Belka y Strelka: al espacio ida y vuelta

20 de febrero, 2015 | 15.25


Por Alejandro Baldi
Especial para El Destape


Las bautizaron como Strelka ("Flechita") y Belka ("Blanquita"), según la información que se puede conseguir de ellas no pesaban más de seis kilos cada una y no alcanzaban los treinta y seis centímetros de altura. Belka y Strelka, un poco más de veinticuatro horas después del 19 de agosto de 1960 (día del despegue) alcanzarían el reconocimiento mundial por ser los primeros seres vivos en volver respirando de un viaje al espacio exterior. Las perras no solo se convirtieron en un símbolo del avance de la humanidad sobre el espacio, en su momento también fueron el centro de la propaganda soviética para demostrar la superioridad del Estado socialista.

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Para entender la importancia de la misión en donde participaron Belka y Strelka a bordo de la Vostok 1K es necesario entrelazarla con los acontecimientos de la carrera espacial entre la Unión Soviética y los Estados Unidos: el 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética envió, con total éxito, al espacio exterior el primer satélite artificial de nuestra historia, el nombre del artefacto era "Sputnik I" que literalmente significa "satélite". El 3 de noviembre de ese mismo año, y para conmemorar el triunfo de la revolución bolchevique, se llevó a cabo el lanzamiento del Sputnik II, que para sorpresa de todo el mundo en su interior llevaba al primer ser vivo en llegar al espacio, la perra Laika. Si bien los ingenieros soviéticos encargados del proyecto sabían que la nave no podría regresar a la tierra, no se contaba con la tecnología suficiente para hacer volver intacta a la nave, se plantearon el objetivo de mantener con vida al menos por diez días a Laika, y ese fue el comunicado que dio Moscú al resto del mundo una vez que todo terminó. Muchos años después, con la caída del comunismo, se supo que así no fue.

El viaje de Belka y Strelka sirvió, entre otras cosas, para corregir los errores producidos en los lanzamientos del Sputnik. Además, el objetivo a corto plazo por el cual competían la Unión Soviética y los Estados Unidos era ser el primer país en colocar un hombre en el espacio, las reacciones que tuvieron Belka y Strelka frente a las altas velocidades de despegue, las temperaturas, la navegación entre las orbitas y los efecto de la gravedad cero fueron necesarias para que Yuri Gagarin se convirtiera, el 12 de abril de 1961, en el primer ser humano lanzado al espacio.

De las estrellas al estrellato, ese fue el pasaje final de Belka y Strelka después de volver exitosas de su misión. Los altos mandos soviéticos, eufóricos por el triunfo, convirtieron a las dos perras en el ariete de la maquinaria propagandística soviética, se imprimieron una docena de distintos motivos de afiches en los cuales se puede ver a las perras con el mentón levantado al mejor estilo de heroínas de la patria que miran un horizonte prometedor para todo el pueblo soviético. Belka y Strelka también recibieron sus propios premios: fueron retiradas del programa espacial soviético para dedicarse a visitar colegios distribuidos por toda la Unión Soviética, no faltaron las invitaciones para mostrarse en toda clase de conferencias de prensa y fueron acariciadas por todo aquel que quisiera escuchar su historia por boca de su entrenador, acariciar a esas perras era casi como acariciar una estrella. Aquellas personas que no se pudieron dar el gusto de jugar o tocar un momento a las perras, tenían a su favor la posibilidad de comprar algún juguete sobre Belka y Strelka, algunos fabricantes vieron la posibilidad y sacaron al mercado, no solo soviético, una gama de muñequitos y afines sobre las valientes perronautas. Eso no es todo, en el 2010 se estrenó una película de animación por computadora llamada "Space dogs" donde se narra las aventuras de Belka y Strelka en su conquista del espacio. Hoy en día las perras pueden ser vistas, disecadas, en Museo de la Cosmonáutica de Moscú.

Existe la siguiente anécdota: Un tiempo después de volver a la tierra, Strelka tuvo crías y en un viaje diplomático a Viena Nikita Jrushchov le regaló una de esas crías, llamada Pushinka, a Jacqueline Kennedy. El amor surgió entre la perra soviética y un perro de los Kennedy, el resultado fueron unos perritos que fueron tomados como un símbolo de paz entre tanta amenaza de un ataque nuclear en la guerra fría.