Dengue: una enfermedad desatendida que golpea a la región

Médicos Sin Fronteras estima que hay unas 390 millones de personas en el mundo contagiadas y, para la OMS, es una de las principales amenazas para la salud pública. Denuncian falta de financiamiento para combatirla. El caso de América Latina y de Argentina. 

19 de abril, 2023 | 00.05

El mosquito pica para alimentarse. Lo hace con más frecuencia en la salida y en la puesta del sol y se siente más cómodo -cómoda, en realidad, porque es la hembra la que transmite la enfermedad- cuando la temperatura es cálida. Al Aedes Aegypti -que se cría en lugares de agua estancada- le sientan mejor las áreas urbanas. No nace con la enfermedad: si la persona a la que pica está infectada, es entonces, cuando el virus del dengue o “la fiebre quebranta huesos”, comienza a propagarse, porque ese mosquito picará a otras personas a las que les transmitirá el virus. En el último año, los registros se dispararon en América Latina. La razón, explicaron desde la organización Médicos sin Fronteras, está en una mala combinación de factores: el cambio climático, falta de mejoras de condiciones de hábitat y saneamiento y la falta de financiamiento público para combatirla.

Los números son los que encienden las alertas. Los últimos reportes dados por los respectivos Ministerios de Salud hasta el 25 de marzo colocan como países más afectados a Brasil (240.500 casos), Bolivia (91 mil), Perú (30 mil) y Nicaragua (23 mil casos). En Argentina, las cifras son récord: hubo 32 muertes y, en su último informe, notificó 41.257 casos.

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Marisol Quinceno, integrante de Médicos sin Fronteras (MSF), que elaboró el documento “Dengue en América Latina: una de las principales amenazas para la salud pública del continente”, aclaró ante El Destape que el problema son los “casos severos” registrados en marzo. En Bolivia hubo 417 y fallecieron 49, contra 41 del año pasado. En ese país, además, la cifra de casos en el primer trimestre de 2023 ya superó lo registrado en todo 2020, cuando ocurrió la mayor epidemia. Lo sigue Brasil con 43 casos severos y 24 personas fallecidas. En Perú, murieron otras 29.

El informe de Actualización Epidemiológica Dengue en la región de las Américas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), publicado el 28 marzo, hace énfasis en la incidencia. “En 2023, entre la semana 1 y 10, se reportaron 393.185 casos de dengue, mientras que en el mismo periodo de 2022 se registraron 390.733 casos”, indicó. En el análisis precisó que los cuatro países con mayor incidencia por cada cien mil habitantes en el periodo de tiempo mencionado son: Bolivia (con 552,78 casos); Nicaragua (260,30); Belice (145,58) (1) y Brasil (166,8). “Todos aumentaron su incidencia acumulada comparada con el mismo periodo del 2022”, determinó. Y encendió las alertas con Bolivia porque la incidencia acumulada es “de alrededor de 23 veces con respecto a los casos registrados durante el mismo periodo en el año 2022”.

Los síntomas tradicionales son: fiebre acompañada de dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolor articular o muscular, sarpullido o erupción en la piel, náuseas o vómitos y, también, dolor abdominal. En los casos de mayor gravedad, que puede detectarse en las infancias y las y los adultos mayores como en las personas que cursan por segunda vez la enfermedad, los síntomas pueden ser: dolor abdominal intenso o al tocar el abdomen, vómitos persistentes, sangrado de encías, nariz u ojos, cansancio/irritabilidad, presión arterial baja. En cualquiera de los casos, la recomendación, siempre es beber abundante agua, no tomar aspirinas ni automedicarse consultar a un establecimiento de salud.

Dengue, enfermedad tropical

Diversos estudios científicos señalan que hay un límite para el mosquito: es alrededor de los 10°C, informaron en el portal del Conicet-NOA Sur. Por debajo de esta temperatura no sólo no pican, sino que son incapaces de moverse, por ende, de alimentarse. El límite superior está en los 35°C, cuando se observaron vuelos cortos. De todos modos, alertó ante El Destape María Julia Dantur, investigadora adjunta de la Unidad Ejecutora Lillo (UEL-CONICET/Fundación Miguel Lillo), no hay que confiarse, porque las luces artificiales pueden desorientarlo y activar su función.

