Mauricio Macri continúa con su gira por Asia pero allí le llegó una de las peores noticias: su aliado, el presidente de Brasil, Michel Temer, fue grabado aceptando el pago de sobornos a un ex diputado para que no brinde información a la Justicia sobre hechos de corrupción. Ante eso, el Gobierno decidió adoptar por el momento un precavido silencio pero reconoce la situación difícil en la que quedó envuelto el mandatario del país vecino.
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Una fuente ligada a Cancillería deslizó cuál es la postura oficial tras la revelación del escándalo: "Por ahora, no hay mucho que decir, no nos tenemos que meter. Es un quilombo esto", fue el resumen de la situación que hizo un funcionario del Palacio San Martín que participa de la gira de Macri por China y Japón, y habló con El Destape.
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El Gobierno nacional fue el primero que reconoció a Temer como mandatario de Brasil tras la polémica destitución de Dilma Rousseff. El proceso estuvo signado de suspicacias ya que se desplazó a la ex presidenta por el PT acusada de "pedaladas fiscales". Sin embargo, durante las sesiones en Diputados y el Senado se reiteraron argumentos sobre la lucha contra la corrupción y el combate al "comunismo".
Un año después, uno de los impulsores de aquel impeachment, Eduardo Cunha, está preso en el marco de la megacausa conocida como Lava Jato y el reemplazante de Rousseff, Temer, fue grabado in fraganti avalando el pago de sobornos a Cunha para que no hable ante la Justicia. Según el sitio O Globo, el ex diputado recibía 500 mil reales (unos 160 mil dólares) por semana para "cerrar el pico". El delator de Temer fue uno de los empresarios más importantes de Brasil: el dueño de la compañía alimenticia JBS, Joesley Batista.