Con ese estilo imperioso que caracteriza a nuestro periodismo serio, la indispensable Cristina Pérez afirmó que “ningún político puso un mango para bancar la cuarentena”. Al parecer, el Estado debe financiarse con los ingresos de quienes lo administran, en particular frente a una emergencia de escala planetaria como la pandemia. Ocurre que pasado el enamoramiento con Cambiemos, nuestros periodistas serios vuelven a profesar sus letanías antipolíticas habituales. Cobrarle impuestos a los más ricos es una iniciativa autoritaria digna de Atila pero reducirle el sueldo a los funcionarios públicos- sin distinción de ingresos- sería una medida virtuosa. Como señaló nuestra compañera Gimena Fuertes: “que Carla Vizzotti venda los anteojos para comprar gasas para los hospitales”. Sería sin duda un gesto encomiable.
Luego de operar durante meses en contra de la cuarentena invocando los derechos humanos de los runners y las angustias existenciales de periodistas que no pueden conocer a sus sobrinas recién nacidas, los periodistas serios nos ofrecen un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI por sus siglas en inglés), pero esta vez en sentido contrario. Con cara de colon irritable se preguntan si es bueno flexibilizar esa cuarentena que hasta la semana pasada exigían eliminar. Los contagios ya no son exageraciones del gobierno sino una realidad tangible que les preocupa. Luis Novaresio, un periodista mesurado como lo denota el uso de la barba, ya no lamenta “la cuarentena más larga del mundo” sino que se angustia por “las cifras de nuevos casos que son realmente alarmantes”. Jony Viale y Edu Feinmann ya no se indignan por la libertad cercenada por restricciones sanitarias de tipo chavistas sino que invocan al unísono el elemental derecho a la vida. Cuentan el aumento de los contagios 15 días después de la marcha espontánea a favor de la república y el Covid que ambos incentivaron con ahínco. Como sus colegas, son jugadores de toda la cancha.
Por su lado, la mediática Cinthia Fernández, quien busca desplazar a Amalia Granata en el segmento del glamour reaccionario, denunció en su cuenta de twitter la falta de educación en Argentina por ser el único país en el que “pagan por enfermarse” y eso colapsaría el sistema sanitario. En realidad, se refiere al incentivo de $500 que otorga el gobierno de la Provincia de Buenos Aires para que los contagiados leves se aíslen en los centros extrahospitalarios en lugar de quedarse en la casa corriendo el riesgo de contagiar a la familia. Es una medida que busca evitar el colapso del sistema de salud, no lo contrario. Pero Cinthia tiene razón: aún por motivos imaginarios las indignaciones siempre suman. Además, debemos reconocer que si “se embarazan por un plan”, gozan de los “Planes Descansar” y la AUH “se va por la canaleta de la droga y el juego”, no sería extraño que les “paguen por enfermarse”.
El ministro Martín Guzmán logró enfurecer a nuestros economistas serios y periodistas ídem al afirmar que “no hay deudor irresponsable sin acreedores irresponsables”, un principio elemental con el que acordaría hasta el Cato Institute, el think tank de la derecha liberal norteamericana. Cualquier liberal genuino entiende el riesgo que toma un acreedor al prestar dinero a una tasa impagable. Ocurre que nuestros reaccionarios se autoperciben liberales, lo que genera una cierta confusión en el uso del término “liberal”. No apoyan la legalización del consumo de drogas ni denuncian nuestra pérdida de libertad por el aumento constante de los sistemas de control tanto públicos como privados (cámaras en la vía pública, aplicaciones... etc), no se indignan con las prisiones preventivas y hasta saludan el balazo por la espalda como política de seguridad. No son liberales ni siquiera en lo económico, como señala una letanía tenaz, sólo exigen que el Estado se concentre en lo importante: proteger a las empresas que los financian de las inclemencias del mercado. Lo extraño no es que se autoperciban liberales sino que logren que el resto los siga llamando así.
La Fundación Libertad, que también se autopercibe liberal, juntó en una conferencia virtual a los economistas serios Domingo Cavallo, Ricardo López Murphy, Roque Fernández y José Luis Machinea, los cuatro jinetes del Apocalipsis. Freddy Krueger y el Petiso Orejudo declinaron la invitación, tal vez por temor a los otros panelistas. Los ex ministros de Economía y el ex titular del Banco Central criticaron la política económica del gobierno y auguraron catástrofes inminentes si no cambia el rumbo económico. El Presidente debería escucharlos: tienen mucha experiencia en finales catastróficos.
Marcelo Longobardi, un periodista serio de fraseo rebuscado, explicó por su lado que Ricardo López Murphy el Breve- un ministro cuya efímera gestión duró 15 días contando un fin de semana y no resistió al planteo de Franja Morada por los recortes en las universidades- le genera más confianza que el ministro Martín Guzmán, quien renegocia la deuda impagable que dejó el gobierno de Cambiemos que tanto apoyó el mismo Longobardi. Asombros de una época asombrosa.
Longobardi también llamó a violar la cuarentena, ya que consideró más importante poder visitar a nuestros padres o gozar de actividades recreativas junto a nuestros hijos que respetar las restricciones sanitarias en medio de una pandemia. Es un razonamiento peculiar sobre todo viniendo de alguien que suele denunciar la anomia de nuestro país, es decir, la falta de apego a la ley que según él padecemos desde hace décadas.
Por último, el ineludible Jorge Fernández Díaz, paciente ambulatorio de la Fundación Alfredo Casero para el tratamiento de las psiquis devastadas por el kirchnerismo, salió no sin cierta valentía en defensa de los cuatro jinetes del Apocalipsis y algunos más, al afirmar que tanto Cavallo como Roque Fernández, López Murphy, Machinea, Prat Gay e incluso Dujovne “fracasaron, pero son profesionales que saben de economía, muy buenos diagnosticadores que leyeron mal y a los cuales les tocó situaciones muy penosas”.
No fracasó el modelo, es la realidad que se volvió a equivocar.
Imagen: En el Instituto Patria, oficiales de La Cámpora desarrollan un nuevo virus (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)