Desterro es la primera película de ficción de la directora brasileña María Clara Escobar, un relato que cuenta la misteriosa desaparición de una joven que deja a su familia devastada y que hoy estrena en el Complejo Gaumont.
Protagonizado por Carla Kinzo, Otto Jr. y Rômulo Braga, el filme participó en la competencia oficial del Festival Internacional de Cine de Rotterdam, entre otros certámenes internacionales.
La película siempre estuvo planteada para que sus personajes caminaran un palmo arriba de la tierra, es decir, estén desterrados, explica la directora en comunicación con Télam.
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Con una estructura fragmentada que busca indagar sobre la complejidad de las emociones de la protagonista, en la propia apatía y la de su entorno, el relato complejiza la estructura narrativa tradicional porque la mayoría del cine ha retratado a las mujeres como una cosa sola y fija, en general madre o pareja, pero muy pocas veces como alguien que no tiene forma definida o permanente, analiza la realizadora carioca.
La trama parte de la historia de una mujer joven que desaparece de repente dejando a su familia totalmente desolada, y lo que sucede cuando un tiempo después su marido escucha noticias de que han encontrado su cuerpo en Argentina.
Télam: ¿Cuál fue la premisa para contar Desterro, que no tiene una estructura convencional?
María Clara Escobar: El proyecto nació del deseo de pensar en las estructuras de nuestra sociedad y también en la estructura cinematográfica que ya están condenadas en nuestras vidas, intimidades y narrativas. Parte también del deseo de investigar qué podemos ser, especialmente nosotras, las mujeres latinoamericanas, retratadas en movimiento o cómo podemos retratar a alguien sin que eso congele a esa persona o personaje. Porque la mayoría del cine ha retratado a las mujeres como una cosa sola y fija, en general madre o pareja, pero muy pocas veces como alguien que no tiene forma definida o permanente. Y creyendo que podemos juntos quemar la casa y desde el suelo desterrado construir algo nuevo, hice esta película. Un poco el interrogante es que si ya sabemos y asumimos muy bien qué son los finales, ¿qué haremos con todo esto el resto de nuestras vidas como sociedad y como individuos?
T: La película trabaja sobre la incomodidad de los protagonistas, como si ninguno de los personajes quisiera vivir la existencia que tienen. ¿Es así? ¿Fue un camino elegido o la propia puesta llevó a esa tensión en la historia?
MCE: La película siempre estuvo planteada para que sus personajes caminaran un palmo arriba de la tierra, es decir, estén desterrados. Hablamos de ese sentimiento de no tener dónde pisar, hacia dónde volver. Hay una canción brasileña de Siba Veloso que dice, toda vez que doy un paso, el mundo se desplaza. Y es un poco así, ¿quién tiene el privilegio de estar confortable en el mundo de hoy? Por eso creo que es necesario quemar las estructuras de un cierto tipo de imaginario, para que busquemos un mundo para nosotras y para los otres.
T: La película tiene una mirada e incluso dialoga con una parte del llamado nuevo cine argentino, por ejemplo en cierta apatía de los personajes. ¿Cuáles son tus referentes o cinematografías afines?
MCE: Creo que hay una necesidad de formar grupos para pensar épocas y movimientos por parte de la crítica para que organicemos nuestra historia cinematográfica. El nuevo cine argentino es un grupo en el que estaría contenta de estar incluida, porque contiene muchas, muchas películas que admiro mucho. Pero creo que somos un grupo de personas viviendo el mismo tiempo histórico y todos los latinoamericanos tenemos historias que se parecen. Es lo que en un futuro llamaremos "generación", hay reflexiones y experiencias de mundo que se parecen.
T: La puesta tiene mucho de artificio y le escapa a la narración lineal. ¿Qué es lo que te interesa al plantear un tipo de relato así?
MCE: Creo que más que un interés en la forma siento que mi posibilidad de entender el mundo es un poco cómo junto las piezas de lo que siento, de la gente que conozco, de las historias que se me cruzan. Quizás por eso también escribo poemas. Esa es mi experiencia en el mundo: fragmentada y no lineal. Y me gusta.
T: El relato está cruzado por los discursos de mujeres y su fricción con el mundo. ¿Desterro es una película que pone en discusión el discurso feminista?
MCE: Soy una mujer latinoamericana y hago mis películas siendo una mujer. Creo que es inevitable, al menos para mí, que mis películas discutan qué puede ser la imagen de una mujer en el cine, cuáles fueron hechas hasta ahora y cómo eso impacta en nuestras vidas, no solo en nuestra experiencia cinematográfica ni en la materia fílmica, sino también detrás de las cámaras con otros equipos, con otras formas de hacer. Por eso quizás mi respuesta sea sí y no. No es algo desde afuera, sino una búsqueda desde adentro, política y amorosa, desde mi existencia para otras mujeres que están acá y por las que vienen.
Con información de Télam