La virtualidad no es la única realidad

En tiempos donde se favorece a los cultores de la antipolítica, la movilización del 17 de octubre despejó toda duda acerca del masivo apoyo al Gobierno encabezado por Alberto y Cristina.

25 de octubre, 2020 | 11.00

Los tiempos que corren han instalado fuertemente una tendencia a sustituir el protagonismo militante en la política por una actitud menos comprometida y mediatizada, en la que la participación se reduce a ser meros espectadores. Con lo cual el mundo real se confunde con el virtual, favoreciendo la acción de los cultores de la antipolítica.

Redes y militancia

Es innegable la influencia que el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) han demostrado en todos los ámbitos, tanto como que se han constituido en herramientas indispensables y de aplicación con los más diversos fines.

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Las redes sociales se han expandido enormemente, cobrando una significancia mayor en nuestra cotidianeidad como consecuencia del distanciamiento en la interactuación que impusiera la pandemia.

La diversificación de los sistemas que sustentan esas tecnologías muestran una aparente multiplicidad que sin embargo no es tal, teniendo en cuenta el grado de concentración alcanzado por los proveedores y administradores corporativos.

El caso de Google, Amazon, Facebook y Apple (GAFA) fue objeto de una larga investigación en EEUU que, recientemente, dio lugar a un Informe –suscripto por la mayoría demócrata- del Subcomité de Leyes Antimonopolio, Comerciales y Administrativas de la Cámara de Representantes.

El Informe señala que esas “firmas en general controlan el mercado, (…) una posición que les permite escribir unas reglas de juego para los demás mientras ellos juegan con otras o llevar adelante su propia cuasi-regulación privada que no puede ser controlada por nadie excepto por ellos mismos”.

De ese modo, consiguen “priorizar sus intereses y generar desventajas a sus competidores de manera que socavan la competencia libre y justa; (…) al estudiar sus prácticas comerciales se revelaron problemas comunes. Primero, cada una de esas plataformas funciona como guardiana de un canal de distribución clave. Al controlar el acceso a los mercados estos gigantes eligen a los ganadores y a los perdedores de nuestra economía. No sólo ejercen un poder tremendo sino que también abusan de él (…). En segundo lugar, cada plataforma usa su posición de guardiana para mantener su poder de mercado.” Extrayendo entre otras conclusiones, que “el resultado es menos innovación, menos opciones para los consumidores y una democracia debilitada”.

Más allá de lo que representan ese tipo de oligopolios en el terreno económico, poniendo de manifiesto la inconsistencia de los dogmas del “libre mercado”, revelan el grado de capacidad de manipulación, injerencia y direccionamiento que poseen en materia de datos, formación de opinión, preferencias e información.

Cuando además de los objetivos comerciales, esos agentes sirven o se prestan a intereses políticos –locales o transnacionales- difícil será competir en ese campo y neutralizar sólo con ese tipo de herramientas las acciones que se propongan.

La propuesta de celebrar el Día de la Lealtad valiéndose de una plataforma (“75 Octubres”) con el fin de concentrar virtualmente a millones de personas, la frustró un ataque cibernético masivo que se descargó a la hora que estaba fijada para acceder y conectarse a ese sitio.

Sabotaje que si bien podría haberse previsto es poco probable que hubiera sido factible evitarlo, en función de la densidad de la embestida y el incomparable soporte que tuvo con relación a la plataforma del fallido acto en la CGT.

Esa fecha cargada de simbolismos, una verdadera bisagra de la historia argentina, este 17 de octubre no sólo expresaba siete décadas y media de vigencia de peronismo sino un presente que lo ratificaba a la vez que iluminaba–una vez más- el camino a seguir por el Gobierno.

La decisión adoptada por otro amplio sector sindical, cuya convocatoria se apartó de aquella alternativa y se hizo masivamente visible en la confluencia en Plaza de Mayo, como también en ciudades de todo el país, permitió demostrar el sentir popular y un rotundo respaldo al proyecto que encarna el voto al Frente de Todos.