En relación a su alimentación, se observó que las hembras se alimentaban más rápido entre 26 °C y 35 °C, siendo que el límite inferior de temperatura para dejar de picar en los 15 °C (observado en campo como laboratorio), aclaró Dantur.

Además de la iluminación artificial hay otro factor que entra en juego: el cambio climático, que colabora para incidir en el comportamiento del mosquito del dengue, porque impacta en la “modificación de su distribución y de los patrones temporales de la enfermedad”, explicó Dantur.

¿Por qué una enfermedad tropical afecta a la región sudamericana?

Los países que están por fuera de la región tropical se ven afectados por varias cuestiones. Una es la movilidad de la población, ya que somos los seres humanos los que transportamos la enfermedad. El cambio climático activa los casos de dengue a nivel mundial. El mosquito es sensible al clima. El aumento de la temperatura acelera la amplificación viral de la enfermedad, aumenta las tasas de reproducción, de supervivencia y la actividad de los mosquitos que transmiten el dengue. Las inundaciones y desbordamiento de ríos, que están tan frecuentes en la región, propician las enfermedades transmitidas por vectores, que incluyen al dengue, chikunguña, zika y a la malaria, entre otras enfermedades.

A la enumeración de Quinceno, hizo su aporte Dantur. La investigadora, en 2020, expuso sobre los “efectos del clima y del medio ambiente sobre los mosquitos vectores de enfermedades” y, allí explicó que el aumento de los gases de efecto invernadero provocan un recalentamiento de la superficie terrestre (aumento de las temperaturas), lo que tiene como correlato el aumento del riesgo de enfermedades transmitidas por vectores. En el caso del dengue, coincidió con Médicos sin Fronteras: “Las oscilaciones climáticas pueden afectar la dinámica de la transmisión”, indicó. Eso, claro, involucra al mosquito del dengue, que es predominantemente urbano.

América Latina tiene allí un punto en contra porque el 78 por ciento de la población de esta región vive en asentamientos urbanos, señaló Dantur. De todos modos, al resto del mundo no le espera menos. Según planteó la especialista “se estima que la influencia del aumento de la temperatura en intensidad y distribución de la transmisión del dengue en los diferentes continentes”. En nuestro territorio, la consecuencia es que aparezcan nuevas áreas de transmisión en una región en donde no necesariamente están garantizadas las condiciones de habitabilidad. El informe Panorama Social 2022, de la Cepal, proyecta que 201 millones de personas (32,1% de la población total de la región) viven en situación de pobreza, de los que 82 millones (13,1%) se encuentran en pobreza extrema.

Los factores políticos, sociales, ambientales y las decisiones políticas sobre modelos de desarrollo de los países, también entran en juego a la hora de observar cómo se transmiten enfermedades. La migración -resultante de la sequía y las razones económicas- incide en la propagación y en ese camino hay otro dato clave: de cuatro personas infectadas, una sola manifiesta síntomas. En otras palabras, puede ocurrir que personas infectadas se trasladen de un lugar a otro, así como también pueden surgir áreas urbanas no planificadas que colaboren en la creación de criaderos del mosquito. La deforestación -que se lleva a cabo, generalmente, para correr las fronteras agropecuarias- y la degradación ambiental, suman a este combo

MSF enciende la alerta: “Está desatendida”

Que sea una “enfermedad tropical desatendida” tiene varias aristas. La denominación la colocó la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con otras 20, como la chikunguña, el zika o la malaria. Quinceno explicó a este medio lo que significa:

  • Que es una enfermedad endémica de la región, de gran magnitud y de alto impacto para los sistemas de salud pública.
  • Que no existe tratamiento específico, sino que se pueden tratar sus síntomas (fiebre, dolor muscular o de articulaciones; náuseas o vómitos);
  • Que es necesario que los Estados como las empresas privadas vinculadas a la salud -como las farmacéuticas- redoblen sus esfuerzos para garantizar el acceso a diagnósticos y tratamientos “insatisfechos por sus altos costos o por las barreras de acceso”.
  • Otra tarea que les cabe a los Estados, señaló Quinceno, es mejorar las condiciones de hábitat y saneamiento, así como financiamiento para el desarrollo de tratamientos específicos, así como un marco de articulación regional. 

