No es el Gobierno sino la Democracia la que está en peligro

A partir de la legitimidad que dio la elección, el Gobierno debe enfrentar la creciente violencia de un sector de la sociedad y de la oposición y concretar las transformaciones comprometidas.

18 de octubre, 2020 | 00.05

Los continuos ataques al Gobierno denotan una creciente virulencia y una sistematicidad que no se compadecen con la permanente disposición al diálogo, el respeto al disenso y la sincera convocatoria a una construcción colectiva demostrados por el presidente Alberto Fernández. Lo que exige reflexionar sobre sus motivaciones y los riesgos que implican.

La Biblia y el calefón

Lejos de una referencia a un pensamiento religioso ni del recuerdo de aquel maravilloso Programa de TV conducido por Jorge Guinzburg, la mención es a Cambalache. Ese icónico tango compuesto en 1934 por Enrique Santos Discépolo, en plena “Década Infame”, y cuya letra no pierde vigencia a la luz de las conductas de los “herederos” de quienes fueran responsables de la entrega del país, los negociados más viles y la descomposición total de la institucionalidad republicana a la que, también aquellos “dueños” de la Argentina colonizada, hacían hipócritas invocaciones.

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El reportaje –haciendo abuso del lenguaje para tenerlo por tal- que Joaquín Morales Solá le hiciera por TN a Mauricio Macri esta semana, bien podría merecer aquella frase de Carlos Marx: "La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa". Aunque, también, el guionado valdría para alguna desopilante historia protagonizada por el otro famoso Marx, Groucho, y sus hermanos.

Es difícil intentar recrear esa entrevista sin caer en la indignación o en la carcajada, la que bien podría sintetizarse con otra remanida frase: “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. El negacionismo militante del ex Presidente acerca de lo desastrosa que fue su gestión de gobierno –para los argentinos, no para él y sus socios-, como las razones de índole comunicacional a las que adjudicara su frustrante accionar en desmedro de la Argentina y la pérdida de confianza de parte de su electorado, no resiste el menor análisis.

Claro que ese soliloquio fue factible porque el periodista no hizo de periodista, sino de psicoanalista complaciente que sólo escucha y no hace devolución alguna que no sea la que asegure la conservación del paciente. Si bien el récord lo alcanzó Morales Solá al cerrar su Programa, ya en el piso del Canal, al clamar por que se escuchen los reclamos de la “gente” (los libertarios movilizados) “aunque sean de clase media” (sic), que el reportero-analista identificaba con la defensa de las instituciones y de la libertad.

En competencia por el ranking del absurdo, cruel y perverso, este viernes nos enteramos que el fiscal federal Stornelli –serial evasor a las citaciones judiciales que lo incomodan- había pedido la indagatoria de la titular de la Defensoría del Público por su iniciativa aun no concretada de promover un Observatorio de la Desinformación en Medios y Plataformas Digitales (Nocid) para protección de la ciudadanía ante las noticias falsas.

En su dictamen el fiscal se formulaba las siguientes preguntas: “Una seria inquietud sobrevuela la Argentina, quizás una de las más peligrosas, aquella que se refiere a la amenaza de las libertades individuales. ¿Será que existen grupos cuyo perverso plan sea ese? ¿Será que algún o algunos trasnochados, nostálgicos del Medioevo, quieren avanzar sobre la libertad ambulatoria primero, la de expresión después y finalmente la del pensamiento? ¿Volveremos a los comisarios políticos y a los delatores jefes de manzanas? ¿Se castigará a la prensa, especialmente libre, otorgándosele a la esclava patente de corso?"

Es como para un “aunque Ud. no lo crea” de Ripley, que podría disputar con el Diputado Fernando Iglesias que tuiteó, con referencia a esa iniciativa de la Defensoría, una foto de su titular (Miriam Lewin) junto a una de Joseph Goebbels con una cruz esvástica en primer plano. Lewin, quien cuenta con más de diez familiares muertos en los campos de exterminio y fue ella misma una sobreviviente de la ESMA durante la dictadura del 76’, siendo torturada con mayor saña por ser judía (como señalaba en tapa Pagina 12 en su edición del 12/10/2020).

Cómo entonces no recordar ese tango de Discépolo: “Que siempre ha habido chorros Maquiavelos y estafaos (…) ¡Lo mismo un burro Que un gran profesor! (…) ¡Qué falta de respeto, qué atropello A la razón! ¡Cualquiera es un señor! (…) Igual que en la vidriera irrespetuosa De los cambalaches Se ha mezclao la vida (…) Y herida por un sable sin remaches Ves llorar la Biblia Junto a un calefón …”.

