(Amplía con discurso de Biden y detalles del debate en el Congreso)
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reclamó hoy al Congreso que directamente prohíba la venta de armas de fuego a particulares y de cargadores de alta capacidad, como un paso para frenar los tiroteos masivos que se repitieron en las últimas semanas en el país.
Biden se preguntó cuántas matanzas más pueden ocurrir antes de adoptar una decisión drástica.
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También llamó a hacer algo para evitar que las escuelas sigan convirtiéndose en campos de exterminio, campos de batalla, aunque aclaró que no se trata de quitarle las armas a nadie.
Estando allí, en ese pequeño pueblo, como tantas otras comunidades en todo Estados Unidos, no pude evitar pensar que hay demasiadas otras escuelas, demasiados otros lugares cotidianos, que se convirtieron en campos de exterminio, campos de batalla, dijo.
El mandatario se refirió de ese modo a su reciente visita a Uvalde, en el estado sureño Texas, donde la semana pasada un joven de 18 años -que luego fue abatido- asesinó a balazos a 21 personas en una escuela.
Ese tiroteo se produjo poco después de otro en Buffalo, estado de Nueva York, donde un joven un supremacista blanco mató a 10 personas en un supermercado.
"¿Cuántas matanzas más estamos dispuestos a aceptar?", preguntó Biden en un discurso televisado.
Señaló además que, si no se logra la prohibición -un cambio que parece altamente improbable- la edad para comprar esas armas debería aumentarse de 18 a 21 años.
El discurso del mandatario desde la Casa Blanca busca meter mayor presión en las discusiones en el Capitolio para aprobar límites de armas más estrictos después de que esas búsquedas fracasaran luego de ataques anteriores.
El mandatario demócrata prometió durante su campaña actuar contra este flagelo, al que sucesivos gobiernos estadounidenses no han podido poner fin.
Para Biden, resulta "inconcebible" el rechazo de la mayoría de los senadores republicanos a votar normas más estrictas sobre las armas de fuego
Es "hora de que el Senado haga algo", dijo, y advirtió que los congresistas "no pueden fallarle otra vez al pueblo estadounidense".
Con todo, aclaró que no se trata de quitarle las armas a nadie y explicó: Creemos que deberíamos tratar a los propietarios de armas responsables como un ejemplo de cómo debe comportarse cada propietario de armas.
Cuando anticipó la palabra de Biden, la Casa Blanca había adelantado que abordaría los trágicos tiroteos masivos y la necesidad de que el Congreso apruebe leyes de sentido común para combatir la epidemia de violencia armada que se cobra vidas todos los días.
De fondo, demócratas y republicanos buscaban acordar un marco acotado para el control de las armas de fuego con, por primera vez en años.
La apretada mayoría del oficialismo demócrata en el Congreso no le permite aprobar una legislación de este tipo sin apoyo de los republicanos, históricamente reticentes a restringir el uso de armas.
El desafío es encontrar medidas que puedan tener el visto bueno de al menos diez senadores republicanos, imprescindible por la mayoría calificada de 60 votos necesaria en el Senado.
Hasta acá, los opositores se oponen a limitar la conducta de ciudadanos respetuosos de la ley, en un país en el que más del 30% de los adultos tiene al menos un arma de fuego.
Pese al reclamo de Biden, lo que se discute en el Senado no va más allá de propuestas limitadas, como la verificación de antecedentes penales o psicológicos de los compradores de armas.
Al frente de las negociaciones está Chris Murphy, senador por el estado de Connecticut, muy afectado por el tiroteo de Sandy Hook el 14 de diciembre de 2012, cuando un joven de 20 años mató a 26 personas, incluidos 20 niños.
Horas después de aquella tragedia, el entonces presidente Barack Obama pidió entre lágrimas al Congreso que "actuara con seriedad para evitar más tragedias". Biden era entonces vicepresidente.
Los proyectos de ley presentados suelen chocar con el muy poderoso lobby armamentista de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y fracasar luego.
"Hay un impulso creciente para que hagamos algo. Y acordamos un plan para seguir trabajando", escribió en su cuenta de la red Twitter el senador Murphy, mientras el republicano Pat Toomey también expresó su "optimismo".
En paralelo, la Cámara de Representantes debatía otro importante proyecto de ley que prohibiría la venta de rifles semiautomáticos a menores de 21 años y la de cargadores de alta capacidad, aunque las iniciativas recién se someterán a votación la próxima semana.
La jornada dejó un momento curioso: mientras participaba de modo virtual de una audiencia del Comité Judicial sobre el paquete legislativo desde su casa, el republicano Greg Steube sorprendió a sus colegas legisladores cuando sacó varias pistolas. "Estoy en mi casa. Puedo hacer lo que quiera con mis armas", respondió Steube a un cuestionamiento de una par demócrata.
La palabra de Biden y la discusión legislativa produjeron prácticamente en simultáneo con un nuevo tiroteo, esta vez en un cementerio en Racine, estado Wisconsin, en el norte del país, que dejó cinco personas heridas.
A las 14.26 se registraron numerosos disparos en el cementerio de Graceland, donde se sepultaba a un hombre abatido por efectivos policiales, informó el Departamento de Policía de Racine en Twitter.
Hay víctimas, pero se desconoce cuántas en este momento; la escena aún está activa y está siendo investigada, agregó el reporte.
Medios locales informaron que cinco personas fueron heridas durante el sepelio de DaShontay King, un hombre muerto por policías a fines de mayo, según la agencia de noticias AFP.
La agencia ANSA señaló que un hombre habría descendido armado de un auto y habría rechazado seguir las órdenes de los agentes de detenerse y entregar el arma, por lo que un policía habría disparado y el hombre murió en el acto.
Hasta esta noche, sin embargo, la supuesta muerte del atacante no había sido confirmada oficialmente.
Ayer, mientras en Uvalde sepultaban a algunas de las víctimas del ataque a la escuela de la semana pasada, hubo dos nuevos tiroteos que dejaron al menos cinco muertos.
Uno se produjo cuando un hombre con un fusil abrió fuego en un campus del centro médico St. Francis, en Tusla, Oklahoma (estado del centro-sur de Estados Unidos) y provocó cinco muertos -incluso él mismo- y varios heridos.
Otra persona fue herida por disparos de arma de fuego cerca de un supermercado Walmart en Luzeme, en el estado oriental Pensilvania.
Ayer, además, fue acusado de terrorismo interno Payton Gendron, el adolescente blanco acusado de matar a tiros a 10 personas durante un ataque racista en un supermercado en Buffalo, estado de Nueva York, el 14 de mayo.
Sin embargo, tras la matanza de Uvalde, hubo una docena de tiroteos con más de cuatro muertos reportados en todo el país el fin de semana largo del "Memorial Day" (Día de los Caídos).
Según el sitio web Gun Violence Archive, hubo al menos 132 muertes y 329 heridos por armas de fuego en todo el país desde el sábado 28 hasta el lunes 30 por la noche.
Con información de Télam