Un 16 de abril de 2012, la expresidenta y actual vicepresidenta, Cristina Kirchner, anunció el envío formal al Parlamento del proyecto de expropiación del 51 por ciento del capital de YPF para poner fin a "una política de vaciamiento" de la petrolera controlada por la española Repsol. Del crecimiento y la proyección de futuro en los primeros años de gestión, pasando la por la pandemia y Mauricio Macri, y el resurgir de una empresa insignia para la Argentina.
En primer lugar, hay que conocer el origen que explica el porqué de la expropiación efectuada hace una década. Durante los últimos años de propiedad española, la producción de YPF cayó sistemáticamente. Las reservas bajo la gestión de Repsol cayeron un 50% a pesar de que el país para ese momento ya tenía explorada a Vaca Muerta, la segunda reserva de gas del mundo y la cuarta de petróleo. Su falta de desarrollo es lo que no permitió incorporarlas a las reservas de la compañía.
Pese a haber contraído su nivel de producción, YPF logró más que duplicar sus ventas a través de aumentos de precios, en millones de dólares corrientes en un 113 por ciento desde el año 2003. En ese año fue done el país tuvo que importar más combustibles. En ese contexto, la compañía logró una utilidad neta (ganancia) de 16.450 millones de dólares entre 1999/2011, en un contexto en dónde la compañía no invertía en producción ni en refinación.
La falta de inversión tiene su correlato en el pago de dividendos. En lugar de destinar la ganancia a los pozos y a la producción se la distribuyeron entre los accionistas. Entre 1999 y 2010, se pagaron 13.246 millones de dólares en concepto de dividendos. En 2011, la Argentina se convirtió en un importador neto de gas y petróleo con un déficit de 3.029 millones de dólares.
“De proseguir esta política de vaciamiento, de no producción, de no exploración, prácticamente nos tornaríamos con el nivel de crecimiento, actividad, industrias, trabajadores, en un país inviable. Pero lo más grave, nos tornaríamos en un país inviable por políticas empresariales y no por falta de recursos”, afirmó Cristina durante el discurso en el que se anunció la recuperación de YPF.
Una década de recuperación
A diez años desde que Cristina Kirchner decidió la nacionalización del 51% del paquete accionario de YPF, el actual presidente de la petrolera, Pablo González, señaló se trató de una de las "decisiones más trascendentales de la historia de YPF". A la vez, resaltó el desarrollo de la exploración de los hidrocarburos no convencionales tras el descubrimiento de Vaca Muerta lo que le dio mayor horizonte a la empresa nacional. "El haber recuperado YPF significa la clave del futuro de los argentinos", afirmó González.
"Fue una decisión política importante. Desde ese momento YPF se pudo desarrollar mucho mejor manejando sus propios intereses. Se volvió a comenzar una etapa de muchos éxitos", agregó en la misma línea Antonio Cassia, el actual titular de la Federación de Sindicatos Unidos de Petroleros e Hidrocarburíferos y con más de 60 años de trabajo en la petrolera desde que ingresó en YPF.
Por su parte, González subrayó la importancia de las inversiones privadas en el desarrollo de los hidrocarburos pero aclaró: "Hay que buscar siempre el equilibrio entre la participación del Estado y el sector privado. Sin la intervención de un Estado presente no se hubiese podido alcanzar los niveles de desarollo, producción y crecimiento actuales"
El titular de YPF indicó que la petrolera hoy tiene los niveles de inversión más alta de los últimos 5 años. Cassia adhirió: "Cuando vemos que hay inversiones significa que hay más puestos de trabajo y más desarrollo".
Entre un ciclo virtuoso y el estancamiento de Macri
Bajo la gestión de Kirchner en su segundo mandato, la empresa tomó el impulso para cumplir con objetivos beneficiosos con el país. Sin embargo, con la irrupción de Juntos por el Cambio, YPF fue gestionada con la idea de que era una empresa más del mercado y eso desdibujó su rol de liderazgo de la industria. Pero además, la perjudicó operativa y financieramente.
Todos los indicadores de la compañía vinculados con la producción de gas y petróleo colapsaron.
Crudo
En los cuatro años bajo la gestión de Cristina, la producción de crudo creció un 10%. Durante los cuatro años de gestión de Macri, la producción de crudo cayó un 10%.
Reservas de crudo
Crecieron durante los cuatro años de gestión de CFK un 15%, mientras que en los cuatro años posteriores, cayeron un 10%.
Gas
La producción creció un 29% durante los cuatro años kirchneristas y cayó un 9% durante los años del macrismo.
Reservas de gas
Crecieron un 40% durante la gestión de CFK, y cayeron un 30% durante los últimos cuatro años.
Esta caída en los principales indicadores de producción de YPF tiene su correlato en la pérdida de posición en el mercado. Al término de los cuatro años macristas, YPF había perdido su rol de liderazgo.
Un ejemplo alcanza para mostrar lo más que le hicieron las decisiones de Macri a YPF. La compañía perdió más de 10 puntos de participación en el mercado de la producción de gas como consecuencia de la aplicación de la resolución 46 y el subsidio que el Estado le dio a Tecpetrol (el brazo petrolero de Techint) para que desarrolle su proyecto de gas no convencional.
Esa visión financiera del negocio de YPF generó un círculo vicioso: menos producción, menos ingresos, menos inversión, y se reiniciaba el ciclo. Tras cuatro años de gestión el volumen del negocio de YPF era un 30% más chico en dólares que el que manejaba cuatro años antes. Y esto no podría afectar otra cosa que el nivel de endeudamiento. Con una YPF cada vez más chica, se necesitaba una porción cada vez más grande de ese volumen de negocios para pagar la deuda.
Reconstruirse luego de la pandemia
En 2020, la situación en YPF era muy compleja. La compañía venía de cuatro años de caída de las inversiones, caída de la actividad y caída de la producción con un nivel de endeudamiento muy alto. Este marco se agravó con la pandemia.
En dos años de gestión se logró revertir la situación. El 2021 fue un año muy bueno para YPF, con inversiones por 2.700 millones de dólares y un resultado bruto de explotación cercano a los 4.000 millones de dólares (+6% al del 2019). Por primera vez en cinco años, la producción de hidrocarburos no fue negativa.
Respecto a la producción convencional, por primera vez se logró frenar el declino de los campos maduros a través de la recuperación secundaria y terciaria.
En cuanto a la explotación del yacimiento Vaca Muerta, la producción de crudo no convencional creció un 62% y se duplicó la producción de gas. Además, el índice de reemplazo de reservas se ubicó en 229%, la marca histórica más alta registrada en los últimos 20 años. Mientras tanto, el endeudamiento bajó a niveles de 2015.