América Latina hace tiempo no está entre las prioridades de la política exterior de Estados Unidos. Sin embargo, en los últimos 11 meses, el Gobierno de Javier Milei reeditó las relaciones carnales de los años 90 y sostuvo -una y otra vez- que sus aliados en el mundo son Estados Unidos e Israel. Este corset ideológico le consiguió, por un lado, un desfile constante de funcionarios de primera y segunda línea del Gobierno demócrata de Joe Biden y Kamala Harris dispuestos a firmar acuerdo tras acuerdo, y, por otro lado, un abrazo sentido con el ex presidente republicano Donald Trump y los elogios grandilocuentes de su entorno extremista. Este año, la Casa Rosada dinamitó las buenas relaciones con China (hasta dejó en suspenso las obras de infraestructura masivas que financiaba), tiró a la basura los posicionamientos históricos argentinos en Naciones Unidas, impulsó un RIGI muy beneficioso para las inversiones extranjeras (y, por supuesto, estadounidenses) y adhirió a la Alianza para la Seguridad de los Minerales Críticos creada por Washington. También se sumó a una misión militar multinacional liderada por los norteamericanos en Medio Oriente, le ofreció "una base militar integrada" en Ushuaia y un centro de inteligencia regional en el país para luchar contra el narcotráfico y le abrió la puerta al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos a la estratégica hidrovía, entre otras iniciativas. No hay dudas que el alineamiento es total, entonces: ¿por qué el Gobierno libertario tiene tantas expectativas puestas en las elecciones del próximo martes? ¿Qué puede cambiar para Argentina?
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Hace tres meses, cuando Trump sobrevivió a un atentado en un acto electoral en Pensilvania y muchos analistas -estadounidenses y también argentinos- salieron a pronosticar una victoria segura del ex presidente en las urnas, en la Casa Rosada se festejó. Desde el Gobierno creen que una vuelta del republicano a la Presidencia significaría un apoyo determinante en el FMI para conseguir fondos frescos a través de un nuevo préstamo. Este acuerdo, por ahora, ha demostrado ser esquivo para el ministro de Economía, Luis Caputo, principalmente porque el Fondo reclama -como le reclamó al gobierno anterior del Frente de Todos- una importante devaluación que amenazaría la desaceleración de la inflación que tanto festeja Milei. Estados Unidos es el país con más poder de voto en el Fondo, cerca de un 16,5%, pero no decide solo. Sin embargo, en el Gobierno argentino apuestan a que, de llegar a la Casa Blanca, Trump ejercerá suficiente presión sobre sus aliados para destrabar un acuerdo, algo que el Gobierno de Biden y Kamala nunca hicieron.
Michael Shifter es un veterano conocedor de las relaciones entre Washington y América Latina. Desde los años 80, trabaja en fundaciones y think tanks especializados en la región y, durante más de una década, fue el presidente Diálogo Interamericano, una organización que nuclea a muchos ex mandatarios y funcionarios latinoamericanos y busca influenciar en la capital estadounidense en el debate sobre la política hacia la región. En diálogo con El Destape, calificó como "un poco idealista" la creencia de que un segundo gobierno de Trump vaya a presionar fuerte al Fondo para garantizar un nuevo préstamo a Argentina. "No estoy seguro cuánto va a querer usar su capital político para forzar la voluntad dentro del FMI, es un poco excesivo pensar que sí", sostuvo y agregó: "Si Trump gana, puede ofrecer más visibilidad (a Milei) y el Gobierno estadounidense mostrarse más generoso porque lo cierto es que no tendrá muchos aliados en la región y Milei sería uno. Pero no preveo una ayuda económica significativa, en cambio, sí apoyo diplomático y simbólico. Milei podrá usar en su beneficio para decir: '¿Ven? El país más poderoso del mundo va en la misma dirección que nosotros'. Eso lo puede empoderar."
