Un equipo argentino, entre los 13 mejores del Mundial de Programación

Superó a otros de universidades como Cambridge, MIT, de San Petersburgo y la École Normale Supérieure de Paris, y se coronó campeón de América latina

20 de abril, 2024 | 00.00

Carlos Miguel Soto, Ivo Pajor y Lautaro Lasorsa, tres estudiantes avanzados de la carrera de Ciencias de la Computación y Ciencias de Datos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, se coronaron campeones latinoamericanos y se ubicaron entre los mejores equipos del Mundial de Programación, que acaba de finalizar en Luxor, al sur de Egipto. El torneo, en cuyas eliminatorias participan todos los años hasta 60.000 estudiantes de 111 países, exige no solo conocimiento técnico y creatividad, sino también la capacidad de trabajar bajo presión. Los participantes comparten una computadora y tienen que resolver una docena de problemas en una jornada. Ganan los que resuelvan más en menos tiempo. 

“Es un resultado impresionante –se entusiasma Nicolás Álvarez, docente de la UBA e investigador del Conicet, que los entrenó–. Creo que fue la mejor actuación argentina y latinoamericana de los últimos 20 años. Resolvieron la misma cantidad de problemas que el equipo de la Universidad de Varsovia, que los precedió en solo 15 minutos. Es decir, que estuvieron a un pasito de ganar una medalla [se distribuyen 12: cuatro de oro, cuatro de plata y cuatro de cobre], que era su sueño. Se lo merecen, porque se esforzaron mucho y son buenísimos, tanto en lo humano como en lo académico”.

En esta oportunidad, y en un notable contraste entre monumentos milenarios y ese ícono de la modernidad que es la computadora, la competencia se realizó en el impresionante entorno de Luxor, antigua capital de los faraones, a orillas del Nilo. Las actividades se desarrollaron a lo largo de toda una semana en la que se sucedieron charlas y visitas. Luego, tuvieron un día de simulacro para probar el sistema y al siguiente fue la competencia oficial.

“La prueba dura cinco horas –cuenta Álvarez–. A los participantes se les entrega papel y lápiz, y tres juegos de impresiones de los problemas propuestos por el jurado. Durante ese tiempo hay que ir resolviéndolos coordinadamente, turnándose para usar la computadora. Desarrollan una idea, la prueban y la mandan. Pueden hacer varios intentos; si pasa los tests, se llevan el punto. La solución de los problemas son algoritmos clásicos de computación”.

Los desafíos que les plantean pueden ser como el siguiente: Bill Gates le apuesta a Warren Buffett quién saca el número más alto jugando a los dados, pero con una propiedad estadística que hace que el primero tenga más chances de ganarle al segundo, el segundo al tercero y el tercero al primero. Con dos dados, hay que encontrar un tercero que le gane a uno y pierda con el otro con la mayor probabilidad posible.

También se les puede pedir que programen el recorrido que hay que realizar para ir de un punto a otro de una ciudad, o de una ciudad a otra pasando por sitios intermedios en el menor tiempo posible. “Programar el algoritmo eficiente es difícil desde el punto de vista computacional”, aclara Álvarez.

La experiencia me resultó un poco agridulce, ya que estuvimos a un solo puesto de sacar una medalla que la UBA solo logró dos veces –cuenta desde Luxor Carlos Soto, correntino y estudiante de las licenciaturas de Matemática y Ciencias de la Computación en simultáneo, el único despierto a altas horas de la madrugada–. Pero los problemas fueron muy lindos para pensar y nos divertimos mucho resolviéndolos”.

Soto, Pajor y Lasorsa son avezados participantes en estas competencias. “Intervinieron en olimpíadas de matemática y de informática en la secundaria –comenta Álvarez–. Ya eran amigos, se conocían y cuando entraron a la universidad decidieron armar un equipo cuyo entrenador original hasta hace muy poco fue Agustín Gutiérrez, que históricamente entrena a todos los equipos de la UBA para estos certámenes. Arrancaron en primer año de la facultad y ya están terminando la carrera”.

En esta oportunidad se clasificaron 129 equipos de diferentes regiones. En la final, el mejor de cada región se lleva el premio. Los chicos argentinos no se vuelven con una medalla, pero superaron a equipos de algunas de las universidades más renombradas del planeta, como la de Cambridge, el MIT, la École Normale Supérieure de París, Oxford, o la de California en San Diego. “E incluso a algunas que dentro de nuestro mundillo de la programación son potencias, como la Universidad Estatal de San Petersburgo, que llegó a ser campeona mundial –destaca Álvarez–. El que quedó en doceavo lugar, de la Universidad de Varsovia, es también un equipo ‘histórico’ de estas competencias. Resolvió la misma cantidad de problemas que el de la UBA, pero con 940 minutos de ‘penalidad’ en lugar de 955. Algunos de los que nos precedieron en general son casi inalcanzables para nosotros”. La penalidad es la suma de todos los minutos que tardan en resolver los problemas más 20 minutos por cada vez que la solución que envían a testear es incorrecta.

Álvarez, que en su faz científica se dedica a teoría de la computación y trabaja en propiedades de la aleatoriedad, explica que aunque lo que motiva la participación en estos encuentros es más que nada el placer y la diversión, no cabe duda de que ayudan a desarrollar destrezas de resolución de problemas, capacidad de abstracción y otras muy necesarias en el ámbito profesional.

“Me decidí por computación porque me interesa tanto su aspecto teórico como su capacidad de alcanzar a millones de personas”, concluye Soto, que junto con Pajor, de Resistencia, Chaco, y Lasorsa, de La Matanza, vuelven a competir en septiembre, en Astana, Kazajistán.

Quienes quieran mirar el ranking final de los equipos, pueden consultarlo en https://scoreboard.icpc.global/47/index.html