Tras un año con varios éxitos para celebrar, los desafíos de Lula en Brasil para 2024

El presidente del país vecino cerró un año con buenos índices macroeconómicos y una "vuelta al mundo”. Sin embargo, quedan batallas: el Congreso, las elecciones municipales y un escenario internacional vacilante.

01 de enero, 2024 | 00.05

Al terminar su primer año de gobierno en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva festejó. Las razones le sobran al tres veces presidente y líder del Partido de los Trabajadores: el Fondo Monetario Internacional (FMI) ubicó a su país como la novena economía mundial (estaba 12); alcanzó la inflación más baja en cuatro años y el salario mínimo tuvo dos aumentos en un año –algo no común en el país vecino-. “El 2023 fue un tiempo de plantar y de reconstruir”, sostuvo el presidente en la cadena nacional emitida en Navidad. Ahora, espera “la cosecha” del fruto de las las semillas plantadas para un 2024 en el que deberá enfrentar los números de la pobreza, un Congreso conservador, las elecciones municipales y las demandas populares de los movimientos indígenas y LGBTI+.

En diálogo con El Destape, la concejala de Río de Janeiro Monica Benicio y la diputada nacional por el mismo estado Talíria Petrone, ambas del aliado Partido Socialismo y Libertad (Psol), junto con el expresidente del Consejo Federal de Economía y profesor de economía en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP) Antonio Corrêa de Lacerda aportaron sus miradas en lo económico y en lo político de cara a lo que se viene.

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Un hilo une todos los testimonios, inclusive desde la visión del presidente brasileño: lo importante es haber “vencido al fascismo”, derrotar la tentativa de golpe del 8 de enero y retomar los valores democráticos tras lo que muchos llaman el desgobierno del ex presidente Jair Bolsonaro. Tras esas instancias –con juicios de por medio y la inhabilitación del ex mandatario- en aquel mensaje de fin de año Lula apostó a “trabajar fuertemente” el próximo año “para superar todas las expectativas”.

Detrás de los números de la economía

Más allá de los indicadores celebrados desde el Gobierno brasileño, aún quedan desafíos en materia económica. Según los últimos datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), en 2022 se registraron 67,8 millones de personas pobres (31,6% de la población) y 12,7 millones (5,9%) en condición de pobreza extrema, aunque los números mejoraron frente a 78 millones y 19,2 millones, en 2021, respectivamente.

Las tareas a realizar no son menores porque la situación responde a una situación estructural que lleva 500 años. En palabras de Corrêa de Lacerda “Brasil es uno de los países de mayor concentración de la rienda y de la riqueza en el mundo, con una gran diversidad regional”, sostuvo y citó el informe de Global Wealth Report de 2023 que precisó que un 48,4% de la riqueza del país está en concentrada en el 1% de la población.

Ahora bien, el paso para “paliar” la situación tras la gestión de Bolsonaro “en el que hubo un retroceso importante en términos institucionales”, es afrontarlas “en un régimen democrático y con respeto a la Constitución”, dijo y aclaró que para él ese es el “hito del gobierno de Lula III”.

Uno de los retos, dijo el analista, será el avance de la primera reforma tributaria realizada en tres décadas aprobada recientemente, cuyas modificaciones deben continuarse en el Legislativo para adaptar los impuestos. A los ojos de Corrêa de Lacerda “está lejos de ser ideal”, por lo que en las delimitaciones que diseñe el Congreso deberán “abarcar la corrección de la regresividad tributaria en Brasil, que es muy grave y tiene que ver con el factor de la distribución del ingreso”, así como el desafío de “revertir los paradigmas de una sociedad en la que empresarios, trabajadores de mayor rienda y emprendedores en general se habituaron al rentismo en detrimento de la producción”.

La puja en el Congreso

El Congreso brasileño es, sin dudas, uno de los espacios clave en la disputa de poder. Allí, la balanza está inclinada para el lado de los conservadores y la extrema derecha que lograron la mayoría de las bancadas en ambas cámaras, en 2022. Quedó demostrado cuando en mayo de este año el Ejecutivo se vio obligado a negociar para poder mantener a su gabinete de 37 ministerios –contra los 23 que tenía Bolsonaro-. La moneda de cambio en ese momento fueron instituciones clave en los ministerios de Ambiente y de los Pueblos Indígenas.

Más tarde, en septiembre, el Ejecutivo incorporó dos partidos –y un nuevo ministerio- al Gobierno que cuentan con referentes aliados a el expresidente Bolsonaro: Republicanos –brazo político de la evangélica Iglesia Universal del Reino de Dios- y Progresista –encabezado por el hasta ahora presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, cuyo puesto se debe rubricar este año-.

Pese a la retomada de la agenda de derechos sociales por el Gobierno la creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas, la inversión en ciencia y el aumento de las becas académicas, la diputada nacional Talíria Petrone sostuvo ante este medio que “la presión” del Congreso conservador se vio en la presentación de una política fiscal “con elementos de austeridad, que van en la dirección opuesta de la plataforma electoral de Lula y en una reforma laboral que avanzó en algunos puntos, pero quedó muy por debajo de las demandas históricas de igualdad y justicia fiscal”, dijo. Especialmente, para la población negra e indígena “que pagan proporcionalmente más impuestos que los blancos y los más ricos”.

“Hay un gran desafío para el Congreso en entender que el pueblo brasileño exige medidas progresistas para mejorar sus vidas”, dijo Petrone, que es la impulsora y creadora de la Bancada Negra en el Legislativo. A su entender, el eje de discusión está en: educación, salud, las políticas ambientales –como la descarbonización-, la ley anti fake news –“para combatir la máquina de mentiras de la extrema derecha”- y la agenda antirracista con políticas afirmativas y de reparación histórica para “el fortalecimiento de la democracia”.

