La producción de litio podría crecer en Chile a un 8% anual, mientras que en Australia promediaría el 16%. El horizonte global indica incrementos productivos hasta el 2027. Sin embargo, la consultora CRU Group estimó que en Argentina el avance podría ser del 50% anual. Este dato fue destacado recientemente en un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) en base a las conclusiones de XII Seminario Internacional “Litio en la región de Sudamérica”, realizado en la ciudad de Salta durante agosto. El valor agregado dentro de los diferentes complejos exportadores locales será un elemento clave para el desarrollo económico del país. Y dentro de la industria minera habría mucho para aportar, tal como especificaron también desde la organización Fundar, que en un reciente trabajo analizó en detalle el desarrollo de proveedores para el sector. En este escenario, surge otro dato clave: la tonelada promedio exportada por el complejo litio supera los US$ 25.500 en lo que va del año, según las estimaciones de la BCR.
El país tiene la chance de jugar en la primera liga del litio, ya sea por la cantidad de recursos con los que cuenta pero también por el potencial de los desarrollos exploratorios concretos que se vienen anunciando. En dicho mapa global, por ejemplo, Bolivia dispone del mayor volumen de recursos de litio del mundo, aunque con muy bajos niveles de exploración, lo que reduce su potencialidad productiva.
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En el contexto global, los elevados niveles de exploración y desarrollo de Australia y Chile los convierten a ambos en el eje central de la producción global de litio. Según la BCR, el 77% del abastecimiento mundial del litio proviene de este dúo. “Sin embargo, un menor y más incierto volumen de proyectos en estos dos países les plantea un horizonte de mediano plazo con un crecimiento menor al de la Argentina”, indicaron. El horizonte hacia el 2027 indica que la producción local podría incrementarse en un 50%. Todo un desafío.
“Uno de los consensos del amplísimo espectro de actores de la cadena es seguir potenciando la extracción de litio y la producción de carbonato y cloruro en la Argentina. En un futuro cercano también se esperan volúmenes de producción de hidróxido de litio en nuestro país. Por supuesto, las iniciativas para la vinculación con automotrices para producir más vehículos eléctricos en la industria local y la producción nacional de baterías son factores potencian la cadena litífera argentina, sin que esto redunde en falsas antinomias sobre las exportaciones de litio argentino”, puede leerse en el informe de la BCR publicado el pasado 15 de septiembre.
El año pasado, la tonelada promedio de exportación argentina se ubicó con un valor de US$ 705, mientras la tonelada de importación promedió los US$ 2.088. “Dentro del amplio espectro del comercio exterior argentino, debemos destacar que la tonelada promedio exportada por el complejo litio lo que va del 2023 supera los US$ 25.500”, agregaron desde la Bolsa de Rosario.
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El impacto en las provincias
La producción industrial minera tuvo un incremento del 10,9% en el acumulado enero – julio de este año comparado con el mismo período del 2022. Dentro de este complejo económico, el desarrollo del carbonato de litio y otros derivados registraron en julio un alza interanual del 80%, mientras que, en el acumulado, el avance fue del 18%.
Los complejos soja, automotriz, petrolero-petroquímico, cereales, carne-cuero bovinos, y minería concentraron el 82% del total de las exportaciones durante el primer semestre de este año. En el caso de los minerales metalíferos y litio, se alcanzaron ventas por 2.864 millones de dólares, (8,6% de las exportaciones), con un aumento interanual de 0,8%.
Dentro de este rubro, los mejores resultados estuvieron en los despachos en oro y plata, con una participación sobre el total exportado por el sector de 49,7%; le siguieron en importancia el siderúrgico (19,2%), aluminio (15,9%), litio (14,5%), plomo (0,2%), y otros minerales metalíferos (0,5%).
Los resultados positivos de la minería deberían repercutir en el crecimiento económico de cada una de las provincias en las que se encuentran los diferentes desarrollos productivos, teniendo en cuenta el fuerte entramado de servicios y empleo indirecto que se genera a partir de estas actividades.
Proveedores e integración
“Argentina es un país con un importante entramado productivo-industrial y proveedores competitivos en muchos sectores. Allí, en colaboración con el sistema científico-tecnológico, existe un gran potencial para impulsar una transición energética basada en el aparato productivo nacional y provincial, como también para abordar muchos de los grandes desafíos ambientales”, destacaron desde Fundar, en un documento firmado por Diego Murguía, Anabel Marín, Víctor Delbuono y Carlos Freytes.
Para los autores, el desafío que se mantiene vigente para el Estado sería la conformación de una nueva institucionalidad minera cuyo objetivo sea la generación de encadenamientos productivos (fiscales, hacia atrás y hacia adelante en la cadena de valor), incluido el desarrollo de proveedores.
En tiempos electorales donde las fuerzas liberales y de Juntos por el Cambio proponen romper todo vínculo con el sistema científico académico público, resulta más que trascendental encontrar los puentes entre la inversión pública y los proyectos productivos que contribuyan a mejorar la calidad de vida de la población, a partir de una mejor distribución de la riqueza e ingresos.
“La institucionalidad debiera surgir producto de una estrategia negociada entre diversos actores y sectores, y a partir de acuerdos y consenso político entre la Nación y las provincias sobre cómo coordinar políticas, información, regulaciones, incentivos y sanciones para avanzar hacia una política o estrategia federal en el desarrollo de proveedores para minería”, explicaron en el trabajo “Desarrollo de proveedores para el sector minero”.
Y en el camino de potenciar a los proveedores locales, lo primero que surgiría sería ordenar el tablero con un registro que “podría contener un listado ordenado de los proveedores ya operativos y de los que tienen potencial indicando su localización, estructura, sus capacidades productivas, certificaciones de calidad adquiridas o en proceso, antecedentes con el sector minero y otros clientes”.
En este reordenamiento, el vínculo con el sistema científico técnico también debería ocupar un lugar central. “La mejora en el uso de los recursos estatales yace en la articulación entre las necesidades, agendas e intereses del sector minero, del Estado (incluidas las empresas estatales mineras y no mineras) y del sistema científico-tecnológico y de innovación. Este último se canaliza principalmente a través del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)”, concluyen.