“12 de octubre” los unos y los otros

Hasta el año 2010 se identificaba esa fecha como el “Día de la Raza”, celebrábamos que nos hubieran descubierto y colonizado (término acuñado en función del apellido de Cristóbal Colón). Nos debíamos sentir orgullosos de que la raza europea nos adoptara como hijos bastardos y nos asimilara, a medias, a esa pretendida “etnia” superior.

Detalles como el genocidio del que fueron víctimas millones de personas pertenecientes a los pueblos originarios, la destrucción de culturas preexistentes incluso más avanzadas que los bárbaros españoles que descendieron de los barcos, el saqueo inescrupuloso de sus riquezas, el tráfico de esclavos provenientes de Africa para sustituir a los aborígenes en extinción para los trabajos en plantaciones, minas y servidumbres, fueron pasados por alto y se invisibilizaban en los festejos escolares.

En aquel año se operó un cambio fundamental, al otorgársele carácter de feriado como “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. No se trataba de un mero cambio de denominación, sino una necesaria reivindicación soberana de un pasado y presente que permitiera reconocernos como Pueblos con una historia propia más vasta, que no comenzó en el siglo XV, más plural y conformada por una multiplicidad étnica.

A pesar de que ha transcurrido ya una década sigue habiendo quienes se encuentran más a gusto imaginando que pertenecen a esa otra “raza”, como rechazan que esa fecha no conserve el sentido europeo a que son tan afectos y pretenden tomar distancia de toda identidad popular indoamericana.

La ciudad de Buenos Aires, si bien no es la única, se destaca por tener parte importante de sus habitantes enrolados en las huestes culturalmente procolonizadas, lo que puede explicar –pero no justificar- que sus gobernantes locales hayan hecho expresa esa predilección embanderando e iluminando con los colores de la bandera española edificios, monumentos y paseos públicos este 12 de octubre.

Sin mirada sobre los propios

Ese día, aprovechando el feriado y rebasando todo límite de una razonable convivencia democrática, una vez más se largaron a las calles los disconformes con todo lo que huela a peronismo y a un Estado proactivo. Aunque se cuenten entre los favorecidos por la acción estatal, que repudian públicamente a la par que aceptan de buena gana los beneficios que les depara.

Sería largo, tedioso e inconducente reproducir las incoherencias, disparates y frases ofensivas que vomitan los manifestantes, denotando el asco que le produce todo lo popular que pretenden degradar tildándolo de “populismo”.

Apartando a los enajenados que pueden hallar disculpas por su menoscabada salud mental, lo que no puede -ni debe- obviarse es la actitud abiertamente antidemocrática que anima a la dirigencia convocante, a sus partidarios y a los que adhieren desde una mentada “apoliticidad”. Como tampoco omitirse, los propósitos desestabilizadores que persiguen.

Despotricar por las medidas de prevención que imponen ciertas –cada vez menos- restricciones para evitar el crecimiento exponencial de los contagios, apuntando al Presidente y, por supuesto, a Cristina siempre el blanco preferido, demuestra claramente las motivaciones y objetivos antes señalados. Más aún, cuando esas protestas las protagonizan los porteños en cuyo distrito se desmarca permanentemente su Jefe de Gobierno y las aperturas –como los relajamientos tolerados- son cada día mayores.

No es Alberto Fernández quien impuso retroceder a fases de aislamiento social más estrictas en Mendoza, en Jujuy, en Río Negro, en Córdoba. Sin embargo, las marchas de los anticuarentena –incluso las que se realizan en esas provincias o en ciudades como Tandil o Mar del Plata- no deslizan ninguna crítica a las autoridades locales.

En cuanto a sostener que la Argentina registra la cuarentena más larga y autoritaria del mundo, es de un cinismo o ignorancia absoluta. Basta con hacer un recorrido sobre las medidas que se han tomado y se siguen adoptando en otros países, para desmentir esa afirmación. En Londres se prohíben las reuniones familiares, en Liverpool se cerraron los pubs, en París rige el toque de queda de 22.00 a 06.00, por dar sólo algunos ejemplos de las mecas de los angustiados argentinos.

Se animan los dinosaurios

La existencia de personas que hasta el día de hoy banalizan o, directamente, justifican los delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico-militar, y que rechazan la existencia de una planificación criminal genocida, nadie puede ignorarlo.

Ahora bien, el avance en las investigaciones, en las condenas a los represores, en la acreditación incuestionable de esos delitos y la inclaudicable tarea de los Organismos de Derechos Humanos, fue determinando una política de Estado a su respecto y creando una conciencia social expandida que generó un repudio generalizado de esa negra etapa de nuestra Historia.

