Las temperaturas extremas pueden representar un riesgo para la salud de los niños, especialmente en la región NEA, donde el clima subtropical genera veranos de intenso calor. La provincia de Formosa tiene una exposición prolongada al sol y la falta de hidratación pueden provocar deshidratación y golpes de calor, lo que afecta el bienestar de los más pequeños.
En los últimos años, las olas de calor aumentaron en frecuencia e intensidad debido al cambio climático. La región NEA se caracteriza por temperaturas elevadas en verano, lo que representa un desafío para la salud pública, en especial para los niños y los adultos mayores.
La combinación de calor extremo y alta humedad puede generar efectos adversos en el organismo si no se toman las precauciones necesarias. Es fundamental adoptar hábitos preventivos para evitar complicaciones que puedan afectar la salud.
Cómo protegerse del sol
Tomar medidas para reducir la exposición al sol es clave para evitar problemas de salud en los niños. Se recomienda evitar la exposición directa al sol entre las 11 a.m. y las 16 p.m., ya que durante este período la radiación ultravioleta es más intensa y puede causar daños en la piel. Es importante vestir ropa liviana, de colores claros y con tejidos transpirables que permitan la correcta ventilación del cuerpo.
Aplicar protector solar con un alto factor de protección ayuda a prevenir quemaduras solares y otras afecciones cutáneas. Mantener una hidratación constante es esencial, por lo que se debe priorizar el consumo de agua y evitar bebidas azucaradas o con cafeína, que pueden aumentar la deshidratación.
El golpe de calor es una afección grave que se manifiesta cuando la temperatura corporal se eleva peligrosamente y el organismo no logra regularla, lo que puede derivar en convulsiones o incluso en la pérdida de la conciencia. Las quemaduras solares son otro riesgo frecuente y ocurren cuando la piel se expone al sol sin la protección adecuada, lo que puede provocar enrojecimiento, dolor y, en casos más severos, ampollas.
Los golpes de calor en los niños
Los niños son más vulnerables a las altas temperaturas debido a que su sistema de regulación térmica aún está en desarrollo. Además, su mayor actividad física puede hacer que pierdan líquidos rápidamente sin darse cuenta, aumentando el riesgo de deshidratación y golpes de calor.
La falta de conciencia sobre la necesidad de hidratarse también influye, ya que muchas veces no expresan sed hasta que el organismo ya comenzó a sufrir los efectos del calor. Por ello, los adultos deben estar atentos a su bienestar y asegurarse de que sigan hábitos adecuados para prevenir afecciones relacionadas con las altas temperaturas.
Para garantizar la seguridad de los niños en los días de calor extremo, se recomienda mantener la casa fresca mediante el uso de ventiladores, aire acondicionado o cortinas que bloqueen la entrada directa del sol. Es conveniente evitar la actividad física intensa en las horas de mayor radiación solar y buscar espacios de sombra al salir al aire libre.
La hidratación es fundamental, por lo que se debe ofrecer agua cada 30 minutos, incluso si el niño no expresa sed, para evitar la pérdida excesiva de líquidos. La elección de la ropa también es clave, ya que se deben optar por prendas frescas, ligeras y de algodón, que permitan la transpiración y eviten el sobrecalentamiento del cuerpo.
Un aspecto crucial es no dejar a los niños dentro de autos estacionados, ya que la temperatura en el interior de un vehículo puede aumentar rápidamente y volverse peligrosa en pocos minutos. La supervisión constante de los niños durante las jornadas de calor extremo es fundamental para prevenir situaciones de riesgo.
Síntomas de golpe de calor
Es importante reconocer los signos de deshidratación o golpe de calor en los niños para actuar a tiempo. Algunos síntomas de alarma incluyen boca y piel seca, llanto sin lágrimas, orina escasa y de color oscuro, irritabilidad o letargo, mareos o desmayos y fiebre sin causa aparente.
Ante la presencia de estos síntomas, se debe trasladar al niño a un lugar fresco, ofrecerle agua en pequeñas cantidades y refrescar su cuerpo con paños húmedos. Si los síntomas persisten o se agravan, es fundamental acudir de inmediato a un centro médico para recibir atención profesional.