Por decisión, inacción o hipocresía, lo que se suele identificar como comunidad internacional no logró hacer nada para frenar la escalada de violencia en Medio Oriente en todo el último año. Más allá de alguna resolución, algunos atisbos de frenar el envío de armas, múltiples protestas multitudinarias o tener un discurso que pida un cese al fuego, tanto los organismos como Naciones Unidas como los países potencia y los más cercanos al conflicto han sido incapaces de avanzar en un camino que ponga fin a la muerte de más de 41 mil palestinos de Gaza y más de 1700 libaneses, y el regreso de los alrededor de 100 israelíes que siguen secuestrados.
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Cuando el pasado 27 de septiembre, el premier de Israel, Benjamín Netanyahu, subió al estrado para dar su discurso en la Asamblea de Naciones Unidas, varios diplomáticos abandonaron la sala en señal de protesta. Afuera de la sede de la ONU, manifestantes se movilizaban con pancartas y mensajes para pedir un freno a los ataques en Gaza. En medio de ese contexto, y sin que le tiemble la voz Bibi afirmó: “No tenía la intención de venir hoy, mi país está en guerra luchando por su vida, pero luego de que escuché las mentiras y difamaciones dirigidas a mi país por muchos oradores en este podio, decidí venir y decir la verdad”.
Mientras Netanyahu decía “la verdad” en la ONU, ya se había dado la orden de atacar más de cuatro edificios en el sur de Beirut para asesinar al líder del Hezbollah, Hassan Nasrallah, entre otros cientos de libaneses que fueron asesinados por simplemente vivir cerca o pasar por el lugar. Algo que dejó descolocados a países como Estados Unidos o Francia que buscaban cerrar un cese al fuego en Líbano, donde desde hacía cinco días se ataca al país, especialmente en el sur, pero también en otras regiones. Bibi sacó un mapa, y al mejor estilo George Bush y su eje del mal, habló de la bendición y la maldición, en la cual se encuentra la República Islámica de Irán.
Violencia
Desde que el pasado 7 de octubre cuando miembros del Hamas entraron a Israel, asesinaron a casi 1200 israelíes, violaron a civiles y secuestraron a más de 250 -de los que alrededor de 100 siguen secuestrados al día de hoy-, la escalada de violencia en la región no frenó. La respuesta de Israel fue atacar la Franja de Gaza, donde ya se contabilizan más de 41 mil muertos, según el informe de las autoridades gazatíes que los identifica con nombre y documento. Las primeras 14 páginas son solo nombres de bebés. El 8 de octubre, el partido y milicia libanesa Hezbollah comenzó a lanzar misiles al norte de Israel, lo que generó que más de 60 mil israelíes evacúen esa zona. Israel respondió con bombardeos al Líbano.
Desde Hezbollah sostenían que lanzaban misiles en solidaridad con Gaza, lo mismo dijeron los hutíes de Yemen cuando atacaron buques en el Mar Rojo. La tensión en la zona fue constante, especialmente cuando Israel asesinó a miembros de la Guardia Revolucionaria iraní en Siria e Irán prometió venganza, también cuando Israel mató al líder del Hamás, Ismael Haniyeh, en territorio iraní, y más recientemente a la cúpula de Hezbollah en el Líbano.
El temor a una extensión de la guerra fue constante, pero los hechos de las últimas semanas con los ataques a bipers, el ingreso de tropas a territorio libanés, y los casi 200 misiles balísticos lanzados por Irán a Israel, y ahora a la espera de un ataque israelí en territorio persa parecen dejar muy claro que Medio Oriente estalla en cualquier momento ante la mirada internacional, con escasos maniobras para frenarlo.
La ONU
Uno de los objetivos, diría el más relevante, de las Naciones Unidas es velar por la paz en el mundo. Sin embargo, el organismo que reúne a 193 países demostró una vez más que las guerras continúan expandiéndose sin poder avanzar en un freno. Claro ejemplo de eso son los más de dos años y medio de guerra en Ucrania, varios de los conflictos que hay en países africanos como Sudán o los del Sahel y por supuesto la situación actual de Medio Oriente.
Una de las críticas históricas a Naciones Unidas es que los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad vetan toda resolución que no se acomode en sus intereses geopolíticos. Esta verdad quedó muy clara este año con los intentos para pedir un cese al fuego en Gaza y las idas y vueltas de los vetos que lo impedían, principalmente de Estados Unidos. Además, en esta última Asamblea General en septiembre, casi no hubo mandatario, tanto por derecha como izquierda, que no cuestionara los intereses de las cinco potencias que limitan el accionar del Consejo de Seguridad.
Si se mira a lo largo de la historia, las resoluciones vinculadas al conflicto israelí-palestino, se ve que aún las pocas que fueron aprobadas, como la que pide el retiro eventual de los asentamientos israelíes de los territorios palestinos ocupados de Cisjordania y Jerusalén este, no tuvieron ningún asidero. Mucho menos las resoluciones de la Asamblea Nacional, que aunque más numerosas en sus reclamos a Israel, no son vinculantes como sí lo son las del Consejo de Seguridad.
Sin capacidad de influir en los hechos, la ONU fue adquiriendo este año una voz cada vez más crítica, especialmente a través de su secretario general, Antonio Guterres. No fue gratuito. La semana pasada, Israel lo declaró persona non grata. "Quien no puede condenar de forma inequívoca el atroz ataque de Irán contra Israel no merece poner un pie en suelo israelí. Se trata de un secretario general antiisraelí que presta apoyo a terroristas, violadores y asesinos", denunció el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Israel Katz.
