Tras los mensajes contradictorios, los médicos de Trump aseguran que mañana podría salir de alta

Los relatos cambiantes, y en ocasiones contradictorios, crearon una crisis de credibilidad para la Casa Blanca en un momento crucial, con la salud del presidente y el liderazgo de la nación en juego a menos de un mes de la elecciones.

04 de octubre, 2020 | 18.18

“Estamos extremadamente contentos con el progreso que ha hecho el presidente” de Estados Unidos, Donald Trump, quien "podría ser dado de alta el lunes", aseguró este domingo el médico presidencial, Sean Conley, durante el parte médico que dio hoy en los escalones del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, donde el mandatario está siendo tratado desde el viernes por coronavirus.

Conley ofreció el parte médico alrededor del mediodía estadounidense, junto al equipo médico que monitorea la salud de Trump, conformado únicamente por varones. Allí informó que el nivel de oxígeno en sangre del presidente Donald Trump bajó repentinamente el sábado, pero "ha seguido mejorando", y sugirió que Trump podría ser dado de alta del hospital mañana. Detalló que el mandatario tiene una tos media, congestión nasal y fatiga, pero todos esos signos van en mejoría.

Trump “está recibiendo cuidado constante y un monitoreo ante cualquier evidencia de complicación tanto de la enfermedad de coronavirus como de las terapias que le estamos prescribiendo”, agregó en una breve intervención el doctor Sean Dooley, en referencia a las dosis de dexametasona que el mandatario está tomando.

El fármaco es un potente glucocorticoide sintético con acciones similares a las de las hormonas esteroides, que actúa como antiinflamatorio e inmunosupresor, con una potencia altamente superior a la de la hidrocortisona y la prednisona.

Monitoreamos sus funciones cardíacas, renales y respiratorias, todas ellas están normales y esta mañana el presidente no necesitó oxígeno, tampoco tuvo dificultades para respirar ni para caminar por la Unidad Médica de la Casa Blanca”, aseguró Dooley. Tras los dichos, los medios insistieron sobre una posible neumonía del presidente e inquirieron sobre el estado de sus pulmones. Conley buscó aclarar las declaraciones contradictorias, pero agregó confusión sobre la condición del presidente.

Afirmó que Trump tenía “fiebre alta” y un nivel de oxígeno en sangre por debajo del 94% el viernes y nuevamente el sábado, acompañado por un cuadro de astenia. Actualmente, el nivel es del 98%, dijo el equipo médico de Trump. Los periodistas señalaron el cruce de información, por lo que Conley debió reconocer que se trató “de más de una vez, pero si (Trump) llegó a necesitar oxígeno fue por un período muy corto”, minimizó el médico.

Más allá de las contradicciones, Conley se mostró esquivo ante las preguntas de los periodistas sobre el estado pulmonar del mandatario y más de una vez miró hacia el resto del cuerpo médico en busca de alguna respuesta. “No es cierto que estemos ocultando algo, pero no voy a entrar en detalles sobre la condición de los pacientes. Está respondiendo bien y si todo va bien, mañana podrá estar en la Casa Blanca”, sentenció.

Hoy, “sus signos vitales mejores y no presenta síntomas respiratorios. Camina sin limitaciones mientras seguimos monitoreando su corazón, riñones e hígado que funcionan normales”, aseguró Conley quien agregó que los dichos del jefe de personal Mark Meadows sobre la salud de Trump fueron malinterpretadas por la prensa. El sábado, Meadows dijo a los periodistas fuera del hospital: "Todavía no estamos en un camino claro hacia una recuperación total".

Por su parte, Trump ofreció su propia evaluación de su estado la noche anterior en un video desde su suite del hospital, diciendo que estaba comenzando a sentirse mejor y que esperaba "volver pronto", y volvió a las redes sociales el domingo por la mañana temprano, compartiendo un video de simpatizantes que ondeaban banderas, la mayoría sin máscaras, reunidos frente al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed.

Los relatos cambiantes, y en ocasiones contradictorios, crearon una crisis de credibilidad para la Casa Blanca en un momento crucial, con la salud del presidente y el liderazgo de la nación en juego a menos de un mes de la elecciones.

La Casa Blanca intenta rastrear esta serie de infecciones de colaboradores y aliados cercanos de Trump y todo indica que el brote se desarrolló durante el evento de la Casa Blanca del 26 de septiembre en el que Trump presentó a la jueza Amy Coney Barrett como candidata de la Corte Suprema. Ese día, Trump reunió a más de 150 personas en el Rose Garden, donde se abrazaron y se dieron la mano, sin usar tapabocas.

En tanto, el demócrata Joe Biden, retiró del aire sus anuncios proselitistas y hoy envió emisarios de alto nivel para entregar un mensaje en gran parte amistoso. "Esperamos sinceramente que el presidente se recupere muy rápido y podamos verlo de regreso en la campaña electoral muy pronto", dijo Symone Sanders, que asesora a Biden, informó la cadena de noticias estadounidense CNN. "Este es un recordatorio evidente de que el virus es real", agregó Sanders.

Estados Unidos, que con más de 7,4 millones de casos y 209.668 muertos por la enfermedad es el país más afectado por la pandemia de coronavirus, marchas hacia las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre, mientras los temores por una segunda ola de contagios crecen a diario.