Sandra Guardia necesitaba una casa. En 2004, en el Barrio 11 de noviembre (anteriormente villa), ubicado en Rawson, San Juan, vivía en condiciones precarias junto a su madre. Embarazada y desocupada, la necesidad de cumplir con necesidades básicas la obligó a no depender de nadie más que su fuerza de voluntad, trabajo y perseverancia y decidió convocar a una cooperativa para levantar su propia vivienda.
Su proyecto convocó a doce vecinos de la zona: cuatro desocupados y ocho beneficiarios del plan Jefas de Hogar. “La municipalidad de Rawson lanzó un programa en articulación con la provincia de Buenos Aires para la conformación de cooperativas. Se conformaron cuatro, una de esas era la nuestra. El Municipio compró el terreno y promovió, de la mano de la Dirección Provincial de Cooperativas, la construcción de varias casas. A mí me tocó hacer mi propia casa y la de mi mamá. La mano de obra era mi gente. Yo estuve adelante en todo el proceso de conformación de las obras”, recuerda en diálogo con El Destape.
Es así que Sandra vivió su primera experiencia no solo levantando una casa, sino encabezando un proyecto que la pondría siete años después como una referenta del cooperativismo y trabajo colectivo. Bajo el nombre de “Un sueño hecho realidad”, con su equipo construyó la edificación donde actualmente vive, pero la imperiosa necesidad presente en el pequeño Barrio 11 de noviembre la motorizó a seguir en el camino que por sed de trabajo inició. La sanjuanina construyó su casa y luego se especializó en el sector: “Hicimos cursos, nos preparamos para preservarnos en el rubro”, reconoció.
Al borde del derrumbe
A principios de 2020 conoció a David Domínguez, Director de Cooperativas de la Provincia de San Juan y a la subdirectora de Cooperativas, Mónica Navarro. El comienzo de la relación se dio por un acontecimiento que Sandra describe como “realmente desesperante”: en 2019, la gestión anterior del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) les había quitado la matrícula a la cooperativa por falta de documentación. “No presentamos algunas cosas en Buenos Aires por falta de experiencia. Estábamos desesperados, teníamos contratos que no podíamos continuar y doce familias a cargo”, lamentó. Así llegó, “con todo el dolor”, a la Dirección.
“Sandra pidió una audiencia y nos reunimos junto a un grupo de mujeres de 3 cooperativas, donde nos plantearon con mucha tristeza y desazón y hasta desesperación qué la matrícula de sus coop. había sido cancelada por el INAES, que estaban sin trabajo y no contaban con los recursos, ni con los conocimientos para recuperarla. Reconocimos su actividad laboral y nos comprometimos a ayudarlas”, contó Domínguez y destacó que la cooperativa no solo llevó adelante casas, sino también otras obras como cordón cunetas, playones deportivos, obras en cloacas, plazas y parte del velódromo de ciclismo.
Con esos antecedentes iniciaron los trámites para la obtención de una nueva matrícula al aprovechar, aseguran, la visita del entonces flamante presidente del INAES Mario Cafiero, con quien firmaron desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Promoción Social de la provincia un convenio para regularizar y mejorar los tiempos para la obtención de nuevas matrículas. Así renació la cooperativa, con los mismos vecinos compañeros de 2004 y con la mísma líder, ya con 39 años. “Un sueño hecho realidad” quedó atrás, junto con la anterior matrícula, y se reinventó con el nombre Tres Soles, en honor a Matías, Benjamín y Thiago, los tres hijos de la cooperativista.
Reconocimiento especial
Para el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Sandra recibió una distinción en el Municipio de Rawson por su labor constante. “Somos una de las cooperativas que más trabajó en distintos departamentos de la provincia”, asegura. Consultada sobre si alguna vez sintió discriminación o prejuicios por meterse en un rubro mayormente masculinizado, respondió: “Nunca me hicieron sentir mal, al contrario, me felicitaron como la llevaba adelante, me llama mucha gente”. “Sandra es una mujer por demás emprendedora, inquieta, trabajadora, muy luchadora y amante del Cooperativismo. Además, tenemos detectadas 5 cooperativas cuyas caras visibles son mujeres y tienen un historial laboral muy bueno”, reconoció Domínguez.