A pesar de la consulta de este medio a MSF, no se especificó desde la organización si existe una articulación regional. En tanto, la organización se ocupa de trabajar de manera conjunta con los sistemas de salud locales: colaboran con la identificación de las personas con dengue a través de pruebas rápidas, en la referencia de casos graves, en la prescripción de medicamentos y apoyo en actividades de promoción de la salud para sensibilizar a las comunidades.

En tanto, en Argentina existen distintos proyectos que dan cuenta del trabajo en red. Para el caso, el Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, liderado por Andrea Gamarnik; y el Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (Cepave) de La Plata, dirigido por Victoria Micieli, se encuentran llevando adelante distintas investigaciones en la materia.

El Leloir es miembro de la Pan-American Dengue Research, un grupo auto organizado que se encarga de administrar, organizar y promover una serie de conferencias sobre el dengue para crear oportunidades para el intercambio científico entre la academia, autoridades sanitarias y la industria en las Américas. Por ejemplo, ahora es una de las organizadoras científicas del próximo Congreso, que se va a realizar en Lima, Perú, del 13 al 16 de noviembre. En esa instancia se prevé que se establezcan colaboraciones e interacciones sobre distintos aspectos de la enfermedad (bilogía molecular, entomología, epidemiología, vacunas, antivirales). Además, el grupo de Gamarnik, tiene colaboraciones puntuales con el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS-Conicet), así como con otros grupos de Estados Unidos.

Desde el Cepave (junto con el Laboratorio de Neurobiología de Insectos del Centro Regional de Estudios Genómicos-UNLP) llevan adelante dos proyectos a escala nacional con correlato regional. Uno, que es para entender mejor el origen y comportamiento del vector del dengue en el país, que se lleva a cabo con el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Yale, en Estados Unidos. 

Y, otro, que evalúa los genes de resistencia del mosquito a piretroides (insecticidas), en donde investigaron poblaciones en distintos lugares del país. Este trabajo responde a una red nacional de resistencia a plaguicidas coordinada por el Instituto Malbrán, por lo que se genera información científica y operativa para establecer nuevas estrategias de control. Esto mismo se lleva a cabo en Brasil desde el Laboratorio de fisiología y control de artrópodos vectoriales de la Fundación Oswaldo Cruz, del Ministerio de Salud del país vecino.

La investigación llamada "Primer informe sobre mutaciones de kdr en poblaciones silvestres de Aedes aegypti de Argentina determinadas por un novedoso método de PCR de fusión de alta resolución multiplex", próxima a publicarse, se resume de la siguiente manera: "Durante los períodos epidémicos, los insecticidas piretroides se utilizan para el control de mosquitos adultos; la resistencia a estos insecticidas distribuida en todo el mundo es una causa de fallas en las campañas de control de vectores", explicó a El Destape Micieli, investigadora principal del Conicet y directora del Cepave. En palabras simples, las mutaciones se asocian al insecticida piteiroide, que aumentaron la frecuencia en poblaciones naturales del mosquito de Aedes Aegypti en las Américas en la última década, indicó la especialista. Saber esto es clave para crear otras alternativas de manejo de los vectores -transmisores de la enfermedad-, ya sean culturales, físicas, ambientales, químicas y biológicas.

¿Cómo hacer para que la enfermedad se deje de propagar?

En Argentina, el protocolo dispuesto por el Ministerio de Salud de la Nación es una especie de sistema de pinzas en las que entran en juego el accionar del Estado y el acompañamiento por parte de la población. En ese sentido, Dantur, de la Fundación Miguel Lillo, que trabaja el tema en Tucumán -uno de los focos en nuestro país-, contó que se llevan adelante: tareas de saneamiento ambiental, de control focal, de eliminación de agua en recipientes inservibles, de educación y de comunicación.

También, el uso de insecticidas para rociados intra, peridomiciliario y rociado espacial. Esta última dinámica “tiene como objetivo cortar el ciclo de transmisión de la enfermedad a través de la disminución y eliminación de los mosquitos adultos”, dijo y agregó algo parecido a una mala noticia: sólo llega a morir un 30% de los mosquitos adultos y no tiene poder residual.

Es en ese momento, en cuando el accionar de la ciudadanía y la población en general debe entrar en juego. Para dejarlo en claro, la científica lo resaltó en letras mayúsculas. La fumigación, escribió, “debe ser acompañada de acciones de control focal: eliminación de criaderos inservibles, comunicación social y educación”. De lo contrario, todo lo hecho será ineficaz e ineficiente para controlar un brote en curso.

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