El contrabajista norteamericano Martin Pizzarelli, el más joven representante de una familia medular del swing, regresará al país para ofrecer, en formato de trío, cuatro conciertos en la sala porteña Bebop Club donde promete una celebración del jazz y el swing.
Como parte de una formación sin batería que lo une al pianista Larry Fuller y al guitarrista y cantante brasileño Ricardo Baldacci, Pizzarelli explica a Télam que su propuesta musical es presentada en el estilo de Nat King Cole e incluye canciones y artistas como Duke Ellington, Benny Goodman y, por supuesto, Nat King Cole.
Con esa impronta casi atemporal, el músico detalla que el terceto ejecuta standards, de swing, baladas swing y canciones uptempo como Lady Be Good (George Gershwin), además de algunas canciones de Frank Sinatra y un homenaje a mi padre, Bucky Pizzarelli (fallecido por Covid en abril de 2020 a sus 94 años), quien tocaba guitarra de siete cuerdas y al que le dedicamos parte de la música que hacemos.
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Hijo del legendario Bucky Pizzarelli y hermano cuatro años menor del guitarrista y cantante John Pizzarelli, líder de tríos y cuartetos donde Martin desplegó sus dotes como contrabajista siguiendo el estilo de intérpretes de la talla de Milton Hinton y Ray Brown.
Pero, además de ese linaje, Martin Pizzarelli construyó su propio camino como instrumentista y líder de proyectos musicales en un camino que lo une desde hace más de dos décadas con el piano de Fuller.
A Larry lo vi tocar por primera vez en el Hollywood Ball como parte del trío de Ray Brown y años más tarde, se unió al trío de John Pizzarelli y al mío durante una década viajando por todo el mundo y, de hecho, estuvimos en Buenos Aires hace unos 10 o 12 años (fue en junio de 2011 en La Trastienda). Larry es un músico maravilloso que trae el estilo de Oscar Peterson y un piano con mucho swing, lo presenta y pondera.
En el caso de Baldacci, Pizzarelli evoca que también lo conocí hace unos 20 años. Vino a vernos a un club en San Pablo, nos mostró que cultiva el estilo de mi padre con guitarra de siete cuerdas y empezamos a tocar juntos hace unos siete años. Entre los tres hicimos un disco llamado Spot on Swing (2017) pero desde la pandemia no pudimos juntarnos hasta el año pasado.
El músico considera que el hecho de tener a un músico brasileño en la formación nos lleva a difundir la música swing en Brasil, Argentina y en toda Sudamérica, lo cual nos genera mucha alegría por la posibilidad de que se conozca mejor este estilo, se grabe y se toque.
Télam: ¿Cuál es el lugar del swing en la escena actual del jazz y qué sigue aportando al género?
Martin Pizzarelli: El estado del jazz nunca ha desaparecido. Está en buenas manos a través de maestros como Monty Alexander y mi hermano, Russell Malone, e incluso el jazz brasileño con Duduka Da Fonseca y Romero Lubambo. La gran nueva cantante, Analu Sampaio, también es excelente. Y Samara Joy en Estados Unidos, acaba de ganar los Grammy cantando con su banda canciones del American Songbook. Y como dije, los grandes maestros. Rosa Passos estuvo en Nueva York con el gran baterista brasileño Raphael Barata tocando junto a Ron Carter en el bajo y Kenny Baron en el piano. Y luego hay otros grandes artistas. Esos jóvenes artistas siguen tocando música swing, jazz-swing. Recuerdo a Sarah Mackenzie como pianista y Champion Fulton con otro pianista y cantante. Y siguen tocando. Viajan por todo el mundo y tocan en muchos clubes de jazz en Nueva York.
T: ¿Cómo define su contribución a un estilo también cultivado por su padre Bucky y su hermano John?
MP: Lo defino como mantener la llama encendida. Mi padre fue fundamental en que yo empezara a tocar el bajo. Él tocaba la guitarra de siete cuerdas y siempre la séptima cuerda era una cuerda de bajo. Así que creo que por ósmosis heredé ese sonido del bajo. Empecé a tocar el instrumento después de que me llevara de gira cuando era adolescente, o incluso más joven, especialmente al Festival de Jazz de Niza, donde conocí a muchos grandes como Chuck Berry, Dave Brubeck y Sonny Stitt. Todos me preguntaban: ¿tocas? ¿tocas? Así que cuando regresé, me obligué a aprender a tocar porque si eres un Pizzarelli, tienes que aprender a tocar. En nuestra casa, siempre había una guitarra o un bajo o algo en el sofá, así que no podías sentarte a menos que lo tomaras. Lo agarrabas y luego tenías que aprender. Así que empecé a tocar el bajo. Y luego, especialmente amigos de la familia de mi padre venían a la casa, no solo para tocar, sino simplemente para pasar el rato. Por ejemplo Benny Goodman venía a casa a cenar o almorzar y pasar el rato. Les Paul, Zoot Sims, Teddy Wilson, eran nombres que venían a la casa. Al final del día, después de que se cocinaba la comida, siempre se terminaba en una sesión de jam. El bajista Slam Stewart se quedaba en nuestra casa y venía mucho. Una vez se quedó en casa durante dos semanas cuando Bucky y él tenían shows en la ciudad, solo como dúo. Así que tener esa presencia y un gran maestro del bajo en la casa durante tanto tiempo fue genial. Milt Hinton estaba en todas las sesiones en las que mi padre tocaba, era lo más. Éramos niños y mi padre nos llevaba a grabaciones. Especialmente recogí los momentos de conocer a esos bajistas y escucharlos. Ray Brown era más de la Costa Oeste, así que realmente no escuché mucho a Ray tanto como escuché a Slam Stewart, Milton y Major Holly.
T: ¿Qué significa para usted como músico ser parte de una familia tan emblemática del jazz?
MP: Es especial. Cuando dices Pizzarelli, ellos preguntan, ¿tienes alguna relación con Bucky? Oh, él es mi papá. Y siempre dicen: tu papá fue el más grande". Y eso es especial para nosotros, para John y para mí, seguir la tradición de su nombre y la forma en que él trató y tocó la música con alegría, alma y tocando con amigos y disfrutando de la música y presentándola a la gente de una manera que ellos también disfruten.
Con información de Télam