Del otro lado más de lo mismo

La presencia de Alberto Fernández en el Coloquio de IDEA no apaciguó los ánimos de una oposición recalcitrante, por el contrario, fue aprovechada para formular –en simultáneo- descalificaciones que no guardaron siquiera el respeto debido a la investidura presidencial ni el tiempo mínimo para reflexionar sobre el contenido del discurso.

Un espacio también virtual, no tanto por la modalidad que este año adoptó esa reunión empresarial sino por el lugar que ocupan los asistentes en las corporaciones cuya representación invocan.

A pesar de la disposición que el Presidente demuestra en dar entrevistas a todos los medios sin excepción, el periodismo de “guerra” cumpliendo el rol que le indican sus mandantes sostiene que sólo asiste a los “espacios propios”. Afirmación que no resiste archivos, en una época en que todo se graba y es fácilmente consultable, pero que se invisibilizan por el bombardeo virtual de los medios hegemónicos que repiten sistemáticamente un guionado uniforme con ese mensaje.

En sintonía, mientras se insiste en propuestas laborales flexibilizadoras con fundamento en los cambios tecnológicos y se defiende la desregulación del trabajo -por demás precarizado- vinculado a plataformas digitales, se cuestiona la declaración de servicios públicos esenciales de internet, telefonía celular y televisión paga por atentar contra la libertad de empresa y de prensa.

Un litigio familiar de los Etchevehere en torno a un proceso sucesorio “claramente” oscuro, pretende erigirse en una suerte de versión 2020, depreciada pero igualmente violenta, de las revueltas campestres del 2008 con motivo de las retenciones establecidas por la Resolución 125.

Los convocados por Luis Etchevehere a través de las redes para combatir un Proyecto de colonias agrícolas, que estigmatizan como favorecedor del arribo de la “negrada”, habitan una Provincia (Entre Ríos) cuyo desarrollo se debe en buena medida a agricultores inmigrantes que se le facilitó el acceso a la tierra y que padecían una pobreza similar a los que hoy tanto los espantan. Es más, aunque desmemoriados, muchos de los movilizados son descendientes de esos inmigrantes o integran organizaciones, como la Federación Agraria, que se constituyeron para defenderlos de los abusos de los grandes propietarios rurales.

Como no podía faltar en estas gestas abiertamente en pugna con un Estado de Derecho, se reiteraron manifestaciones antidemocráticas dirigidas al Gobierno nacional e incluso se registraron expresiones apologísticas de prácticas criminales de la dictadura genocida instaurada en 1976. Tal fue el caso de la diputada de Juntos por el Cambio, Patricia De Ferrari, que publicó en su cuenta de Twitter: “Falta mucho para que aparezcan los falcon verde para impartir justicia a la medida de Grabois y compañía?”.

El decálogo y las 20 verdades

Esta semana en una reunión que dio inicio al Consejo Económico y Social (CES), participaron representantes sindicales y empresarios junto con los Ministros de Desarrollo Productivo y de Trabajo, en la que se establecieron consensos sobre diez temas que serán tratados en sendas mesas sectoriales.

Los temas que definen ese Decálogo, fueron enunciados como: 1.- necesitamos exportar más; 2.- ningún sector productivo sobra: todos son importantes; 3.- mercado interno versus mercado externo es una falsa antinomia; 4.- no hay futuro sin políticas productivas; 5.- ninguna política será sustentable si no piensa en la dimensión ambiental; 6.- una macroeconomía estable ayuda al desarrollo productivo; 7.- si no mejoramos la productividad, no bajaremos la pobreza ni la desigualdad; 8.- una buena política productiva debe reducir las brechas de género; 9.- la apertura comercial no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que debe ser utilizada de manera inteligente; 10.- toda política de desarrollo productivo debe ser una política de desarrollo regional.

