(por Sergio Arboleya) La voz de María de los Ángeles "La Bruja" Salguero, reunida con la guitarra y las pedaleras de Mariano Delgado, más el aporte de las percusiones de Martín González Puig, instauraron anoche un cautivante momento propio sobre la música popular en el porteño Café Berlín, para la presentación del álbum compartido "Kairós".
El "Kairós", concepto filosófico griego que remite a un pasaje determinado donde algo importante sucede, podría parecer una definición desmesurada para definir a los hacedores de un repertorio y, sin embargo, Salguero y Delgado lo instauraron como asunto palpable, posible y a la vez mágico en la puesta en vivo del disco donde González Puig azuzó parches, maderas y electrónica.
Este dúo de tres en el que Delgado con su guitarra multiplicada con procesadores Midi esparció texturas imaginadas por sus arreglos, posibilitó ratificar la imponente estatura interpretativa de "La Bruja" que a su probado estilo incendiario le adosó aquí pasajes de delicada intimidad mostrando así una paleta excepcional para abrazar el cancionero nativo.
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La reunión de estos talentos con recorridos sonoros diferentes y puestos al filo de una experimentación donde la hibridez siempre acecha, regaló un contundente y disfrutable concierto que visitó las 13 piezas registradas en el flamante álbum "Kairós" y que contó con el fenomenal entorno sonoro y escénico de la también reciente sala del barrio porteño de Villa Devoto.
Frente a las presencias de Lito Vitale (quien tomó parte de la producción de la placa y lidera los proyectos en los que tocan tanto Delgado como González Puig), Juan Carlos Baglietto y Lucho González, entre otro centenar de personas, la cantante riojana encabezó un distendido y certero viaje temporal por el diverso y contundente cancionero propuesto.
A las 21.20 la velada comenzó riojana con la bella "Los duendes del agua", de Ana Robles; "Echa sueño en las conanas", de Pancho Cabral; y "Viejas promesas" que el santiagueño Peteco Carabajal escribió a cuento de su experiencia en la festividad de la chaya.
"En La Rioja tenemos la fiesta más hermosa del mundo, que donde mejor se expresa es en los barrios más pobres donde vive esa esencia y así volvemos a ser comunidad", contó Salguero en torno al espíritu chayero de sus pagos.
Con "Salamanqueando pa mí", del "maestro de maestros Raúl Carnota", como lo definió ella, aparecieron las primeras palmas y hasta dos muchachas se animaron a danzar la chacarera en uno de los laterales del recinto.
La versión austera de la zamba romántica "Déjame estar", de Oscar Valles, mostró cabalmente cómo "La Bruja" es capaz de hechizar también desde un canto contenido y sutil pero pletórico de expresividad y sentido, que dio paso a las festivas interpretaciones de "Sube, sube, sube", de Víctor Heredia; y a la marinera anónima limeña "Toma, dale".
Tras un breve intervalo, Delgado volvió solo al escenario y emprendió una ejecución guitarrera virtuosa y terrenal a la vez- que se extendió por siete minutos y que prologó el regreso de sus acompañantes para compartir "El olvidao", la testimonial chacarera del Duende Garnica, donde Salguero sumó su bombo legüero.
Una estupenda visita al tremendo clásico de Violeta Parra "Que he sacado con quererte", no impidió que arrecieran las palmas al momento de "La alejada", una colorida obra firmada por Cayetano Saluzzi; ni que integrando la caja en manos de "La Bruja", la sala se encendiera aún más gracias a la baguala "Algarrobo algarrobal" (Lía Cimaglia Espinosa- Juan Óscar Ponferrada).
Lejos de cumplir para completar la nómina de "Kairós", otra obra cumbre de Carnota como "Grito santiagueño" encontró un cauce de alto vuelo desde lo minimalista a lo explosivo y la recreación en torno a "Juana Azurduy", icónica gema de Félix Luna-Ariel Ramírez que Salguero canta seguido junto al piano de Facundo Ramírez, también halló otros rumbos en una señal de inventiva y ductilidad.
"Con Mariano sentí contención y que me abrió las alas", comentó ella sobre el artista nicoleño con quien había compartido escenarios y también el disco "Caja de luna" (de 2011 y sexto de los 11 que ostenta actualmente).
Para los reclamados bises y ya sin el pulso percusivo de González Puig, la dupla regaló emocionantes apuntes sobre piezas legendarias como "La villerita" (Horacio Guarany), "Camino del indio" (Atahualpa Yupanqui) y la zamba "La atardecida" (Manuel Castilla-Eduardo Falú).
A casi dos horas del inicio del concierto, "La Bruja" apuntó los dolores que trajo aparejada la pandemia de coronavirus, subrayó que "cuando nos hemos podido juntar con el otro, es ahí donde hemos podido florecer" y empujó una improvisada y fantástica aproximación a la "Canción del pinar", de Jorge Fandermole como despedida.
Con información de Télam