La realizadora Sandra Gugliotta estrena hoy en salas locales "Retiros (in)voluntarios", un documental que "expone los efectos devastadores que han causado las políticas de recursos humanos de las empresas de telecomunicaciones tanto en Francia como durante la década del 90 en Argentina" a partir de las privatizaciones.
"La película refleja un conflicto social y político con aristas poco conocidas en nuestro país, pero tiene también un aspecto subjetivo, donde me ubico yo como sujeto a quien la historia le sucede no solo en la calle, en la tele, en los diarios, sino en el interior de su casa, en su familia, en la relación con su padre", explicó Gugliotta en una entrevista con Télam.
A partir de los testimonios de los protagonistas sobre los sucesos ocurridos en ambos países, que atraviesan también a la cineasta en lo personal, la cinta propone un recorrido de lo particular a lo colectivo y de lo privado a lo laboral, además de buscar reflejar las secuelas que deja en las personas la implementación de políticas neoliberales.
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"El acoso psicológico, la violencia indirecta y el temor al despido fueron las armas que usaron las compañías para someter a sus empleados. Depresión, enfermedades y en el peor de los casos, suicidios, fueron las consecuencias", añadió la hacedora de títulos como "Las vidas posibles" (2007), "Arrebato" (2014) y "La Toma" (2013).
"El documental permite por un lado reflexiones de índole íntima y subjetiva del tipo de qué cosas son valiosas en la vida o cómo reaccionar ante la adversidad, y también de índole política y social sobre sucesos que pasan de manera muy similar en dos países muy distintos", abundó la realizadora.
Télam: ¿Cómo llegás a la información de los hechos que ocurren en Francia y qué te pasó con esa situación que te impulsó a hacer este documental?
Sandra Gugliotta: Me llega por una noticia sobre los suicidios de los empleados telefónicos en Francia. Luego tomo contacto con Damián Pierbattisti, un sociólogo autor del libro "La privatización de los cuerpos", en el que narra una investigación que realizó durante diez años la Sorbona y el Conicet con la hipótesis de que la Argentina de 1990 fue un laboratorio de las políticas de acoso laboral en Recursos Humanos que se aplicaron en Francia en la década del 2000 durante las privatizaciones.
T: Hacés un paralelismo entre las consecuencias de esas políticas implementadas en los 90 y lo que ocurrió más tarde en Francia, ¿cuáles son las diferencias que encontraste en los trabajadores y en la sociedad en su conjunto?
SG: Las diferencias tienen que ver con que son sociedades, culturas y sujetos muy diferentes. Creo que los argentinos tenemos la piel más curtida después de tantas crisis. Somos un país evidentemente más pobre, donde lo material es menos importante en la construcción como sujetos y estamos más ejercitados en volcar hacia afuera nuestras frustraciones, ya sea a través de la protesta social, o compartiéndolas con una red afectiva o con una asistencia psicológica.
T: Luego de la investigación que realizaste, ¿cómo definís lo que significaron los retiros voluntarios para los trabajadores?
SG: Para muchos trabajadores fue un cambio trascendente en la organización de sus vidas y de su subjetividad. Al principio, muchos los aceptaron porque las ofertas económicas fueron tentadoras y además porque les construyeron un "relato" de las cosas que podían hacer de forma independiente. La realidad fue diferente: en muchos casos no sabían cómo autogestionarse y en Argentina los vaivenes económicos no tardaban en destruir ese pequeño capital que habían cobrado. Entonces pasaron de cuentapropistas a desocupados. Habían perdido su lugar como trabajadores y su identidad de pertenecer a una empresa que también era un "servicio público".
T: ¿Pensás que hay nuevos riesgos para los trabajadores en estos tiempos, como esta idea de la eliminación de las indemnizaciones?
SG: El trabajo como concepto, más allá de las indemnizaciones, está evolucionando hacia un lugar nuevo. Me pregunto qué va a pasar dentro de poco con todas las personas que ocupan puestos de trabajo que están desapareciendo a una velocidad increíble. El futuro se está reconfigurando y si no se plantean soluciones urgentes el panorama parece dramático para una inmensa cantidad de personas que se van a quedar sin empleo.
T: ¿Considerás que hubo un aprendizaje de lo vivido en Argentina?
SG: Estamos viviendo permanentemente en círculos, repitiendo cosas y sumando conflictos nuevos. En este momento no siento, desgraciadamente, que lo que aprendimos de nuestros errores se transforme en cambios importantes. Estamos atrapados en las mismas contradicciones.
T: La película refleja que hubo, de alguna manera, justicia en Francia para esos trabajadores y en Argentina no, ¿por qué?
SG: En Francia se efectuó en 2019 un juicio a los CEOs de France Telecom, donde se los declaró culpables de acoso laboral en diciembre de ese año y la empresa apeló.
Fue un juicio histórico llevado a cabo luego de diez años de lucha de los distintos sindicatos, las víctimas y los abogados que tienen antecedentes en casos resonantes de gran impacto en la opinión pública. En Argentina tenemos conflictos nuevos todo el tiempo, creo que vivimos en una inmediatez donde no hay demasiado espacio público para reflexionar otros temas que no sea el conflicto urgente.
T: ¿Hay una continuación de este proyecto?
SG: La continuación es justamente ese proceso y la apelación con las consecuencias que eso implica en mis personajes. El proyecto es seguirlos, pero también incorporar nuevos, como una mujer que quiero que tenga un lugar protagónico en la próxima película. Su historia me impactó particularmente, porque intentó suicidarse en su lugar de trabajo clavándose un cuchillo en el estómago. En ese momento tenía una hija de siete años. Con el paso del tiempo empieza a contar su caso, es testigo del juicio, escribe un libro y puede resignificar su historia.
Con información de Télam