Finalmente llegaron las vacunas. Contrariamente a lo que sostuvieron nuestros medios serios y los humoristas de Juntos por el Cambios, dos colectivos que cuesta cada vez más diferenciar, las primeras dosis de la Sputnik V, la polémica vacuna rusa- e incluso, para algunos, soviética- llegaron a la Argentina antes de fin de año. Asistimos al asombroso espectáculo de nuestros periodistas serios emocionados hasta las lágrimas con el anuncio de Sebastián Piñera de la llegada de 10.000 dosis de la vacuna de Pfizer en un vuelo de LATAM e indignados hasta el frenesí con el show populista de Alberto Fernández al anunciar la llegada de las 300.000 dosis de la Sputnik en un vuelo de Aerolíneas. Los anuncios de llegadas de vacunas son como el colesterol: los hay buenos y los hay francamente malos.
La llegada de la Sputnik V indigna a quienes sostenían con indignación que no llegaría, del mismo modo que indigna a quienes sostenían que es peligrosa para la salud y ahora explican, con similar indignación, que no hay suficientes dosis de esa vacuna tan peligrosa. Es la famosa Indignación Capicúa, un paradigma estudiado en la Anthony Hopkins University.
Debemos reconocer el ahínco de nuestros periodistas serios e incluso su polivalencia ya que operar a favor de la vacuna norteamericana no les impidió operar a favor de Edesur, luego de que el incendio de una subestación dejara sin luz a más de 300.000 usuarios. Un ejemplo encomiable de utilización eficiente de los recursos, en este caso los periodistas. El Nado Sincronizado Independiente que nos ofrecen Clarín, La Nación, InfoBae, Edesur y Pfizer nos muestra que otra Argentina es posible.
El teledoctor Castro, conocido por sus diagnósticos a distancia de CFK, aseguró que “hubo episodios adversos con los mayores de 60 años” con la vacuna Sputnik V aunque no aportó ninguna documentación al respecto ni aclaró la gravedad o la cantidad de esos casos. No sabemos si se trata de naúseas o dolores, como ocurre con las otras vacunas, o de muertes masivas ya que nuestro periodismo de investigación suele ser generoso en vapores y acechanzas de bordes lábiles. Lo relevante es mantener un alto nivel de sospecha e indignar a los indignados. En todo caso, podemos asegurar que los sobres de Pfizer no han generado ningún efecto secundario ya que en ese caso el teledoctor los hubiera notado.
En estos días supimos que Uruguay, el paraíso de Oscar González Oro, desplegó tropas para cerrar sus fronteras por la pandemia y Francia, el país de la libertad de Mauricio Macri, impuso el toque de queda a partir de las 20h. Imaginemos qué ocurriría en nuestro país con nuestros medios serios y nuestras almas de cristal si el gobierno dispusiera alguna de esas dos iniciativas. Alfredo Leuco, Marcelo Longobardi, Cristina Pérez, Eduardo Feinmann, Luis Novaresio, Viviana Canosa y muchos otros defensores de la libertad y coso terminarían sedados en la Fundación Alfredo Casero para el tratamiento de las psiquis devastadas por el kirchnerismo. Nuestros terraplanistas siempre tienen ejemplos virtuosos a imitar aunque nunca son los mismos.
Le contaremos a nuestros nietos que, en plena pandemia y con una curva creciente de muertos, la oposición y la mayor parte de los medios operaron en contra de una vacuna. Asombros de una época asombrosa.
Esta semana supimos que el Gobierno de Mauricio Macri gastó al menos 4,4 millones de pesos en Alejandro Vandenbroele, el testigo clave para lograr la condena contra Amado Boudou en el caso Ciccone. Son 2 millones de pesos más que lo que ya había revelado El Destape (https://www.eldestapeweb.com/politica/caso-ciccone/vandenbroele-testigo-clave-contra-boudou-recibio-otros-2-millones-del-macrismo-2020122319580). El gobierno de Macri fue inmobiliariamente menos generoso con Pablo Bertuzzi, el juez que condenó a Boudou en esa causa, ya que no recibió un hotel Boutique sino un desplazamiento a dedo hacia la Cámara Federal. Esperemos que los jueces que se adormilan en la Corte Suprema no se enteren de estos pagos, se verían obligados a mirar otra vez hacia otro lado.
Por último, en un nuevo episodio de #JusticiaFabioZerpa de máxima creatividad, tanto Bertuzzi como su colega Leopoldo Bruglia, otro juez desplazado a dedo por Mauricio Macri hacia la Cámara Federal, denunciaron al Estado argentino frente a la Comisión Interamericana de derechos Humanos (CIDH) exigiendo que se suspenda el concurso para cubrir las vacantes de los cargos “de los que estamos siendo destituidos”. Según ambos magistrados desplazados por decreto, que sus cargos deban ser concursados implica “una remoción política”.
Esperemos que la CIDH frene esta nueva embestida del gobierno tendiente a cumplir con el procedimiento de designación de jueces estipulado por la Constitución Nacional. Ni Atila se atrevió a tanto. Ni Atila.
Imagen: Un paciente sufre los efectos secundarios de la vacuna rusa (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)