“Nadie dirá que no es justo que paguemos un trabajo que, aunque no se vea, requiere cada día el esfuerzo de millones y millones de mujeres” la frase tiene más de 70 años y forma parte del libro La Razón de Mi Vida de Eva Perón. Ya por entonces quien hoy es recordada en un nuevo aniversario de su desaparición física, planteaba que un tema usualmente asociado al ámbito privado debía ser parte de la agenda pública y de la política económicas del país. No es casual, ya que se trata del sector que más aporta a la economía: representa el 16% del PIB, por arriba de la industria y el comercio, según datos del Ministerio de Economía nacional.
La vida de esas mujeres “se gasta en esa monótona pero pesada tarea de limpiar la casa, cuidar la ropa, servir la mesa, criar los hijos, etc.”, añadía Evita para referir a lo que hoy se conoce como tareas domésticas y de cuidados no remuneradas. De acuerdo a información oficial, las mujeres dedican el doble de tiempo que los hombres a esas tareas (realizan más del 75%) y tienen en consecuencia menor disponibilidad para insertarse en el mercado de trabajo. De hecho, cuando lo logran, lo hacen en peores condiciones con mayores niveles de informalidad, trabajando menos horas, en sectores con salarios más bajos y ocupando puestos de menor jerarquía.
“La diferencia entre las tasas de participación de las mujeres y las de los varones en el mercado laboral es de a 19,7 puntos porcentuales. Esto se relaciona con la asimetría en la distribución de los trabajos no remunerados que impacta en las posibilidades de estudiar, trabajar y desarrollarse”, detalló el informe Políticas para la Igualdad de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG) de Economía. Además detalló que la brecha de ingresos llega al 22,5% entre varones y mujeres, y se agranda al 34% en los sectores informales, lo que se traduce, por su parte, en brechas financieras “en especial para los sectores vulnerables, quienes a menudo deben endeudarse en condiciones desfavorables”.
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“Evita tenía más claro que nadie que para reducir la pobreza general hay que mejorar la vida de las mujeres, en particular, esto le hace bien a toda la sociedad y también a las infancias, y que si no se pensaba en la cuestión de los cuidados iba a ser imposible mejorar esa calidad de vida”, señaló a este portal Lucía Cirmi, economista y Subsecretaria de Políticas de Igualdad en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
El trabajo doméstico en el sistema productivo
Las tareas domésticas y de cuidado consideradas en su conjunto son la actividad que más aporta a la economía, representan el 15,9% del PBI, seguidas por industria (13,2%) y comercio (13%). Los datos se desprenden del informe Los cuidados, un sector económico estratégico. Medición del aporte del Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado al Producto Interno Bruto, de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género.
Al hablar de trabajo doméstico no remunerado se incluye a tareas como planchar, cocinar, hacer las compras, hacer trámites y pagar servicios, lavar, limpiar, ordenar, en tanto que las tareas de cuidado incluyen también el cuidado de infancias, personas adultas mayores, personas con discapacidad que requieren apoyos, es decir, todo aquello que en el día a día busca sostener la calidad de vida de la forma más digna posible. El ordenamiento de estas tareas en la sociedad está marcado por su desarrollo al interior del núcleo familiar y puntualmente por recaer casi exclusivamente en los hombros de las mujeres, que las realizan sin pago alguno. “Según nuestros cálculos, las mujeres argentinas le dedican más de 96 millones de horas diarias a estas tareas, sin ningún tipo de remuneración pero con un gran costo en términos de tiempo”, explicaron desde la Dirección de Género. En la pandemia, que mostró aún más la dimensión de estas tareas para el día a día, “mientras muchos sectores productivos presentaron caídas en su nivel de actividad, el trabajo de cuidados, por el contrario, aumentó su nivel al 21,8% del PIB”.
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En este punto aparece también el rol de las mujeres en espacios comunitarios con un rol clave en el funcionamiento social y económico. “Las cocineras comunitarias entregan cada día más de 40.000 raciones de comida, dedican entre 6 a 8 horas diarias de trabajo, unas 144 horas mensuales, acumulan una antigüedad de 6 años en promedio, y llegan a alimentar a unas 10 millones de personas”, se planteó en la presentación de este año del proyecto de ley para el reconocimiento salarial y de derechos laborales de las cocineras comunitarias, impulsado por la organización La Garganta Poderosa.
“Si el 68% de los hogares que viven en los barrios populares son hogares monoparentales, entonces la cuestión de los alimentos es central. Si tener niños en Argentina te hace tener más probabilidades de que tu hogar sea pobre, entonces sí o sí tenés que resolver esas realidades, sin dudas hay que invertir en infraestructura de cuidados para reducir la pobreza”, consideró Lucía Cirmi en diálogo con El Destape.
Medir la desigualdad
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a escala mundial las mujeres dedican en promedio 3,2 veces más tiempo que los hombres a la prestación de cuidados no remunerados, lo que representa unas 4 horas y 25 minutos al día frente a 1 hora y 23 minutos en el caso de los hombres. Así, en un año las mujeres dedican en total 201 días de trabajo (sobre una base de ocho horas diarias) en comparación con 63 días de trabajo para los hombres
A nivel local, según la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) más del 90% de las mujeres de nuestro país realizan trabajo no remunerado y dedican 6hs y media por día a esas tareas, en tanto que los varones dedican la mitad del tiempo (3horas y 40 minutos). Se trata de tareas que requieren tiempo y esfuerzo pero no tienen ninguna retribución monetaria, aunque representan un gran aporte a la economía. Además, en el caso de aquellas familias con menores de seis años, el tiempo dedicado por parte de las mujeres se incrementa a 9,3 horas diarias.
