Mitos y verdades sobre la Alianza del Pacífico

16 de mayo, 2015 | 20.14
Desde su formación en el 2012, los países que conforman la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) gozan de una excelente prensa. Con economías abiertas y market frendly, estos países son puestos como la contratara de los países con gobiernos "populistas" de América del Sur.

En los últimos años se volvió un lugar común afirmar que la Alianza del Pacífico se convirtió en la nueva locomotora económica de la región, con altos niveles de crecimiento, inversiones millonarias y tratados de libre comercio con varias potencias mundiales. De otro lado, el Mercosur y los países "bolivarianos", estarían en su fase de declive, demostrando que los gobiernos no deben intervenir en la economía y menos aún intentar dirigirla.

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Pero hay un pequeño detalle: toda esta teoría no se condice con los números fríos de la economía. Una simple sumatoria de los PBI del último lustro muestra que, agrupados, los países de la Alianza del Pacífico crecieron prácticamente lo mismo que los países "populistas". Mientras que los primeros tuvieron, en promedio, un crecimiento del 4,6% anual, los países con gobiernos progresistas (tomamos como ejemplo a Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador) tuvieron un crecimiento apenas menor, un 4,3%. Una diferencia marginal del 0,3%.

Además, la tendencia deja ver que los ciclos de fuerte crecimiento, seguidos de otros mucho más moderados, cruza a toda la región, independientemente de la orientación ideológica de los gobiernos. Así, por ejemplo, Perú pasó de un explosivo 8,5% de crecimiento en el 2010, para bajar al 2,4% en el 2014. Una brecha similar a la de Argentina que en el 2010 creció al 9,1% y en el 2014 se tuvo que conformar con el 0,5%. Otra de las propagandas que se desmoronan es la que sostiene que los países del Pacífico
crecen de manera más constante y sólida: México y Chile pasaron de crecer en 2010 5,2 y 5,8% respectivamente, para descender abruptamente al 2,1 y 1,9% en el 2014.

Por el contrario, representantes indiscutidos del eje bolivariano como Ecuador y Bolivia, mantuvieron tasas de crecimiento constantes durante todo el lustro. Bolivia siempre creció entre 5,2 y 6,8% y Ecuador, con un poco más de altibajos, entre 3,5 y 7,9%. Si esta paridad en los PBI ponen en duda que los países que forman la Alianza del Pacífico puedan ser vistos como el nuevo motor económico regional, el tipo de crecimiento que tienen lo cuestiona aún más.

Según la CEPAL, en el 2013, las exportaciones de bienes primarios de Brasil llegaban al 63% del total, mientras que en Argentina subían las 66%. Son números que hablan de economías todavía dependientes de productos con bajo valor agregado. Pero la situación de Colombia, Chile y Perú es aún peor. En estos países el peso de los bienes primarios en la balanza exportadora supera, en todos los casos, el 80% del total.

Otro dato que relativiza el éxito económico de los países de la Alianza del Pacífico es el bajísimo nivel de interpelación de su comercio. Esa es, de hecho, una de las principales críticas que se le suele hacer al Mercosur. Sin embargo, mientras en el Mercosur el comercio interregional es del 15 o 16%, en el caso de la Alianza del Pacífico apenas un 3,5% del total comerciado tiene como origen y destino un país del grupo. Es decir, las economías del Pacífico están a años luz de tener un vínculo comercial y productivo entre
ellas, algo que se vuelve vital para pensarlas como un bloque de poder.

En definitiva, aunque tengan buena prensa y sean la esperanza de quienes quieren un cambio de rumbo en América latina, los países de la Alianza del Pacífico no tienen el dinamismo ni el crecimiento explosivo que les asignan.

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