Sandra aún vive en la misma casa que construyó años atrás. Garantiza que es su hogar. Lleva adelante el trabajo con los mismos vecinos, quienes reciben capacitaciones y herramientas a través de diversos programas estatales llevados adelante en San Juan.
“Pasar de tener una casa precaria a poder comer y dormir bien y lidiar con la lluvia fue algo muy hermoso. Hoy digo que estoy viviendo en el lugar que yo construí con mis tres hijos y mi marido y me hace sentir muy bien. De acá no me voy más”, concluye.
2021: la mujer continúa con representación mínima en la Construcción
A datos de 2018, según la organización Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), la construcción es un sector que emplea al 16% de la fuerza laboral masculina y donde las mujeres representan solo el 3% de los puestos de trabajo. De acuerdo al organismo, el sector es el que mayor concentración de puestos de decisión a cargo de varones tiene, a la vez que es uno de los más masculinizados en términos de dotación total.
Si hay, en cambio, presencia mayoritaria de las mujeres en el trabajo doméstico, educación y salud, rubros con salarios promedio sensiblemente menores que los de los sectores más masculinizados (construcción, transporte y comunicación e industria). Además, ellas representan 25% del total de estudiantes de ingeniería y ciencias aplicadas y solo 15% de las inscripciones en la carrera de programación.
Por otro lado, vinculado a la salud laboral, un informe de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) reconoce que los hombres y mujeres se distribuyen de forma desigual las tareas y se exponen a riesgos diferentes: mientras que en el sector masculino predomina la exposición a problemas relacionados con la manipulación de objetos pesados y diversos químicos, “el sector femenino se caracteriza por exponerse a movimientos repetitivos, posturas forzadas, trabajos monótonos, posturas de trabajo inadecuadas, largas jornadas de pie, exposición a agentes químicos y biológicos, riesgos relacionados con la organización del trabajo y otros riesgos que tienen impacto en la salud” y enfatizan en que la doble jornada de trabajo -laboral y familiar- repercute “en forma directa en el deterioro de la salud de muchas mujeres.” Sin dejar pasar el acoso sexual o discriminación, que “se suman a los problemas relacionados con el género en la salud y seguridad en el trabajo.”
Igualmente, a principios de 2020, el Ministerio de Obras Públicas comenzó el programa “Argentina Hace”, por el que se busca generar 20.000 nuevos y promover la paridad de género, el desarrollo con inclusión social y la integración de jóvenes desocupades. Entre otras medidas bajo esta iniciativa, en septiembre, en conjunto con la UOCRA, se llevó a cabo la primera obra dirigida y ejecutada por mujeres y disidencias en Río Negro, Viedma.
Quien también busca romper con los estereotipos de género es Bernardita Siutti, más conocida en Instagram por sus 377 mil seguidores por “Mami Albanil”, cuenta donde comparte tutoriales sobre cómo hacer refacciones en el hogar que usualmente llevan adelante los hombres. En diálogo con El Destape cuenta que “siempre vivió esas tareas como algo natural” hasta que se creó la cuenta y vio que “no era normal”. ”Por lo general, la mujer dentro del hogar se dedica a decorar o cocinar, sin menospreciar, claro. En ese contexto, el rubro de la albañilería es disruptivo. Trato de enseñar pero también mostrar que una se las puede arreglar sola y salir adelante sin la ayuda de otra persona y la convocatoria es super positiva. Cuando me ven arreglando una pavada, como algo del lavarropas, se ríen y me preguntan: ‘pagué tres mil pesos por esa pelotudez!?’”