El uso de una sola hornalla de la cocina a gas puede elevar las concentraciones de benceno (una sustancia química cuya aspiración se vincula con el riesgo de leucemia y linfoma) en el interior de una vivienda por encima de las que se encuentran en el humo de tabaco de segunda mano. El trabajo que lo midió se publicó esta semana en el Journal of Environmental Science Technology (https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.2c09289) y motivó una nota de Hiroko Tabuchi en The New York Times.
Para el estudio, los investigadores de la Escuela de Sostenibilidad Doerr de la Universidad de Stanford midieron las emisiones de benceno en 87 hogares de los estados de California y Colorado, y encontraron que las que quemaban gas natural y propano emitían benceno, y que con frecuencia éste alcanzaba niveles en el interior de las viviendas que superaban los recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
Es más, “en aproximadamente un tercio de los hogares, una sola hornalla de gas a temperatura alta o un horno a alrededor de 180° C durante 45 minutos elevaban los niveles de benceno por encima del rango superior de concentraciones medidas en el humo de tabaco de segunda mano”, escribe Tabuchi.
En los últimos tiempos, se suman evidencias sobre contaminación del aire interior y sus efectos negativos a causa de las cocinas a gas. Además de benceno, emiten otros contaminantes como dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y formaldehído, y también pueden tener fugas de metano, potente gas de efecto invernadero, incluso cuando están apagadas.
El benceno está catalogado como un carcinógeno humano por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de las Naciones Unidas y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos. En sus directivas, ambas afirman que ningún nivel de exposición es seguro.
El benceno se utiliza principalmente como solvente en la industria química y en la industria farmacéutica, como producto inicial e intermedio en la síntesis de numerosas sustancias químicas, y en la nafta. Se produce tanto en procesos naturales como artificiales, pero en la actualidad la principal fuente es el petróleo crudo. También se encuentra en las emisiones de gases de volcanes y en los incendios forestales.
Los límites en las cantidades permitidas de benceno en la nafta intentan precisamente reducir la exposición a este gas que también se encuentra en el humo de cigarrillo. Entre los fumadores, el 90 por ciento de las exposiciones al benceno provienen de fumar tabaco. También se puede encontrar en adhesivos, productos de limpieza y productos para quitar pintura. En el exterior, proviene de los gases expulsados por los vehículos y las emisiones industriales.
Cuando el mismo grupo de investigadores de Stanford hizo pruebas en departamentos neoyorkinos, más pequeños que las amplias casas de California, descubrió que esos contaminantes pueden esparcirse por toda la vivienda y a veces permanecer durante horas.
Los estudiosos de la contaminación del aire están preocupados porque las personas, especialmente las que habitan en grandes urbes, están expuestas a sustancias químicas nocivas tanto afuera como adentro de sus hogares. A propósito de este trabajo, José Luis Jiménez, el experto español en aerosoles que tuvo un papel protagónico en la demostración de que el SARS-CoV-2 puede mantenerse varias horas en el aire e incluso esparcirse a través de las tuberías de ventilación de los edificios, aconsejó en un hilo de Twitter optar por cocinas eléctricas (de inducción), o usar hornos y teteras eléctricas cuando sea posible. “Y ventilar –subrayó–. Hay que ventilar”.
Por su parte, Enrique Puliafito, ingeniero en electrónica y electricidad, e investigador principal del Conicet en la UTN y especialista en calidad del aire, consideró que el estudio es “muy interesante… y un poco preocupante. Convendría ventilar las habitaciones/cocinas con frecuencia. El gas que se usa anualmente en las viviendas es el 22% del consumo total del país (9000 millones de m3), el de centrales térmicas es el 38% del total (15 mil millones de m3). O sea que, haciendo una estimación rápida, si hubiera que reemplazar todo el gas residencial debería aumentarse alrededor de un 70% la capacidad actual de las centrales térmicas (sin tener en cuenta temas de eficiencia, por ejemplo). De acuerdo con datos de 2021, n términos de energía, el sector residencial consume por año 4124 ktep (unidades de energía, kilotonelada equivalente de petróleo) en electricidad y 8400 ktep en gas natural. Las centrales generan 13.100 ktep (para todo uso); es decir, que los 8400 del gas habría que pasárselos a las centrales… Esto nos hace pensar en la planificación energética a largo plazo… ¿Qué planes de infraestructura eléctrica hay? Una central hidroeléctrica lleva al menos 10-12 años de construcción, lo mismo una central nuclear”.
Se estima que cada año alrededor de cuatro millones de personas mueren prematuramente por contaminación del aire interior. Los gases nocivos pueden causar problemas agudos o crónicos dependiendo de la edad, el género, el tiempo de exposición, la distancia a la cocina, los arreglos de ventilación y el tipo de combustible. La mala calidad del aire interior puede causar desde dolor de cabeza a fatiga, somnolencia, náuseas, disnea, sibilancias, confusión, ansiedad, dolencias de nariz y garganta, y estupor (narcosis de dióxido de carbono). Entre las enfermedades crónicas asociadas están las cardidopatías, la neumonía, el accidente cerebrovascular, el cáncer de pulmón y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, entre otras. La calidad del aire en la cocina se ve afectada por muchos factores, como el tipo de combustible que se usa para cocinar, el método de cocción (por ejemplo, freír, hervir), el tipo de alimento, el tipo de cocina, la estructura de la habitación, las condiciones de ventilación, geográficas y meteorológicas. El Global Centre for Clean Air Research, de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, compiló una guía con información y consejos sobre (se puede bajar en español en el link https://www.surrey.ac.uk/sites/default/files/2023-06/mitigating-exposure-to-cooking-emissions-in-kitchens-guidance-spanish-version.pdf)
Por lo pronto, habrá que seguir abriendo ventanas, incluso en invierno y especialmente cuando se cocina.