El poder judicial inglés estableció que este viernes definirá el caso que enfrenta a los bonistas europeos y al Bank of New York Mellon por las decisiones del magistrado Thomas Griesa en Estados Unidos. Si se da el escenario que esperan los tenedores de bonos reestructurados, se puede generar un conflicto internacional por fallos contradictorios de cortes de diferentes países
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La Chancery Division - que se encarga de temas de negocios y contratos - subió el cronograma a su web, en donde muestra que en el tribunal 13 se tratará el caso Knighthead Master Fund LP & Ors v BoNY (HC14B03236) a las 10:30 de la mañana en hora londinense (7:30 Buenos Aires).
Según el texto, quien se hará cargo del tema será el juez David Richards, quien suplantó durante sus vacaciones a Guy Newey, el magistrado que llevó adelante el tema hasta el momento. Este medio quiso saber si hubo un error en la actualización posterior a la feria, pero no recibió respuesta.
Los acreedores europeos habían pedido en EE.UU. que se establezca que sus papeles están fuera del fallo original de 2012, habilitando así a que el BoNY depositara el dinero en sus cuentas. Sin embargo, a fines de noviembre, Griesa descartó esa opción y preparó el terreno para el choque con la justicia inglesa, a donde recurrieron los acreedores al ver complicada su situación en el tribunal de Nueva York.
A la par del movimiento del juez estadounidense, los holdouts avisaron al juez británico que no iban a participar en ninguna audiencia ni pretendían validar su intervención en el caso. Así, desde los dos costados intentaron sacarle peso a lo que mañana se va a decidir en Londres.
La reacción se generó por la confianza que mostraron los tenedores de bonos reestructurados, quienes dieron a entender que estaban seguros de que iban a conseguir un fallo a su favor y pidieron que se respeten los tiempos de la justicia inglesa.
El juez británico Guy Newey les dio el envión cuando reconoció que la justicia de su país tenía derecho de intervenir sobre el pago e incluso adelantó desacuerdos por lo actuado en Nueva York hasta el momento. Así, aunque el tribunal fue cuidadoso con los tiempos y estiró todo hasta febrero para actuar en línea con las normas internacionales y no pasar ningún límite, dejó en claro que le corresponde pronunciarse y está dispuesto a hacerlo de forma diferente a los jueces de EE.UU.