(por Javier Berro) En un formato íntimo y acompañado por su banda, Bruno Albano se presentará el 8 de julio en el porteño Bebop Club con el repertorio de Solitarista, un disco que con el "rompió" con su "yo cancionero" para crear "algo que sea un signo de época" que actualice la "tradición" a partir de "un compromiso mayor y un vuelo nuevo".
Siento que si no hubiese tenido eso durante la pandemia, lo hubiese pasado mucho peor. Porque me despertaba y al menos tenía esta esperanza de que estaba haciendo un disco en mi casa. Un disco que también sufrió el aislamiento, la depresión, la desesperación y la inquietud, pero que fue bastante compañero para mí, resumió.
Luego formar parte de Banda de Turistas durante más de una década, en 2018 decretó el comienzo de su carrera con el single "Canción Simple" y, al año siguiente, lanzó su primer álbum "Yo no soy Bruno" compartiendo la producción con Tuta Torres (Babasónicos), presente otra vez en esta nueva etapa signada por las relaciones virtuales a distancia.
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"Solitarista", grabado y compuesto durante el aislamiento, refleja las inquietudes de su autor sobre las nuevas formas de relacionarse con el mundo desde una vida cotidiana atravesada por el encierro y con una crisis artística a cuestas que lo llevó a reformular su existencia artística.
De aquel puñado de canciones compuestas entre finales de 2019 y comienzos de 2020, solamente quedó en pie "Polifomo", lanzada como single en abril de ese año: "Fue la canción que zafó un poco de todo eso, pero cuando salió yo ya estaba encerrado en mi casa y empezaba a entender que no iba a ser fácil llevar todo el proceso que me había propuesto, que era sacar muchos singles y después un compilado de esas canciones".
"Las canciones fueron despertándose a medida que yo iba sintiendo y atravesando ciclos en el aislamiento. Estuvo bueno porque muchas surgieron en el encierro cuando me encontré con una cantidad de tiempo eterna para hacerlo y entonces cambié de proceso. Empecé a trabajar de cero en esas noches infinitas y en una rutina totalmente destrozada", añadió.
A partir de esa "anarquía rutinaria", trabajó con la premisa de "hacer algo que no tuviera nada que ver con la pandemia o la soledad" para eludir los lugares comunes, pero "inevitablemente" terminaron apareciendo canciones como "Amorestream" que hablan sobre "salir del encierro en una especie de salida prohibida y encontrarse con un mundo que estaba olvidado, con todo ese desborde emocional que fuimos atravesando".
"En todos los discos que hago y que hice también con Banda de Turistas, siempre intenté reflejar un poco la realidad de ese período actual o contemporáneo, y medio que cuestionarlo un poco. Esta vez fue como mucho más profundo y más fuerte, todo mucho más a flor de piel", sintetizó sobre este nuevo disco, donde hay colaboraciones de Clara Trucco ("El Precio de Importar") y dos inéditas como Sidentidad y Hay alguien afuera".
Télam: Y en esa búsqueda cobraron protagonismo otros elementos como los sintetizadores y las máquinas de ritmo ¿Fueron importantes para esta nueva búsqueda?
Bruno Albano: Lo que pasó con este disco es que quise destrozar la canción. Quise romper con mi yo cancionero, con mi manera de componer las canciones. Pasé por algunas crisis artísticas y creativas un poco antes de la pandemia que me llevaron a un lugar un poco oscuro de replantearme mi concepción y mi aproximación a la composición. Al encontrarle un sentido diferente, quise destrozar todo lo que había creado hasta ese momento. De hecho, ninguna canción fue compuesta ni grabada con la guitarra. Nacieron directamente de la producción con la computadora en casa y probando cosas. Siempre tratando de romper con las formas para sacarle la tradición musical de la historia de la música y traducirlo a un formato y una expresión más actual, a partir de una manipulación de elementos. El disco anterior tenía un hábitat súper cancionero, que es lo que me define a mí. Con este, se trataba de encontrar un lugar incómodo, y que incluso hasta me avergonzara a mí como en "Hay alguien afuera", donde hay un solo tono y sin modulaciones.
T: ¿Y cómo se lleva esa búsqueda artística con esta actualidad de la industria musical donde reinan las lógicas impuestas por las plataformas y las nuevas formas de consumo de la música?
BA: En todos estos años fui entendiendo que uno tiene que hacer música para dejar no una huella pero sí algo que perdure en el tiempo; es una forma de ser inmortal. Dejar algo que sea relevante y trascendente para los que vengan después o para tu futuro. Lo que pasa ahora con la música es que es muy instantánea. A veces veo el consumo de la música como si fuese el consumo de una red social. Como si el lanzamiento de una canción fuera una historia de Instagram que dura un día y que después ya viene otra cosa, y eso quedando como en un abismo de algoritmos y de redes que es totalmente infinita e inabarcable. La pregunta es cómo hacer para no perderte en todo eso, o cómo hacer para estar al margen de todo y salir del consumo actual y de la manera que tiene la gente de escuchar la música. Entiendo que son las leyes y el ritmo de la actualidad, pero en cualquier momento eso va a cambiar y va a venir otra cosa. Y al final uno es como una cosa que sube algo a una nube que no existe, entonces que la música empiece a estar ligada a eso me parece que es como encerrarla en un frasco. Para mí hay que abrirle esa tapa y dejarla que vuele, porque la música viaja en el tiempo y conecta enseguida con cosas que pasaron hace décadas o cientos de años.
T: ¿De qué otras maneras se expresaba esa crisis artística que te tocó atravesar?
BA: Empecé a sentir en un momento con la música que estaba dando por sentado ciertas cuestiones creativas. En realidad, lo que estaba aflorando en mí en ese momento y sacando otra piel, era esto de cuestionarme los métodos tradicionales que tenemos para hacer música. A veces agarraba la guitarra, tocaba un acorde y me preguntaba cuántas veces en la historia había sonado ese mismo acorde y qué podía hacer yo de nuevo con eso sin caer en un cliché. Qué decir que llame la atención, qué tocar que sea nuevo en una guitarra que tiene cientos de años, que fue tocada por gente mucho mejor que vos. Y por qué hacerlo de la manera que ellos lo hicieron si ellos lo hicieron mejor. De repente empecé a tener como estos pensamientos un poco destructivos, pero al final fue bastante bueno porque me llevó a este nuevo modo de acercarme a la música. Y a crear música hasta con sonidos de ambiente que los iba repitiendo, tal vez con un ritmo. Y así fue cómo empecé a destrozar esto de la canción. Después me fui amigando con el tiempo, pero pasé mucho tiempo sin tocar una guitarra, porque me parecía que las guitarras no tenían que existir más (risas). Ya me fui amigando con los instrumentos orgánicos. Ahora me gusta de vuelta tocar y componer con la guitarra, pero cuando grabo trato de sacarla o destrozar todo eso y llevarlo hacia una concepción más actual de la música. Pero no por querer ser moderno; sino porque ya me parece innecesario con todas las bandas buenas que hubieron y con las formas exploradas. Me pasa lo mismo con la literatura cuando leo novelas actuales que no se pueden comparar con las grandes novelas que se escribieron hace cincuenta años.
Con información de Télam