La palabra BRIC nació en un informe de una calificadora de riesgo internacional, Goldman Sachs, en 2001 para referirse a las cuatro economías emergentes con mayores perspectivas de crecimiento del mundo: Brasil, Rusia, India y China. Hubiese sido imposible en ese momento, cuando Argentina atravesaba su peor momento económico y político (en democracia) siquiera soñar que el país sería invitado a convertirse en miembro pleno apenas 22 años después y, más aún, cuando atraviesa otra compleja crisis económica. Y no es el único caso entre los países elegidos este miércoles en la cumbre en Johannesburgo.
Está claro que los cinco miembros actuales del bloque no eligieron a sus seis futuros socios por sus proyecciones económicas solamente, como tampoco lo habían hecho cuando sumaron a Sudáfrica en 2010. En aquel momento, muchos criticaron que no se sumara a México, Corea del Sur o Turquía, países con un PBI -aún hoy- mucho más grande. "Que Sudáfrica sea tratado como parte de los BRIC no tiene sentido para mí. Pero Sudáfrica como un representante del continente africano es otra historia", había analizado en aquel momento el titular de Gestiones Internacionales de Activos de Goldman Sachs, Jim O'Neill, en un artículo del diario británico The Guardian.
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Un mundo distinto
El escenario hoy es muy distinto al de 2010, es cierto, y eso quizás sea una de las principales causas de que la segunda ampliación del bloque haya sido mucho más grande que la primera. En el momento en Sudáfrica se sumó y se convirtió en Brics, el grupo representaba alrededor del 18% del PBI global. Hoy, algunas proyecciones ya lo ubican superando al agregado del G7, el foro liderado por Estados Unidos y formado por Francia, Alemania, Japón, Reino Unido, Canadá e Italia. Mientras el grupo encabezado por China rondaría el tercio del PBI del mundo, el G7 estaría más cerca del 30%.
A esto se suma un escenario internacional político muy diferente al de 13 años atrás. En aquel momento la política de policía global y evangelizador democrático de Estados Unidos empezaba a entrar en crisis, pero nadie disputaba seriamente su supremacía militar, comercial o financiera global. Era inimaginable que otra potencia mediara para resolver conflictos diplomáticos en Medio Oriente o que Washington tuviera que amenazar públicamente a sus más cercanos aliados europeos o a la región que siempre consideró como su zona indiscutible de influencia, América Latina, para que no acepten inversiones y tecnología de una potencia rival.
Hoy ese escenario es real. China se coronó este año como el mediador del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre las dos potencias que desde finales de los 70 se disputan la influencia político-religiosa de Medio Oriente, Arabia Saudita e Irán, casualmente dos de los seis invitados este jueves a sumarse a los Brics. Esta pulseada que tuvo y tiene efectos en muchos de los conflictos de la siempre convulsionada región fue alimentada durante décadas por Estados Unidos (e Israel) y explicó muchas de las contradicciones de su llamada guerra contra el terrorismo, cuando el islamismo fue presentada como la amenaza número uno para Washington y el mundo.
Medio Oriente, centro de interés
Lo primero que llama la atención de la selección de los seis país invitados a los Brics -un bloque que tiene como mantra una mayor representación de todas las partes del Sur Global en la comunidad internacional- es que cuatro pertenecen a la región de Medio Oriente y un quinto, Etiopía, es, digamos, un vecino.
Uno de los datos que los principales medios occidentales hicieron hincapié este jueves es que los Brics sumaron a tres de los principales productores de petróleo del mundo: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán. En este análisis, la elección de Argentina no parecería tan rara ya que, con las reservas en Vaca Muerta, el país se ha ubicado en el centro de la atención del sector energético mundial en los últimos años.
Los Brics ya habían demostrado su interés en Medio Oriente cuando ampliaron su Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés), que hoy dirige la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff y al que quiere ingresar Argentina para recibir préstamos. Por ahora, solo aceptó a tres miembros entre 2021 y 2023, y dos son de esa región (y fueron invitados a ser miembros plenos ahora): Emiratos, Egipto y Bangladesh. Hay un cuarto que está en proceso de ser aceptado y es sudamericano: Uruguay.
Entre las heterogeneidades que llaman la atención de la elección que hicieron los Brics este jueves, una es que eligieron dos países considerados ricos de Medio Oriente -Arabia Saudita y Emiratos- y dos sumidos en una fuerte crisis económica -Irán y Egipto-. Sin embargo, los cuatro tienen una relevancia internacional que excede lo económico.
Por ejemplo, la inclusión de Arabia Saudita e Irán en un mismo espacio político -caracterizado por su fuerte retórica en contra del unilateralismo y un reclamo constante de reformas a las instituciones políticas, comerciales y financieras que construyó Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial- marca definitivamente un hito. Lo mismo con Egipto. La alianza con Estados Unidos sellada con los acuerdos de Camp David de 1978 -en los que firmó la paz y reconoció al Estado de Israel y se garantizó un flujo constante y masivo de ayuda financiera y militar norteamericana- terminó de sepultar cualquier ilusión de panarabismo en la región y apalancó aún más el mapa político alimentado por Washington de confrontación entre Arabia Saudita e Irán.
