, que es llenar de contenido la facultad. Demostrar que está habitada y llena de gente", sostuvo De Rico, quien advirtió que "lamentablemente hoy no tiene la gente que tiene que tener porque venimos de muchos años de deserción estudiantil", sumado al golpazo que significó para el movimiento estudiantil la pandemia y el empobrecimiento de las clases populares que nutren los pasillos universitarios, pero "nosotros queremos que las aulas y los pasillos se llenen de gente. Por eso planteamos desde el minuto uno que toda la actividad académica o cultural creciera exponencialmente y no se suspendiera. Justamente lo que nosotros buscamos es tener clases". 

En los salones, las cátedras se brindaron de forma normal mientras que otras clases se dictaron en las escalinatas de los edificios facultativos, llevando las aulas a los espacios comunes, mientras que las agrupaciones organizaron diferentes grupos de estudio para los estudiantes que se quedaran a ocupar la facultad.

A tan solo 200 metros, en la facultad de Psicología, la comunidad organizó aulas para estudiantes que debían rendir y estudiar para presentarse a las mesas de examen ya organizadas. "Queremos dejar que la gente venga a rendir si lo necesita porque viene siendo un contexto muy difícil es muy difícil y queriendo sumar a gente a la lucha es mejor que siga habiendo actividades y además proponiendo otro tipo de debates que quizá en lo institucional o en las clases diarias no nos damos ese lugar", apuntó a este medio la presidenta del centro de estudiantes de esta facultad, Martina Antelo, quien durmió durante dos noches seguidas en la facultad ubicada en el sur de la ciudad.

En la medida que bajaba el sol de martes, las cuchillas empezaron a cortar los pimientos y a picar las cebollas: los estudiantes que se quedan a dormir de a centenares comen de la mano de las ollas populares y con la música que ellos mismos cantan y tocan en círculos con sus compañeros. "Hoy lo más importante es que la educación sea pública y en eso la organización del movimiento estudiantil y el protagonismo de cada uno de nuestros compañeros es muy importante", definió el militante del Alde.

Un gigante dormido

Antelo sostuvo que lo que se está construyendo desde la discusión, el debate y el encuentro entre los estudiantes y los docentes en los pasillos de las facultades es "un parteaguas" en un movimiento estudiantil por años abrumado: "Es un momento de bisagra y de unificación del movimiento estudiantil de nuevo, con la masividad y la potencia que tiene. No sé si pacífico y que no pasaba nada, sino que este punto es crítico para un quiebre de cómo viene creciendo el movimiento estudiantil".

El movimiento estudiantil se mostró sosegado durante los años de la pandemia, con lo que los jóvenes consultados por El Destape apuntaron, por un lado, a las contradicciones propias de un sistema político tensionado por las agrupaciones estudiantiles y las asperezas originadas en las diferencias ideológicas dentro de las estructuras universitarias, y también lo traumático de la pandemia.

"Para la mayoría de los estudiantes, la pandemia fue como un '¿qué está pasando? ¿qué estamos viviendo?'. Empezar, ser ingresante, no conocer a nadie estar totalmente perdida en la universidad pública que es enorme, fue muy difícil y entiendo también que eso sea un síntoma de por qué el movimiento estudiantil volvió a ganar la potencia que ganó y que este nuevo reverdecer encuentra sentido desde esa óptica", analizó la estudiante de psicología. Lo cierto es que, desde que comenzó la semana, la ciudad se plegó a una agenda diferente a la de la inseguridad y la economía empobrecida, y empezó a mirar a las banderolas colgadas de las puertas principales de las universidades: “FACULTAD TOMADA”.

Olla a presión

Desordenada. A los gritos. Caliente. Muy caliente. Y no tiene que ver con el clima: si bien la primavera trajo los calores y la humedad a Rosario, la asamblea interfacultades de todos los claustros educativos que se convocó para el miércoles a más de 800 personas en la angosta puerta de la Facultad de Humanidades y Arte estuvo atravesada por el enojo del momento.

Las primeras horas de la jornada estuvieron marcadas por una serie de allanamientos a numerosos domicilios por parte de la policía provincial que resultaron en cinco detenidos y una anécdota curiosa: los efectivos no sabían dónde vivía la persona buscada, por lo que rompieron la puerta -aún cuando el habitante de la casa dijo que les abriría voluntariamente- y violentaron a las personas que vivían en los domicilios allanados. Se trató de cinco dirigentes sindicales que fueron identificados durante los disturbios que se dieron en la puerta de la legislatura provincial hace más de un mes, cuando los gremios protestaban contra la reforma jubilatoria del gobierno de Maximiliano Pullaro.

En ese marco, los estudiantes, docentes y no docentes se autoconvocaron en una asamblea pública donde decidieron extender las medidas de lucha hasta el viernes y acompañar los repudios y las exigencias de los gremios en lo que no dudaron en definir como “criminalización de la protesta”. Sin demasiado lugar para los oradores y con un convencimiento que arrasó con las fronteras políticas entre las organizaciones estudiantiles, los claustros reunidos de todas las facultades de la Universidad marcharon hasta la sede de gobierno al grito de “Libertad a los presos por luchar”.

“Hay mucha bronca en la comunidad universitaria. Con el veto, con los agravios, fue como apagar un incendio con nafta. Se multiplicaron los paros docentes, las tomas estudiantiles, todo”, dijo Federico “Pachi” Gayoso, secretario general del sindicato Coad, que nuclea a los docentes e investigadores de la UNR: “No estamos en los albores de una revuelta como la que fue el Rosariazo”, del cual se cumplieron 65 años hace escasas semanas, señaló el dirigente, que de a poco toma mayor peso propio en la oposición local al gobierno nacional libertario: “Estamos arrancando un proceso de reunión obrero estudiantil que puede ser muy interesante. No sé hasta dónde llegará, pero viene creciendo mucho".

El miércoles terminó con una multitudinaria movilización que reclamó por la liberación de los educadores que fueron encarcelados sin orden de detención, para ser liberados casi 30 horas después al solo efecto de ser llevados a audiencia imputativa. Al cierre de esta columna, las discusiones de los estudiantes se libran entre maldecir al gobierno nacional y al gobierno provincial, al cual en su afán de establecer una agenda de rectitud e institucionalidad, mostró una de las coincidencias que tiene con Javier Milei: no dejan ninguna disidencia sin contestar, aún cuando eso signifique sumar a un ambiente signado por la confrontación.