Ubicados los bandidos en el altiplano, Misterix le pasa las coordenadas al bombardero para que acabe con los villanos. Pocos después, John Ferdigan descubre que la guarida de los criminales linda con cabañas de algunos granjeros que viven allí. Para horror del genio del átomo, la comunicación se corta y nada puede hacer para impedir la destrucción que pronto se desencadenará sobre la montaña.