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Para el analista estadounidense, la prioridad latinoamericana de Trump probablemente será México. "Le importa por tres temas: inmigración, drogas y China. Y además, en 2026 está previsto revisar el acuerdo comercial con Canadá y México". "No creo que Sudamérica vaya a recibir mucha atención, al menos no será prioridad", continuó y puso una excepción: "Quizás en la política de aranceles de Trump a productos extranjeros no sería tan duro con Argentina".
Pero que Trump no vaya a tener en el radar a Argentina en sus decisiones no significa que éstas no vayan a afectar al plan económico de Milei. La política de aranceles que prometió el republicano en campaña es criticada por demócratas y por al menos 23 premio Nobel de economía en una carta hace unos meses. Según sostienen, la imposición de estas barreras comerciales a productos de China, principalmente, generarán inflación inmediata en los sectores en los que las exportaciones de la potencia asiática tienen una porción del mercado estadounidense. Si esto sucede, Washington tiene una tradición de combatir la inflación con un aumento de la tasa de interés, lo que volverá al país más atractivo para los capitales internacionales (que Argentina por ejemplo) y, además, afectará directamente en la baja sostenida que viene registrando el riesgo país y que viene celebrando Milei y Caputo.
La otra ilusión del Gobierno de Milei es que una vuelta de Trump al poder ayude a convencer a inversores privados a apostar en Argentina. Shifter tampoco cree que esto sucederá. "El problema para invertir no son las condiciones en Estados Unidos, sino en Argentina. No importa la presión que un eventual gobierno de Trump ponga en inversores privados, ellos van a seguir pensando según las condiciones económicas que existan. Y un tema, una preocupación es el cepo. Mientras haya cepo, va a ser difícil y eso no depende de quién sea el presidente de Estados Unidos," sostuvo.
Como la mayoría de los analistas en Estados Unidos, Shifter no se anima a dar un pronóstico electoral. Todas las encuestas serias coinciden en que los dos candidatos presidenciales están muy parejos (dentro del empate técnico) en los siete estados considerados oscilantes, es decir, que podrían terminar ganar uno o el otro. Arizona, Georgia, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania, Nevada y Wisconsin son los distritos que definirán la elección el próximo martes 5 de noviembre.
Por eso, analizó también qué pasaría ante una posible victoria de Kamala Harris. "Habría continuidad, no veo riesgo ahí. Se mantendría el actual rumbo en la relación bilateral y se seguiría construyendo desde los acuerdos firmadas durante el Gobierno de Biden," afirmó y destacó que, tanto con los demócratas como con los republicanos, el próximo Gobierno estadounidense seguirá tomando "muy en serio el tema de China. Habrá habrá presión sobre el que gane para que Argentina no se involucre mucho con China, especialmente en todo lo vinculado con vigilancia y tecnología".
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En Estados Unidos, uno de los principales argumentos de la campaña demócrata es que Trump atentará o socavará la democracia, una acusación que no parece tan lejana a la que repite parte de la oposición argentina contra el Gobierno de Milei. En este contexto regional en el que las democracias están siendo atacadas por las extremas derechas, tanto desde adentro de los Estados como desde la oposición, surge el interrogante de si es lo mismo que ganen los demócratas o los republicanos. A finales de 2022, cuando Jair Bolsonaro se negaba a reconocer la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y la posibilidad de un golpe de Estado para evitar la vuelta al poder del ex líder sindical era una realidad, la intervención del Gobierno de Biden fue una pieza importante para desactivarlo, según reconocieron después fuentes en Brasilia. El presidente demócrata ordenó a sus jefes militares que le comunicaran a sus pares brasileños que no aceptarían un golpe.
"La posición de Estados Unidos no solo buscaba defender la democracia, sino que además quería evitar un golpe de Bolsonaro, un abierto aliado de Trump. No sé si la comparación es válida para Argentina", sostuvo Shifter, quien aclaró que, en su opinión, "las prácticas antidemocráticas deberían ser muy extremas para que Estados Unidos actúe de manera significativa". Además, destacó, "mientras Biden habló mucho durante su mandato de la batalla global por la democracia, contra las autocracias, ese no es el mensaje de Harris, no habla así. Creo que se limitará más."