Maggie O'Farrell: "Lo que para un historiador es frustrante para un novelista es una oportunidad"

21 de mayo, 2023 | 13.42

(Por Mercedes Ezquiaga) En su nueva novela, "El retrato de casada", la escritora irlandesa Maggie O'Farrell se zambulle en la Italia del Renacimiento y reinterpreta desde la ficción la historia de Lucrezia de Medici, una niña callada y perspicaz que a los 15 años se une en matrimonio con el duque Alfonso de Ferrara, pero que murió antes de cumplir el primer año de casada, oficialmente por tuberculosis, aunque se rumoreaba que había sido envenenada por su marido: "Vi el único retrato que existe de ella y luce preocupada, ansiosa, como si tuviera algo que decir, y supe que quería escribir su historia", cuenta la autora en entrevista con Télam.

Luego de cautivar al mundo con su anterior novela, el bestseller internacional "Hamnet" (2020) en donde revela la historia del hijo de Shakespeare que murió a los 11 años y que inspiró la famosa obra teatral "Hamlet", O'Farrell vuelve a adentrarse en el pasado remoto para rescatar una historia "en los márgenes", poco explorada, esta vez, en la figura de la tercera hija del duque Cosimo de Medici y la española Eleonora de Toledo, que fue prometida a los 13 años a Alfonso del Este y contrajo matrimonio a los 15, pero aclara "se sabe poquísimo de ella y de su corta vida, así que no tenía mucho en qué basarme; en ese sentido, Lucrezia en mi novela es un personaje ficticio", concede en una entrevista con Télam vía zoom desde su hogar en Edimburgo.

"El retrato de casada" (Libros del Asteroide) -que la autora pergeñó en plena pandemia- construye entonces con maestría y elocuencia los vacíos y entretelones de una historia que sí prosperó en los libros: Lucrezia, la tercera hija de una de las dinastías más poderosas de Italia, creció en un palacio florentino, donde el pintor de la corte era Giorgio Vasari, un castillo lleno de pasadizos secretos por si la familia debía escapar, donde además su padre tenía una colección de animales salvajes, una ménagerie en el sótano, y donde llegó a tener el primer tigre de bengala que se haya visto en la Toscana. Era su hermana mayor, María, quien estaba en principio prometida a Alfonso, pero esta falleció y la responsabilidad de la boda -una alianza ventajosa para su padre- se trasladó a la "invisible", la "insignificante" Lucrezia.

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La novela entonces comienza con el momento exacto en que la protagonista sospecha que planea asesinarla su marido, Alfonso del Este, el nuevo gobernante de Ferrara pero ¿cómo lo hará?, es lo que enhebra la autora a lo largo de toda la novela, que transcurre en pleno Renacimiento Italiano, una época deslumbrante de la historia, repleta de palacios y castillos, donde hubo una explosión de belleza y erudición, pero de donde O'Farrell saca a relucir también su costado más oscuro, el de la violencia de la época.

"La historia es ambigua, no es seguro que su marido Alfonso la haya matado. La gente en esa época lo sospechaba pero algunos historiadores piensan que podría haber muerto de tuberculosis, entonces lo que para un historiador puede ser frustrante  para un novelista es una oportunidad, porque puedes elegir qué camino tomar", explica a Télam O'Farrell (Coleraine, Irlanda el Norte, 1972), que debutó como novelista con "After You'd Gone", a los que le siguieron "My Lover's Lover", "Instrucciones para una ola de calor", "Tiene que ser aquí" y el libro de memorias "Sigo aquí", entre otros.

- Télam: ¿Cómo descubriste la figura protagonista de tu nueva novela, Lucrezia de Medici y qué pudiste investigar sobre ella?

- Maggie O'Farrell: Llegué a ella por primera vez por un poema muy famoso en este país de Robert Browning que se llama "Mi última duquesa", que enseñan en las escuelas y universidades. Se trata de un duque hablando de su esposa anterior y lo hermosa que era, entonces él tira hacia atrás una cortina para revelar su retrato, y dice "esta es mi última duquesa. Ah, por cierto, la he asesinado". Es muy escalofriante y atemorizante. Y un día, justo cuando había comenzado el confinamiento, en la primavera del 2020, volví a leerlo y me pregunté si se había basado en personas reales. Así que lo busqué y enseguida obtuve un nombre: Lucrezia de Medici y supe que había muerto a los 16 años. Entonces encontré su retrato que fue pintado por Bronzino y, viste que en la mayoría de los retratos renacentistas la gente luce muy inexpresiva, no puedes saber qué piensan, pero en este retrato ella luce muy preocupada, parece bastante ansiosa, como si hubiera algo que quisiera decir. En cuanto vi ese retrato supe que estaba frente al tema de mi siguiente novela, supe que quería escribir su historia. Pero en términos de investigación, de hecho, no hay muchos datos de ella. Es una de esas personas en la historia, pese a que pertenece a una de las dinastías más famosas del Renacimiento, que está fuera del radar. Sus padres y sus hermanos eran famosos pero se sabe poquísimo de ella. Creo que para un historiador o para un biógrafo esto puede ser bastante frustrante, pero para un novelista es una gran oportunidad y me permite escribir la historia que quiera contar. Sentí que ella había estado en silencio durante tanto tiempo, y en el poema está detrás de la cortina, así que quise sacarla de atrás de esa cortina y escribir la historia que ella podría haber contado.