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“La distribución asimétrica de tareas de cuidado tiene un impacto a lo largo del ciclo vital de las mujeres: disponen menos tiempo para estudiar y trabajar por un salario. Esto redunda en menos ingresos, en mayores obstáculos para desarrollarse en su carrera, en sus probabilidades de ser pobres o dificultad para salir de la pobreza, y de acceder a una jubilación”, explicó el documento Políticas para la Igualdad. En números, las mujeres tienen un índice de informalidad 5 puntos por arriba de los varones por trabajar en ramas generalmente más precarizadas, y 4 de cada 10 mujeres trabajan en actividades vinculadas con los cuidados como trabajo doméstico, enseñanza, servicios sociales y de salud. Esta desigualdad histórica se observa en el acceso a la jubilación, solo el 12% de las mujeres en edad jubilatoria (entre 55 y 59 años) cuenta con más de 20 años de aportes, según datos oficiales.
En este contexto global, desde la OIT indicaron que a los países que aquellos que invierten en políticas de cuidados alcanzan tasas de empleo femeninas mayores al 70%, y con resultados positivos para toda la economía.
Trabajos de cuidados
Es posible identificar por un lado aquel trabajo no remunerado que se realiza sobre todo en los hogares, y por otro, el trabajo de cuidado remunerado en un espacio laboral.
En la Argentina hay más de 10 millones de mujeres que hacen trabajo no remunerado, según información del Sindicato de Amas de Casa (Sacra) que brega por el reconocimiento de este trabajo definido como socialmente necesario y económicamente productivo, algo que no es nuevo pero cuyo debate cobró fuerza con la luchas feministas recientes. Así se reclama por derecho a un salario, a jubilación, a obra social y a agremiarse. “Aquella asignación podría ser inicialmente la mitad del salario medio nacional y así la mujer ama de casa, señora del hogar, tendría un ingreso propio ajeno a la voluntad del hombre. Luego podrían añadirse a ese sueldo básico los aumentos por cada hijo, mejoras en caso de viudez, pérdida por ingreso a las filas del trabajo, en una palabra todas las modalidades que se consideren útiles a fin de que no se desvirtúen los propósitos iniciales (...)”, escribía Evita en su tiempo.
La creación de un ingreso familiar básico que pueda ser percibido por la ama de casa y que le permita tener cobertura de la seguridad social, es uno de los planteos centrales de las amas de casa organizadas. Un avance es el Programa Integral de Reconocimiento por Períodos de Aportes por tareas de cuidado, que computa un año de trabajo por hija o hijo, y dos años por hija o hijo adoptada o adoptado destinado a mujeres con hijas y/o hijos, en edad de jubilarse, que no cuenten con los años de aportes necesarios.
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Por su lado, datos oficiales mostraron que la principal ocupación de las mujeres en el país es el servicio doméstico remunerado ya que representa el 16,5% del total de empleo de las mujeres ocupadas y el 21,5% de las asalariadas. Asimismo, aunque existe una ley (N°26.844) que regula el trabajo en casas particulares y fija el salario de este sector mensuales, la mayor parte de estas trabajadoras no accede a sus derechos básicos. Según sindicatos del sector, cerca del 75% de las trabajadoras no son registradas. En ese sentido, el programa nacional Registradas apunta a la formalización y permanencia en el empleo de las trabajadoras de casas particulares, por el que el Estado nacional paga una parte del sueldo de la trabajadora, a cuenta del pago que realiza la parte empleadora.
Cuidar en Igualdad
El Congreso nacional comenzó a debatir en mayo pasado el proyecto de Ley Cuidar en Igualdad, presentado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. El eje central es la creación de un Sistema Integral de Políticas de Cuidados de Argentina, con una serie de iniciativas vinculadas al reconocimiento de estas tareas y a garantizar el derecho a cuidar y ser cuidados.
Entre dichas iniciativas avanza en principio la extensión de las licencias parentales, para atender las brechas de género existentes, garantizar el derecho a todas las partes involucradas a cuidar y fomentar la corresponsabilidad familiar. La actual licencia por paternidad, según la Ley de Contrato de Trabajo, es de solo 2 días para quienes paternan y podría ampliarse a 45 días, en tanto que las personas gestantes tendrían un aumento de licencias de 90 a 126 días, de forma progresiva. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) el impacto fiscal sería solo del 0,045% para 2023.
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“En este tiempo realmente se hizo un montón. Avanzamos con este proyecto de ley que reconoce y redistribuye el cuidado, con el proyecto de ley Cuidar en Igualdad que amplía las licencias y que se está debatiendo actualmente, también con el artículo 179 para guarderías en espacios de trabajo, el programa de infraestructura de cuidado, el reconocimiento previsional, el índice de Crianza, sin dudas el Estado Nacional hizo un montón de cosas para avanzar en los cuidados”, consideró Lucía Cirmi, Subsecretaria de Políticas de Igualdad y autora del libro Economía para sostener la vida. Para cerrar agregó “falta todavía bastante más, pero para lo que falta hay que poner más perspectiva feminista y más cabeza de cuidados y de género a la política social y a la política económica”.