Habrá que encontrar un término que defina al síndrome del "pato rengo" al revés (¿pato corredor, pato de cuatro patas?) para explicar el final del mandato de Cristina Kirchner. A escasos meses del cierre de su gestión, la Presidenta mantiene el centro del escenario político, registra niveles de popularidad en ascenso y, lejos de perder apoyos, dirigentes opositores con votos propios se muestran dispuestos a hacer papelones con tal de ser aceptados dentro del mismo oficialismo del que decían las peores cosas hace unas semanas atrás.
La oposición se muestra desconcertada ante un panorama que evidentemente no entraba en sus pronósticos. La presión de los sectores del establishment —siempre acuden a la misma y poco imaginativa solución— es para que todos se unan contra el demonio K, por lo que todavía negocian contrarreloj a poco del cierre de candidaturas.
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Pese a eso, en los últimos días, desde oficinas de la Casa Rosada salieron a bajarle el tono a la posibilidad de que Cristina Kirchner sea candidata en las elecciones de este año, en la misma medida que tomó nueva fuerza la chance de que lo sea su hijo Máximo. La Presidenta habría deslizado ante sus íntimos su intención de tomar distancia durante un tiempo de la política local y dejar que el próximo gobierno haga sus primeros pasos sin que su presencia funcione como una sombra.
Ante esa (supuesta) decisión, una banca en el Parlasur no parecía una mala opción. El nombre Cristina Kirchner figuraría en las boletas del Frente para la Victoria de todo el país y la legislatura del Mercosur le aseguraba un lugar tranquilo en el que cada tanto podría pronunciar algún discurso que seguro tendría repercusiones. Pero también es cierto que ante un Mercosur casi paralizado y un Parlamento con un funcionamiento por ahora muy limitado, casi simbólico, una participación de Cristina suena casi desmedida. "Es como tirarle un misil a una hormiga", repite Aníbal Fernández siempre que le preguntan.
No obstante, la idea de un cargo internacional permanece. Michelle Bachelet, por ejemplo, ocupó durante tres años un puesto en las Naciones Unidas para la defensa de los derechos de las mujeres y luego volvió a Chile para ser candidata y presidenta por segunda vez. Que se sepa, Cristina Kirchner no recibió hasta ahora ninguna propuesta en ese sentido, pero sí se sabe de algunas ideas que andan dando vueltas.
El papa Francisco recibió días atrás a la Presidenta por quinta vez en poco más de dos años. De nuevo exhibieron la excelente sintonía que alcanzaron en este tiempo.
Ya dejaron definitivamente atrás viejas desconfianzas y ambos muestran una posición muy parecida en una amplia variedad de temas de la agenda internacional, desde la creación del Estado Palestino, el acercamiento a las potencias emergentes China y Rusia -Francisco recibió a Vladimir Putin al mismo tiempo que el ruso recibía una nueva condena de los países más poderosos reunidos en el G7-, la necesidad de una mayor regulación de los capitales financieros para que tengan prioridad los que se destinan a generar empleo; en definitiva, la urgencia por ir hacia un mundo más multilateral, justo y equitativo.
Bien, según comentan funcionarios argentinos que mantienen contactos con el Vaticano, Francisco tendría a Cristina Kirchner, a Pepe Mujica, a Lula y a presidentes de la región como Rafael Correa en una lista de posibles embajadores a misiones especiales y de paz, para que actúen como sus representantes en distintas partes del planeta.
"No sería extraño que dentro de no mucho tiempo veamos a algunos de ellos haciéndose cargo, a modo de embajadores extraordinarios, de misiones solicitadas e impulsadas por Francisco en el conflictivo teatro internacional", escribió el periodista especializado en temas eclesiásticos Washington Uranga en PáginaI12. Eso, claro, en tanto y en cuanto la Presidenta no decida ser candidata a algún cargo en las elecciones de octubre. Una incertidumbre que quedará develada en apenas unos días.