De tal suerte, que aquel tipo de personas u otras indiferentes a esa tragedia argentina difícilmente manifestaran públicamente tales opiniones o sentimientos. Por lo cual, causan real perplejidad y alarma algunos episodios ocurridos recientemente.

Es el caso de la Directora de una escuela de la Provincia de Santa Fe, que publicó en las redes la imagen de un “Falcon verde” (vehículo utilizado en los operativos para el secuestro y desaparición de personas), en cuyo baúl aparecían las cabezas de Alberto Fernández, Cristina Fernández, Axel Kicillof y Sergio Massa bajo la vigilante mirada del genocida ex general Videla, con la frase “El sueño de todos los argentinos de bien”.

Como aquel otro protagonizado por el Presidente del Concejo Deliberante de Epuyén (Chubut), quien posteó en su cuenta de Facebook un video donde aparecía un Falcon verde y el mismo Jorge Rafael Videla, mientras se escuchaba como música de fondo una marcha militar.

En las últimas marchas “libertarias” también se han visto carteles alusivos a Videla y a otros represores de esa misma época dictatorial, como leyendas que reivindicaban e incluso proponían el retorno a esos oscuros tiempos.

No peronistas, Antiperonistas y Gorilas

Las expresiones políticas en nuestro país son de lo más diversas, conformando un amplio arco con similitudes como con enormes diferencias entre sí. Lo que no puede negarse es la gravitación del Peronismo y su condición de referencia inexorable, cualquiera sea el lugar que en ese terreno se ocupe.

Entre los no peronistas pueden registrarse aliados y simpatizantes, permanentes o contingentes, de ese Movimiento y, otros tantos, que son frontalmente antagónicos sin que ello implique descalificación sino una manifestación agonal propia de la política y de las reglas de una democracia plural.

Los antiperonistas podían ser encuadrados en la segunda alternativa de la categoría anterior, pero con un mayor encono y hasta un cierto nivel de intolerancia con respecto al peronismo, que incluso comprendía exponentes de una acérrima e intransigente condición opositora.

Los gorilas, apelativo análogo a otros de similar connotación en distintos países (“momios” en Chile), presentan un perfil ultraconservador, elitista y reaccionario, caracterizados por su inclinación antidemocrática así como por el desprecio de lo popular que catalogan, despectivamente, como populista. Enemigos declarados del peronismo, al que atribuyen todos los males y frustraciones de la Argentina, ligados estrechamente a todos los golpes de Estado desde 1955.

La línea divisoria entre antiperonistas y gorilas en determinadas épocas ha sido por demás delgada, si bien manteniendo alguna distancia para no llegar a confundirse. Espacio que en la actualidad se ha estrechado significativamente, hasta constituir expresiones socio-culturales y políticas que se fusionan en un odio visceral por todo cuanto se manifieste como peronista.

La personificación de ese fenómeno estigmatizado a ultranza que fue –y sigue siendo- nítido en las figuras de Perón y de Evita, hoy se vuelca promoviendo una furia irracional en la persona de Cristina Fernández de Kirchner en quien se sintetiza la demonización del peronismo.

Atreverse a romper con una lógica destituyente

Aquella asimilación proyecta una aparente comunidad de intereses que no existe en realidad, pero se manifiesta en una suerte de uniformidad de sentidos de repudio y rechazo al oficialismo.

Los intereses que defienden los representantes del poder económico concentrado no consideran los de los sectores medios, que se le suman con la aspiración de ocupar un lugar más cercano a ellos y tomar distancia del conjunto del Pueblo cuyo destino naturalmente comparten.

Tal convergencia funcional, como fue otras tantas veces, constituye un factor relevante para provocar un quiebre institucional, que se nutre de una ficción que termina develándose demasiado tarde.

La insistencia en conquistar voluntades que se empeñan en cortar todo lazo de razonable convivencia democrática, que revelan cada día más claramente el propósito de impedir que el gobierno nacional complete su ciclo a menos de un año de haberlo iniciado, es estéril.

La legitimidad que resulta de haber obtenido el apoyo de casi el cincuenta por ciento del electorado, ampliado luego por las respuestas oportunas y necesarias frente a la crítica situación en que estaba el país cuando irrumpió la pandemia, es la base que debe consolidarse para emprender las acciones dirigidas a concretar las transformaciones comprometidas.

No se trata de cerrarse sobre sí mismo, sino de ejercer en plenitud el gobierno validado democráticamente, removiendo los obstáculos enquistados que distorsionan el funcionamiento efectivo de las instituciones y conspiran contra la continuidad del sistema consagrado en la Constitución Nacional.

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