La puesta en marcha del CES es una señal en la búsqueda de promover políticas de Estado que comprendan diferentes intereses sectoriales, aunque la marcada amplitud que evidencian los enunciados de la temática consensuada no contiene definiciones concretas sobre el curso de acción que se propone el Gobierno para hacerlas viables, en línea con el Programa votado en octubre pasado, ni refleja claramente las serias divergencias de intereses, incluso de algunos que resultan antagónicos con los fines formulados.

La exitosa negociación de la deuda con los bonistas privados, presupuesto imprescindible para la reconstrucción productiva del país, tuvo pocas -y en general tibias- manifestaciones públicas de varias organizaciones empresarias participantes de ese primer encuentro del CES, las que tampoco se preocuparon por diferenciarse de una agenda mediática opositora que, rápidamente, eclipsó aquel logro con temáticas menores y cuestionamientos a otras medidas adoptadas por el Gobierno.

Al igual que no se advirtió en esos actores pronunciamientos firmes en defensa de la democracia, frente a conductas sediciosas como las protagonizadas por policías bonaerense ni ante las operaciones desestabilizadoras que montaban flacas –pero mediáticamente engordadas- movilizaciones “libertarias”, valiéndose de cualquier excusa y con consignas ostensiblemente destituyentes. Democracia, que supone el respeto a la voluntad popular y constituye un marco inexorable para cualquier acuerdo económico-social que pretenda no quedarse en la pura virtualidad.

La falta de liquidación de exportaciones, principalmente agropecuarias, unida a las especulaciones en favor de una drástica devaluación del peso a sabiendas del consiguiente brutal empobrecimiento de la mayor parte de la población, con la correlativa transferencia de ingresos a los sectores más concentrados de la economía, tampoco se condice con una acción mancomunada como la que exige aquella agenda para el desarrollo.

En ese orden de ideas, considerando que más del 80 % de los votos obtenidos por el Frente de Todos provienen del peronismo, ese Decálogo debe encontrar sustento en la doctrina e ideología que informan a ese Movimiento Nacional y se expresa en las “20 Verdades Peronistas”. Entre las que cabe recordar:

La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo. (N°1); En la acción política la escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres. (N°8); La política no es para nosotros un fin, sino sólo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional. (N°9); Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el peronismo tiene una doctrina política, económica y social: el Justicialismo. (N°13); Como doctrina económica, el Justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social. (N°16); Queremos una Argentina socialmente Justa, económicamente Libre y políticamente Soberana. (N°18).

Imprescindible valoración de este 17 de Octubre

Como era de esperar, la celebración del Día de la Lealtad a pesar de los contratiempos y desbordando la virtualidad convocante con la presencia activa del Pueblo junto a sus organizaciones sindicales y sociales, fue soslayada por los grandes medios que apostaron al fracaso que les permitiera seguir destacando las concentraciones opositoras de la “gente de bien”, como se identifican esos manifestantes.

La iniciativa que posibilitó ese festejo, que mantuvo distanciamientos responsables y expresiones de alegría de miles de personas sin odios pero con fuertes convicciones de raigambre popular, democráticas y nacionales, despejó toda duda acerca del masivo apoyo al Gobierno encabezado por Alberto y Cristina.

Sin apelar a analogismos exagerados ni anacrónicos, la situación que atraviesa el país frente al acontecer mundial, regional, geopolítico y de antagonismos extremistas de índole antidemocrático como antipopular, permiten reconocer semejanzas con la verificada hace 75 años.

Por eso este 17 de octubre, al igual que aquel de 1945, transmitió un mensaje claro en orden a las políticas que se impulsan y se esperan del Gobierno, que es preciso interpretar cabalmente.

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Álvaro Ruiz

Abogado laboralista, profesor titular de derecho del Trabajo de Grado y Posgrado (UBA, UNLZ y UMSA). Autor de numerosos libros y publicaciones nacionales e internacionales. Columnista en medios de comunicación nacionales. Apasionado futbolero y destacado mediocampista.