- T: A lo largo de la novela hay múltiples referencias al arte de la época, los pintores de la corte, incluso la propia Lucrezia es una apasionada del dibujo. Y fuiste a la Galería Uffizi, a Italia, a buscar su retrato (de Bronzino) pero encontrarlo fue un "trabajo detectivesco", según has dicho. ¿Por qué?

- MO: Conozco Florencia muy bien, solía vivir cerca de allí hace unos quince años, cuando mi hijo era muy pequeño. Así que ni bien se levantaron las restricciones de viaje fui a los Uffizi, que fue construido por el padre de Lucrezia, como oficina, así que muchas de las pinturas que hoy se exhiben allí obviamente pertenecieron a su familia, formaban parte de su hogar. Allí hay una sala dedicada a la familia de Lucrezia, a la familia de Cosimo de Medici, con muchísimos retratos de Eleonora ya que él adoraba a su esposa, así que encargaba un retrato tras otro y tras otro. Es justo decir que ella era muy hermosa. También hay retratos de los hermanos y hermanas de Lucrezia, pero ella no está ahí en esa sala. Y me tomó mucho tiempo y la ayuda de tres historiadores de arte para encontrarla.

Su pintura está en Galería Palatina, una sala al otro lado del río Arno, y es muy pequeña, del tamaño de la tapa del libro, y está ubicada muy abajo en la pared, cerca de un extintor, así que es muy difícil encontrarla. Yo llevé el retrato impreso y se lo mostraba a los curadores y les preguntaba "¿Dónde puedo encontrar esta pintura?", y ellos me respondían, una y otra vez "No, nunca lo ví", "No lo sé", "No está aquí". Y yo les seguía diciendo "Sí, estoy segura que está aquí". Así que me costó mucho encontrarla y eso me rompió el corazón porque es emblemático de cómo su familia y la historia la han tratado: como alguien insignificante. Espero que algún día los Uffizi la traigan de vuelta a la sala con su familia, a donde ella pertenece.

-T: ¿En base a tu investigación, cómo describirías las vidas de las mujeres en la Italia del 1.500? ¿Qué posibilidades tenían las hijas mujeres, consideradas herramientas políticas para afianzar alianzas o sumar territorios?

- MO: Para ser honesta, si naciste en una familia como la de Lucrezia, tanto si eras varón o mujer tenías una expectativa muy reducida. De algún modo, los hermanos de Lucrezia fueron tan víctimas de ese sistema como ella. Tenían un solo destino, ser gobernantes, soldados, guerreros o cardenales. Desde el nacimiento sus padres deciden qué iba a ser cada uno. Tenían que ser inteligentes, saber de retórica y de política, pero también ser muy violentos así que tenían pocas expectativas. Y si eras una mujer, tu destino era hacer un matrimonio políticamente ventajoso para tu dinastía, los casamientos eran esencialmente fusiones económicas y políticas. Podías casarte con alguien que nunca viste, con el doble de tu edad y tenías que aceptarlo, ese era tu rol. Así que la expectativa era muy poca para varones y mujeres. De todos modos, ella nació en una familia increíblemente privilegiada y extremadamente rica. La dote de Lucrezia según leí fue de 200.000 escudos dorados, el equivalente a 50 millones de dólares estadounidenses de hoy, quiero decir, es asombroso la cantidad de dinero que Cosimo entregó a Alfonso cuando se casaron.

- T: El marido de Lucrezia, Alfonso -que a su vez inspiró el poema de Robert Browning-, es presentado como un personaje complejo, ambiguo. ¿Pudiste investigar sobre él?

- MO: Sí, lo hice, y fui muy consciente de que existe ambigüedad en que él la haya asesinado o no. Cuando comencé el libro pensé "tengo que ser justa con este hombre porque nunca hubo un juicio". Y algunos historiadores dicen que ella murió de causas naturales. Pero entonces comencé a investigar más sobre él y realmente no me dio una buena impresión. No parecía un hombre muy amable. Y ya no tuve dudas cuando leí acerca de cómo trató a su hermana: cuando él descubrió que su hermana tenía una aventura amorosa con el jefe de guardia del castillo lo sentenció a ser estrangulado en público y obligó a su hermana a observar cómo lo mataban. Un acto tan sádico, tan terrible, tan innecesario. Sé que él quería dar una señal a cualquier enemigo pero tratar así a otro ser humano, a tu hermana, es aterrador. Así que recuerdo bien la sensación que tuve cuando terminé de leer sobre él, cerré la tapa del libro y pensé "ok, Alfonso, voy por ti".

- T: ¿En qué instancia están las conversaciones para adaptar al cine tanto "Hamnet" como "El retrato de casada"?

- MO: Es muy pronto aún para hablar de la película de "El retrato de casada", me temo. Realmente no sé nada. Pero "Hamnet" será rodada por Chloe Zhao, seguro la conocen por "Nomadland". Estamos escribiendo el guion juntas, aunque no ahora mismo ya que hay huelga de guionistas. Es muy emocionante trabajar con ella, es una genia. Es interesante que alguien tome tu historia y poder escuchar su interpretación.

Con información de Télam