En el frente judicial, podría sumarse el pedido que hizo Sudáfrica a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de ordenar a Israel que detenga la embestida militar contra Rafah, en el sur de Gaza, y que se investigue por genocidio. A su vez, el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, solicitó una orden de arresto contra Netanyahu, el ministro de Defensa de Israel, y líderes del Hamas, como Ismail Haniyeh, que fue asesinado posteriormente en territorio iraní por un bombardeo israelí. Sin embargo, nada de estos avances han logrado poner un freno en la escalada de violencia.
“Lo primero que preguntaría es de qué comunidad internacional hablamos. Creo que una de las cosas que han llevado a esta situación en la que estamos ahora es que justamente no existe la comunidad internacional como comunidad y carece de capacidad para imponer o actuar de alguna manera o que las decisiones que han ido tomando a lo largo de la historia puedan ser efectivizadas en el terreno”, explicó a El Destape el docente e historiador argentino israelí, Yoel Schvartz, quien vive en Israel hace más de 30 años.
Potencias y vecinos
El mundo está atento a lo que sucederá el próximo 5 de noviembre en Estados Unidos, cuando Donald Trump y Kamala Harris compitan por la presidencia. Por supuesto, sus diferencias en política exterior también son vistas o esperadas por el resto de los países. Un ejemplo claro es el de Ucrania, pero también lo es Medio Oriente. Sin embargo, en este último caso, el impacto también es a la inversa. La guerra en Gaza está teniendo un impacto directo en la campaña, especialmente, en los sectores demócratas más progresistas que le piden al gobierno actual que logre un cese al fuego y que no continúe enviando más armas a Israel.
“En este último año, se demostró también que Israel no necesita el apoyo político de Estados Unidos para continuar con su campaña de genocidio en Palestina y de masacres en la región. Eso se vio también en el anuncio de Biden cuando dijo que no avalaba el ataque a Rafah e Israel al día siguiente atacó a Rafah, esto también se ve en Líbano. Estamos en un contexto en el que no hay líneas rojas no hay límites, no sabemos hasta dónde va a llegar el régimen israeli para mantenerse en el poder”, afirmó a El Destape la politóloga, magíster y doctora en Culturas Árabe y Hebrea (UGR) y autora del libro Cine y Género en el Mundo Árabe, Carolina Bracco.
En la semana en la que se cumple un año del 7 de octubre y cuando las imágenes de los bombardeos contra El Líbano parecen de una película de terror, habló el presidente francés, Emanuel Macron, y pidió detener el envío de armas a Israel, como hecho concreto para frenar los ataques masivos. A las pocas horas y como suele hacer con quienes cuestionan su gobierno, Bibi le envió un mensaje a su par francés: "Mientras Israel lucha contra las fuerzas de la barbarie lideradas por Irán, todos los países civilizados deberían apoyar firmemente a Israel. Sin embargo, el presidente Macron y algunos otros dirigentes occidentales ahora están pidiendo embargos de armas contra Israel. Deberían estar avergonzados".
Por otro lado, la especialista Bracco destacó también que los países de la región siempre se mostraron unificados frente a lo que consideran la causa palestina, aunque sin muchas acciones concretas: “Hay una inacción absoluta de los países árabes, de Egipto, por ejemplo, que es el único que tiene frontera terrestre con la Franja de Gaza y que recibe apoyo militar de Estados Unidos para mantener la securitización”. La especialista agregó también el rol de la Autoridad Nacional Palestina que, “en pos de mantener sus privilegios dentro del área que administra, no ha hecho mucho para tratar de buscar una vía diplomática al conflicto armado”.
En otra línea, pero también en base al rol de los países de la región, Schvartz agregó: “Desde el primer momento, veo clarísimo que la guerra en Gaza la iba a librar Israel sólo. No es que vinieron los países árabes o la Liga Árabe para poner su gente para administrar la Franja o dijeron: 'Vamos a mandar tropas, administradores, para poner fin a esto'. Hay mucha solidaridad con los palestinos en la retórica, pero en la práctica vemos -como dice Netanyahu y creo que no se equivoca tanto en esto- que a la mayoría de los regímenes árabes los palestinos no les importa”.
Y, para concluir, agregó: “A pesar de que Israel se presenta como la única democracia y defensora de los valores occidentales ante un supuesto oriente salvaje y bárbaro, no se lo responsabiliza ante la Convención de Genocidio, ante la declaración de Derechos Humanos. Eso revela la hipocresía de los llamados valores occidentales”.
MÁS INFO
Esta semana, ocurrieron dos hechos importantes con los países de la región. Por un lado, el canciller jordano, Ayman Safadi, afirmó que “el mundo árabe está dispuesto a garantizar la seguridad de Israel si se establece un Estado palestino”. Por otro, hubo un encuentro de cancilleres de la región que defendieron la creación del país Palestina como hecho clave para el futuro estable de la región. En paralelo, también se encontraron el ministro de Relaciones Exteriores saudita, Faisal bin Farhan, y el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, y prometieron dejar atrás rivalidades.
Eso abrió varios interrogantes acerca del rol que podrían jugar los países más relevantes del Medio Oriente si se termina de gestar una guerra con varios frentes abiertos entre Israel y sus vecinos. Pero no son los únicos actores que serán claves en esta región convulsionada. China, si bien jugó un rol clave para restablecer los lazos diplomáticos entre Irán y Arabia Saudita, tampoco ha logrado imponer su mensaje en Medio Oriente. La Unión Europea, en tanto, se dirime entre diversas posturas diversas internas
Queda claro que ni desde lo institucional ni desde las pujas políticas se ha podido lograr poner un freno a la escalada de violencia que amenaza con expandirse con la prometida respuesta de Israel al lanzamiento de casi 200 misiles balísticos por parte de Irán. Nada parece prometer un futuro de paz y la inacción internacional, por desidia o hipocresía, se hace cada vez más notoria.