Los glaciares ocupan el 10 % de las tierras emergidas y suponen el 90 % del agua dulce del planeta, y además, con las corrientes de aire y agua que crean, contribuyen a equilibrar el clima de la Tierra, que sin ellos sería asfixiante, y en ese sentido, el Upsala y el Spegazzini son dos de los exponentes más importantes del Parque Nacional Los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz.
El Upsala fue bautizado con ese nombre en 1908 por Klaus August Jacobson, que acompañó al Perito Moreno en sus recorridas por la región, en honor a la universidad sueca de Upsala donde habría realizado sus estudios.
Según las últimas mediciones realizadas sus campos de hielo cubren una extensión de aproximadamente 765 km²; posee una longitud de aproximadamente 53,7 km (siendo el tercero más largo de Sudamérica, tras el Pío XI y Glaciar Viedma); un ancho de 13 km; y sus paredes alcanzan una altura de 40 metros en promedio.
Fluye desde el campo de hielo Patagónico Sur, el cual también da origen al glaciar Perito Moreno que se encuentra en la misma área, hasta el lago Argentino.
El Upsala se encuentra en retroceso, lo cual podría ser una evidencia de ciclos climáticos y geológicos explicados por la Teoría de Milankovitch o de calentamiento global.
En tanto, el Glaciar Spegazzini tiene una superficie de 134 km2 y un ancho aproximado de 1, 5 kilómetros, y su nombre obedece al botánico Carlos Luis Spegazzini, quien fue el primero en estudiar la flora de la región.
La gran altura de su frente, que alcanza los 135 metros, lo convierten en el más alto del Parque Nacional Los Glaciares y en uno de los más importantes.
Es uno de los glaciares limítrofes entre Argentina y Chile luego del Acuerdo para precisar el recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Cerro Daudet de 1998.
La sección inferior del glaciar se ubica en Argentina, pero su nacimiento está en Chile, en la provincia de Última Esperanza, y está protegido por los parques nacionales Bernardo O'Higgins y Los Glaciares.
Tiene la particularidad de no presentar signos de retroceso, lo cual es atípico en estas masas monstruosas de hielo.
Se suele comparar un glaciar a un río de hielo, por tener afluentes, capacidad erosiva y mayor velocidad en el centro del cauce que en los bordes, pero el movimiento del hielo, como todos los cuerpos, responde a las leyes de gravedad y a comportamientos muy particulares que poco tienen en común con el agua.
El hielo de los glaciares es el producto de la compresión de la nieve por efecto de su propio peso.
Para la formación de un glaciar son necesarias grandes nevadas y que la temperatura media anual permita conservar la nieve, que se comprime y se acumula en capas que por el peso se compactan hasta formar el hielo.
El tiempo necesario para la formación del hielo a partir de la nieve varía enormemente de un glaciar a otro en función de dos factores: la nivosidad y la temperatura, pudiendo ir desde una decena de años en glaciares templados, como los patagónicos o los alpinos, a varios cientos de años en la Antártida.
Lo importante a saber sobre los glaciares es que un glaciar no sólo es una masa de hielo, sino, sobre todo, una masa de hielo en movimiento, y como todo cuerpo en movimiento, el hielo es influenciado por la gravedad.
Esta similitud con el agua es lo que ha llevado por mucho tiempo a comparar los glaciares con los ríos lo cual, si no es del todo falso, a la luz de los últimos estudios tampoco parece ser del todo verdadero.
Un glaciar sólo es glaciar si se mueve y para comenzar a moverse, el hielo necesita un cierto espesor de alrededor de 20 metros. A partir de aquí, tres factores condicionarán la velocidad de avance de un glaciar: el espesor, la pendiente y la temperatura del hielo.
Los glaciares llegaron a cubrir en la última gran glaciación, hace aproximadamente 18.000 años, un tercio de las tierras emergidas, lo que supuso 3 veces más de su extensión actual.
El nivel del mar bajó entonces 120 metros, resultando de ello que grandes extensiones hoy cubiertas por las aguas marinas eran entonces tierra firme.
En la Patagonia austral, la primera glaciación que dejó huellas claras se dio hace 3,5 millones de años y en aquella época, el hielo se extendió por lo menos 60 km al este de la actual Cordillera de los Andes.
Con información de Télam