El ex presidente estadounidense y actual favorito para quedarse con la candidatura opositora a la Presidencia el año que viene, Donald Trump, llevó al extremo el apoyo público a la rivalidad saudita-iraní, acercando incluso a países árabes con Israel, con el beneplácito silencioso de la monarquía saudita. Ante la perspectiva de una posible nueva victoria de Trump a finales de 2024, la decisión de este jueves de los Brics abre la puerta a que el republicano se encuentre con un escenario distinto en esta estratégica región.
Para el profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, Javier Vadell, la elección del Brics en esa región podría entenderse como "un vector de pacificación para promover el desarrollo".
Endeudamiento y FMI, otro eje común
Otro elemento a destacar es que cuatro de los seis países elegidos están en graves dificultades económicas. Argentina está asfixiada por la falta de dólares, una alta inflación que no afloja y pulseando con el Fondo Monetario Internacional para sobrellevar la masiva deuda tomada por el anterior Gobierno de Mauricio Macri; Egipto es el segundo deudor más importante del Fondo -después de Argentina- y también está en una puja con ese organismo de crédito en medio de un contexto de inflación; Irán no logra recuperarse de la crisis de inflación, devaluación y achicamiento de la economía que profundizó el derrumbe del acuerdo nuclear cuando el Gobierno de Trump lo abandonó unilateralmente e reinstaló las sanciones comerciales y financieras a la República Islámica, limitando nuevamente su comercio exterior; y finalmente, Etiopía -el segundo país más poblado de África, sede de la Unión Africana y, pese a todo, una de las economías que más crece de ese continente- negocia actualmente con el Fondo de 2.000 millones de dólares para hacer frente a su creciente deuda externa.
En los últimos meses, China demostró con el caso argentino, que está dispuesto a intervenir y convertirse en acreedor de última instancia para ayudar a países que están asfixiados por sus deudas exterior y no pueden cumplir con los acuerdos firmados con ese organismos de crédito, en el que Estados Unidos aún tiene la voz cantante por ser el accionista principal.
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Los cuatro invitados con dificultades económicas tienen otro elemento en común: en los últimos años aumentaron significativamente su vínculo comercial con China, principalmente, y otros miembros de los Brics. Argentina, Irán y Etiopía ya tienen a China como principal socio comercial y en Egipto las inversiones desde países del bloque aumentaron más del 40% entre 2021 y 2022, y el comercio, más del 10%.
Además, tres de estos países ya empezaron a comerciar o expresaron su interés en hacerlo sin pasar por el dólar. Argentina ya utiliza los swap en yuanes de China para pagar importaciones desde ese país, Irán se sumó al llamado de Rusia de comerciar en rublos para evitar las sanciones impuestas por las potencias occidentales por la invasión a Ucrania y el Gobierno egipcio anunció en junio pasado que están planeando pagar las importaciones indias, chinas y rusas con monedas locales. "Nada se implementó aún, pero hay discusiones para que para podamos comerciar con monedas locales de estos países", había explicado el ministro de Suministros, Ali Moselhy, a la agencia Reuters.
El nuevo Brics
Los Brics no son ni una alianza militar como la OTAN ni un bloque formal como la Unión Europea ni un bloque comercial como el Mercosur. Nacieron en 2009 como una especie de contracara del G7, un simple foro para discutir la agenda global y tomar decisiones de manera agregada, en general por consenso, pero están demostrando que quieren ser más, una suerte de plataforma -aún flexible, sin directores y con una institucionalidad aún muy limitada- para impulsar una infraestructura internacional diferente, tanto en paralelo a la actual -por ejemplo con su banco de desarrollo- como reclamando reformas al sistema creado tras la Segunda Guerra Mundial.
Aún quedan muchas dudas sobre por qué se eligieron a unos países y no a otros. En diálogo con este portal, Vadell sostuvo que "invitaron a países que no van a causar problemas en el corto plazo dentro de la agrupación". Pese a que los criterios de ingreso fue uno de los principales temas de discusión en la cumbre de Johannesburgo, el documento final no hizo mención a ninguno y tampoco estableció requisitos a cumplir para los futuros miembros, como sucede en bloques más institucionalizados.
Tampoco es necesario que los Poderes Legislativos nacionales aprueben los ingresos porque no se trata de un tratado internacional, como por ejemplo, sucede para ingresar a algunas organizaciones u organismos internacionales, según explicaron a El Destape desde la Cancillería argentina. En otras palabras, el ingreso como miembros plenos -si los seis países lo aceptan- es inmediato y simple el 1 de enero de 2024. Por eso, varios analistas ya comenzaron a hacer cuentas y proyectaron que los Brics, a partir del próximo año, representarán más del 45% de la población mundial y más que un tercio del PBI global, superando ya con comodidad al agregado del G7.
India había sido uno de los miembros originales de los Brics más reticentes a una ampliación importante del grupo, según las crónicas de los últimos años. Este jueves, tras conocerse la decisión, el ex diplomático indio y miembro del centro de pensamiento Gateway House esbozó una primera explicación al diario The Indian Express: "Primero, hay un considerable sentimiento anti-estadounidense en el mundo y todos esos países están buscando un grupo en el que puedan usar ese sentimiento como aglutinador. Segundo, hay mucho apetito para una multipolaridad, una plataforma en la que los países del Sur Global puedan expresar su solidaridad." Un adelanto de esta última función ya se vio con la guerra en Ucrania. Ninguno de los cinco miembros originales se sumaron a las sanciones que impulsó Estados Unidos y sus aliados contra Rusia y tampoco condenaron la invasión rusa con un voto afirmativo en la votación de la Asamblea General de la ONU.