Pese a la guerra, el PRO todavía no le cierra la puerta a un acuerdo con LLA

Al tratarse de elecciones con alianzas provinciales, el macrismo se concentra en lograr la mejor negociación posible en Buenos Aires, con una disputa ya abierta en la Ciudad. El resto de los distritos se puede encaminar a un acuerdo con los libertarios.

09 de enero, 2025 | 00.05

Después de tantos idas y vueltas, el macrismo todavía no le corre la cara a un posible acuerdo electoral con La Libertad Avanza al tener plena conciencia de que una fragmentación de la derecha nacional podría beneficiar ampliamente al peronismo. Este año permite ese tipo de juegos, ya que no hacen falta pactos nacionales sino que alcanza con acercar posiciones en los distritos, algo para nada alejado de la realidad.

Hace tiempo, El Destape contó no sólo la intención de los gobernadores amarillos de pactar con la Casa Rosada sino la concentración de las fuerzas PRO en conseguir la mejor posición posible en la Ciudad, donde el desdoblamiento de los comicios profundizó la guerra con los libertarios y, como consecuencia, en la provincia de Buenos Aires. En territorio porteño, Jorge Macri avanzó con medidas electorales que complicaron el vínculo con el gobierno pero del otro lado de la General Paz los intendentes no miran con malos ojos un pacto con Balcarce 50.

“No es la primera vez que, con distintas palabras, hace una declaración de este tipo” y, como tal, no modifica la posición del PRO de fortalecer el partido en todas las provincias para encarar mejor las elecciones y las negociaciones, aseguró Facundo Pérez Carletti, secretario general del espacio amarillo, en El Destape Radio.

Según precisó el dirigente del macrismo, este año se afrontarán “24 elecciones”, una por cada distrito, y en cada una de ellas “va a haber distintas particularidades”. Salvo Buenos Aires, que se suele nacionalizar, pueden jugar otros factores.

De este modo, Pérez Carletti enfatizó que no le cierran “la puerta a encarar la conformación de un frente electoral”, no sólo porque el PRO siempre fue un espacio “frentista”, sino porque tienen un “electorado común” con La Libertad Avanza, fortaleza que podrían romper con una división.

El PRO vive momentos de tensión. Como contó El Destape, empezaron a aparecer voces de leales a Macri con algunas dudas. Al presidente del partido se le cuestiona la utilización de dirigentes propios para pelear una batalla estrictamente personal y no partidaria. Se le critica el no haberse dedicado a la política todo lo necesario. Se le observa el haber estado muy atrapado con demandas puntuales al gobierno, como la Hidrovía y Vialidad Nacional, quedando como un obsesivo por la caja o los cargos.

Desde un sector crítico a Mauricio, contrariamente a lo esperado, se le puso un poco de paño frío a tanta crítica. Sin compartir la posición del ex presidente a la hora de plantarse ante el gobierno de Javier Milei e incluso con la intención de liquidar su rango de influencia en estas elecciones, se le reconoció algo: a diferencia de lo que piensan algunos leales con dudas, se dijo que Macri pelea por sí mismo, sin utilizar a nadie.

Si bien las críticas del jefe del PRO al triángulo de hierro presidencial arrancaron en febrero del año pasado, cuestionamientos entonces explicitados por El Destape cuando todavía estaba Gustavo Posse como jefe de Gabinete, desde su reaparición pública se hizo cargo en primera persona de la confrontación.

Macri, se reconoció, encabezó la cruzada contra Santiago Caputo, incluso se atrevió a insinuar cortocircuitos con Karina. E las últimas horas, también se hizo cargo de la pelea iniciada por el asesor estrella para intentar vincular al PRO con el kirchnerismo mediante una fantasiosa red de protección desde la AFIP de Cambiemos.

El ex presidente fue el que compartió, en sus redes, las declaraciones de Alberto Abad, ex titular de la AFIP durante su gestión, cuestionando la operación del gobierno. Los leales con dudas dirán que no están obligados a meterse en esta guerra, sin beneficios para ellos, por tratarse de una disputa de poder mucho más arriba de lo que alcanza su visión.

Así como se le adjudicó a Macri el coraje para enfrentar al poderío del gobierno, también se le lanzó una chicana. ¿Tuvo que batallar él porque no tiene a nadie más que lo haga en su lugar? Un poco vinculado a la afirmación del párrafo anterior, el desinterés de muchos por pelearse para beneficio ajeno.

Lo cierto es que, como viene contando este medio, en el gobierno y en el bullrichismo dan por descartado que, con el paso del tiempo y la cercanía de las elecciones, varios dirigentes desoirán los mandatos del PRO nacional y acordarán con los libertarios para no perder. Válido no sólo para los gobernadores, sino también para los intendentes e incluso algunos legisladores. 

No faltan dirigentes que señalan a algunas figuras amarillas a punto de teñirse de violeta. Desde intendentes hasta diputados y, en esa línea, se empezaron a explicitar dudas por la figura de Diego Santilli que no quiere encabezar una lista perdedora porque su objetivo es la gobernación 2027. A inicios de esta semana, el "Colo" mantuvo un encuentro con referentes de Grupo Sur, un espacio político formado por dirigentes de la sexta sección. Junto a Adrián Jouglard, dirigente PRO bahiense y Carlos Gabbarini, posaron en una simpática foto con el gesto mileísta de los pulgares levantados. Cerca del diputado se minimizó el evento: "Es una foto", recién "es enero".

Hace tiempo, El Destape cuenta sobre las intenciones de los gobernadores amarillos por acordar con La Libertad Avanza. No sólo porque Rogelio Frigerio, en Entre Ríos, está dispuesto sino porque Ignacio Torres, en Chubut, ya trabaja con dirigentes violetas. Pero la intención también está en Buenos Aires donde, según Pérez Carletti, no podrá primar la lógica local por tratarse de un debate nacionalizado. 

Por lo tanto, allí se plantea una duda. ¿El PRO avala la libertad de acción de los dirigentes locales? Quienes los justifican dicen que “harán lo que tengan que hacer”. La segunda duda se enfoca en la ganancia de los que decidan saltar. En las listas, los libertarios quieren los mejores lugares y, de no poder garantizarlos, el bullrichismo levanta la mano. ¿Le darán buenos renglones a los amarillos conversos?