Un día después de que el ministro de Defensa de Israel, Yoav Galant, rompió el consenso oficialista y criticó públicamente la cuestionada reforma judicial impulsada por el Gobierno de Benjamin Netanyahu, el primer ministro decidió pedirle la renuncia. La noticia reavivó de inmediato este domingo las protestas opositoras masivas en las calles y las universidades del país convocaron a un paro general desde este lunes.
En medio de una lluvia de rumores sobre presiones del resto del gabinete, el ministro de Cultura y Deporte, Miki Zohar, adelantó que apoyaría retirar la reforma del congreso. "La reforma del sistema judicial es necesaria e imprescindible, pero cuando la casa se incendia, no se pregunta quién tiene razón, sino que se echa agua y se salva a sus ocupantes. Si el Primer Ministro decide detener la legislación para evitar la fractura de la nación, debemos apoyar su posición", escribió, mientras los medios informaban de una reunión de emergencia del Ejecutivo. Poco después, el ministro de la Diáspora, Amichai Chikli, se sumó.
Tras 12 semanas consecutivas de protestas en las calles de Israel, las repercusiones este domingo no se limitaron a las fronteras israelíes. En Nueva York, el cónsul general israelí Asaf Zamir anunció su renuncia por Twitter y luego agregó: "No puedo seguir representando a este Gobierno" y aseguró que, tras la salida de Galant, debe "defender lo que es correcto y pelear por los valores" en los que cree.
Con el correr de las horas, las protestas y los cortes de rutas se multiplicaban en todo el país, incluso frente a la residencia del primer ministro, donde la Policía llegó a reprimir a los manifestantes con carros hidrantes. Cientos de miles de personas salieron a marchar. En paralelo, las universidades convocaron una huelga general desde este lunes, según Haaretz. "Nosotros, los titulares de las universidades de investigación, presidentes, rectores y gestores, detendremos los estudios en todas las universidades de investigación de Israel desde mañana a la mañana en repudio a la continuación del proceso legislativo que debilita los fundamentos de la democracia israelí y pone en peligro su continuidad", rezó el comunicado.
En el congreso, en tanto, la oposición negociaba un boicot a las próximas audiencias para evitar que la reforma siga su camino parlamentario. Esta noche ya se canceló una sesión clave en la Comisión Constitucional.
En medio de la creciente tensión, el ex primer ministro Naftali Bennett, calificó la situación política como "el mayor peligro desde la Guerra de Yom Kippur". "Llamo al primer ministro a retirar la carta de renuncia de Galant, suspender la reforma y comenzar negociaciones hasta el Día de Independencia (25 de abril). No importa quién tiene razón y quién está equivocado. Llamo a los manifestantes y a todos los ciudadanos de Israel a hacer todo sin violencia, sin derramamiento de sangre. Somos hermanos."
La oposición de Galant
El sábado, el hasta hoy ministro de Defensa -un cargo clave en un país en el que las fuerzas armadas son una institución central de la sociedad y que ocupa desde hace más de medio siglo a la nación vecina, la palestina- rompió el aparente consenso de todo el oficialismo y cuestionó en duros términos la iniciativa más cuestionada (dentro de Israel) del Gobierno de Netanyahu. Y no solo la cuestionó, pidió que el Ejecutivo retire el proyecto de reforma judicial.
"Nunca vi el nivel de odio y dolor que veo ahora. La división en la sociedad llega hasta el Ejército y ello supone un peligro inmediato y tangible a la seguridad del Estado. No voy a ceder en esto", dijo Galant en un discurso televisado, citado por la agencia Télam, en referencia al número cada vez mayor de reservistas de cuerpos de élite de las fuerzas armadas que se niegan a servir si son convocados por el actual Gobierno hasta que no retire la reforma del congreso.
Por eso, Galant concluyó: "Necesitamos cambiar la judicatura, pero los cambios importantes deben hacerse con diálogo. El proceso legislativo debe ser detenido."
El paso adelante que dio el entonces ministro fue celebrado por la oposición como una decisión "valiente" y alimentó aún más el malestar en las calles. Apenas horas después, más de 630.000 personas volvieron a marchar para rechazar la reforma judicial en las principales ciudades del país. Solo en en Tel Aviv, unos 300.000 participaron de la convocatoria.
Este domingo, luego que se conoció que Netanyahu había echado a su ministro de Defensa, el premier tuiteó desde Reino Unido, donde está de visita oficial: "Debemos mantenernos firmes frente a todos los que se niegan a servir."
Nuevo Gobierno, nueva reforma
La coalición de Gobierno que llevó a Netanyahu nuevamente al poder pese a su actual juicio por cargos de corrupción está compuesta por múltiples partidos políticos, como ya es habitual en el país, pero esta vez el peso de los ultrarreligiosos y ultranacionalistas es más fuerte y decisivo. Mientras en el frente del conflicto con los palestinos uno de los pedidos más fuertes ha sido avanzar con una velocidad inédita en la colonización de los territorios ocupados, en el frente interno, el objetivo ha sido el Poder Judicial, una de las pocas trabas que los Gobiernos de derecha han encontrado, aunque muy de vez en cuando.
Además, para Netanyahu, que viene enfrentando un juicio por varios cargos de corrupción, la idea de reformar al Poder Judicial y quitarle poder frente a los otros dos poderes es más que tentadora.
MÁS INFO
Entre los principales cambios que propone el proyecto de reforma oficialista se destaca limitar el poder de la Corte Suprema para fallar contra una decisión de los poderes Ejecutivo o Legislativo. Según este articulo, el congreso israelí podría anular una decisión del máximo tribunal del país solo con una mayoría simple de 61 de los 120 diputados, es decir, la misma cantidad que necesita un Gobierno para poder asumir.
Otra modificación propuesta es que la Corte Suprema no pueda revisar la legalidad de las llamadas Leyes Básicas de Israel, un conjunto de normas que forman un marco legal similar al de una Constitución. Finalmente, la reforma, que sin dudas tiene en la mira al máximo tribunal, cambia la forma en que los magistrados que la integran son elegidos. Actualmente los políticos y jueces que participan de los paneles que los designan deben ponerse de acuerdo. La idea es que los políticos -y en consecuencia el Gobierno- tengan más peso en la decisión.
Rechazo internacional
La reforma de Netenyahu recogió críticas desde el exterior en estos últimos meses, incluso de su principal aliado, Estados Unidos, con quien cada vez tiene más roces desde la asunción de este último Gobierno.
Según el periodista israelí Barak Ravid, una vocera del Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca le dijo este domingo tras la destitución de Galant: "Estamos muy preocupados por los acontecimientos en Israel y su posible impacto en la preparación de las FDI (sigla de las fuerzas armadas israelí), como advirtió el ministro de Defensa Yoav Galant. La situación resultante enfatiza aún más la urgente necesidad de llegar a un compromiso."