Elecciones municipales

El derrotero electoral de cara a las elecciones municipales del 6 de octubre comenzará en agosto y terminará el 27 de octubre en casos de segunda vuelta. En esos comicios más de 152,7 millones de personas deberán asistir a las urnas en 5.568 municipios para elegir alcaldes, vicealcaldes y concejales por los próximos cuatro años.

“Influenciarán la gobernabilidad del Ejecutivo nacional y de las elecciones generales de 2026”, aseguró Corrêa de Lacerda. Con el expresidente Bolsonaro fuera de cancha después de haber sido declarado inelegible por el Tribunal Superior Electoral, el bolsonarismo sigue vigente en los hijos del exmandatario y en gobernadores –como Tarcício de Freitas, de San Pablo; o Romeu Zema, de Minas Gerais- que usarán estas elecciones como plataforma de impulso.

Lula lo sabe y, por eso, a principios de diciembre en la Conferencia Electoral del PT anticipó que puede repetirse la polarización ideológica que ya se dio en 2022 y exigió salir a militar. “El 90% de las cosas que anunciamos aún no florecieron”, reconoció ante la dirigencia del partido, según reseñó la Agencia Brasil. “Ahora, la economía va a crecer un mínimo del 2%. Vamos a llegar a 2 millones de empleos. ¿Es mucho? No, es poco. Quiero más. Y ustedes tienen que querer más. Nunca se contenten con lo que hicimos, pidan más”, dijo para animar y llamar a la militancia.

Escenario internacional

En 2024 habrá elecciones en Estados Unidos, Rusia, India, Taiwán y Venezuela, entre muchos otros países más que pueden llegar a inclinar la balanza para uno u otro lado. Como sea que se definan, el orden internacional puede llegar a sufrir cierto impacto.

Para el caso, el Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos (DIEESE) brasileño alertó en un último informe sobre las “dificultades” que atravesaron los tres principales socios comerciales del país –China, Estados Unidos y Argentina- en términos de disminución del crecimiento económico, reportó el portal Rede. “La desaceleración del crecimiento de China puede causar impacto en las exportaciones brasileñas”, previeron, aunque también marcaron que “pueden seguir en expansión, impulsadas por los commodities alimenticios y por el petróleo”.

“Hay una cierta presión inflacionaria que estamos sintiendo ahora con los efectos de las guerras, sobre el precio del petróleo. Ahora, desde el punto de vista más coyuntural y estructural, Brasil es una potencia energética y una potencia en biodiversidad”, señaló Corrêa de Lacerda sobre lo que se viene. Esa ventana, para el analista, significa la posibilidad para que el país “se consolide como un gran ‘atractor’ de inversiones internacionales” para la continuidad del crecimiento económico, baja inflación, reducción de intereses y mejoras de crédito.  

El vínculo con Argentina

Tanto el DIEESE como Corrêa de Lacerda hicieron referencia a la situación en Argentina, uno de los mayores socios comerciales de Brasil, el más importante en el Mercosur: “El escenario es especialmente complejo con la presencia de Javier Milei, un extremista ultraliberal de decisiones erráticas, que puede tener impacto en la economía de la región”, advirtió el DIEESE.

Corrêa de Lacerda, se expresó en el mismo sentido, aunque apuntó que “seguirá siendo un gran socio”, preciso que “el mayor problema de Argentina es si Milei, de facto, conseguirá gobernar” dadas las “medidas altamente cuestionables” que tomó en las primeras dos semanas de Gobierno para la desregulación total de la economía por decreto de necesidad y urgencia.

Vale decir que la relación entre ambos mandatarios no empezó de la mejor manera: Lula le pidió a Milei unas disculpas públicas para asistir al traspaso de mando y eso no se cumplió. En cambio, estuvo Bolsonaro en la Argentina. Más allá de la política pragmática brasileña las perspectivas diferentes de ambos mandatarios avizoran tensiones entre ambos países, lo que entorpece la idea de integración latinoamericana del brasileño y de ubicarse como líder regional.   

“Lo normal no es suficiente”

“El primer año, sin dudas, fue muy importante para retomar los valores democráticos en la sociedad brasileña. La dignidad de las minorías sociales no está más tan fuertemente amenazada”, sostuvo ante el El Destape Monica Benico, para marcar la contraposición con lo que llama el desgobierno de Bolsonaro. Ella es activista por los derechos humanos y ex esposa de la concejala negra, lasbiana y favelada asesinada, Marielle Franco (Psol).

Ante una democracia que, considera, “siempre fue muy desigual y limitada” cimentada “con violencia, sobre la sangre del pueblo indígena y negro”, la clave, para ella está en “construir una democracia de alto impacto” con políticas en el mediano y largo plazo que recuperen el sentido de la memoria, la verdad, la justicia y la reparación “para hacerle frente a las violencias de la colonización, la esclavitud, la dictadura y los golpes sufridos en el país, que son parte estructurante de la perpetuación de la violencia en la sociedad”, indicó.

Los números le dan forma al impacto de la violencia: según el Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), entre enero y junio del 2022, fueron asesinadas 722 mujeres, lo que significó un alza del 2,6% respecto al primer semestre del año anterior en la cantidad de femicidios. “Brasil es el quinto país con más femicidios y es el campeón en asesinatos de la comunidad LGBTI” en el mundo, sostuvo Benicio, para graficarlo, a lo que se suman “una serie de violencias racistas cotidianas contra personas negras e indígenas”.

Por eso, ya restablecida la democracia, para la concejala lo que queda de ahora en adelante es “tener el coraje de decir que lo normal no nos es suficiente”.

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