El alto costo de reducir la inflación en Venezuela

¿Qué hay detrás de la salida de la hiperinflación que consiguió Maduro? Una contracción brutal del PBI, una dolarización de la economía y un fuerte ajuste del gasto público, el consumo y los salarios.

21 de marzo, 2022 | 00.05

En las últimas semanas buena parte del arco opositor y economistas de sesgo neoliberal en el país pasaron de utilizar a Venezuela como el peor de los estadios posibles a los que se dirigiría la Argentina a tomarlo como un modelo de "guerra ganada" a la inflación. La economía venezolana, luego de cuatro años de hiperinflación y dos reconversiones monetarias, logró ubicarse por debajo del umbral de "hiper" e incluso evidenciar subas de precios menores a los que muestra hoy la Argentina. Pero lo hizo a un costo muy alto. 

Los elogios que recibe Venezuela del establishment económico no son solo por los resultados sino principalmente por la política extremadamente contractiva que aplicó para alcanzarlos. Estas medidas de ajuste se pretenden para la Argentina, aunque eso haya generado en Venezuela la pauperización del poder de compra del ingreso de los hogares, un desplome del Producto Bruto Interno y haya profundizado la emigración de alrededor de seis millones de habitantes.

"El gobierno reconoció en los hechos que su politica de control de la economia habia fracasado y ahora se fueron al otro extremo: neoliberalismo extremo. No hay control de precios, no se pagan impuestos por exportaciones, hay una burbuja de importaciones masivas aún con productos que se producen en el país y el dolar pasó de una situación en la que era ilegal a otra en la que es la única referencia. En paralelo, al gobierno le están entrando más dólares: una pequeña recuperación del petroleo, remesas de los millones de venezolanos que se fueron y la exportación de oro. Entre eso y la venta de reservas, mantiene estable la relación del bolívar con el dolar, incluso hasta ha bajado un poco", explicó a El Destape el sociólogo Edgardo Lander, profesor emérito de Ciencias Sociales en la Universidad Central de Venezuela en Caracas, uno de los intelectuales venezolanos elegidos por el fallecido presidente Hugo Chávez para negociar el No al ALCA y un referente de una plataforma ciudadana que hace años busca plantear una oposición no alineada con Estados Unidos. 

El preludio de la hiper

El masivo éxodo de venezolanos comenzó en 2015 y tres años después, cuando los emigrados que recorrían la región en avión, colectivo y a pie ya superaban los tres millones, la ONU incluyó a Venezuela entre los países con crisis humanitarias que requerían ayuda urgente. El gobierno de Nicolás Maduro rechazó esta calificación y luego, en 2019, cuando llegaron las sanciones asfixiantes de Estados Unidos contra las empresas estatales y el sistema financiero contra el país sudamericano, comenzaron a culpar al "bloqueo estadounidense", equiparándolo con el que sufre Cuba desde hace más de medio siglo. Lo cierto es que aunque las sanciones decretadas por Donald Trump no fueron la causa de la crisis económica, sí la profundizaron hasta niveles inéditos para el país.

Fue el momento de los supermercados vacíos, de los fajos de dinero gigantes que valían tan poco que los tiraban en las calles como señal de protesta, de las denuncias de acopiamiento y los allanamientos que desnudaban almacenes llenos de productos, que los empresarios se negaban a vender por unos precios controlados que, según argumentaban, no les permitían obtener ganancias o garantizar nuevas importaciones.

El gobierno de Maduro intentó controlar la situación con las cajas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) que repartían alimentos básicos importados por el Estado a países amigos que permitían sortear las sanciones, constantes aumentos del salario mínimo y una política de intervención cada vez mayor de la economía. Sin embargo, no logró frenar el desabastecimiento, el deterioro del Estado y de los servicios públicos a su cargo -salud, educación, transporte, teléfonos fijos-, el derrumbe de la producción petrolera, fuente principal de divisas, y la hiperinflación.

Maduro tampoco pudo frenar otro efecto de esta crisis económica, la pérdida de apoyo de los sectores más vulnerables, la columna vertebral de la base electoral del chavismo desde su origen. "Desde hace cinco o seis años, vemos un descenso sostenido de la base electoral del chavismo. En las elecciones de gobernadores del año pasado, el conjunto de los candidatos de oposición sacaron bastante más votos que los que sacaron los del oficialismo. Pero el gobierno mantuvo la mayoría de las gobernaciones porque estamos frente a una oposición dividida, que dice tener como prioridad derrotar al chavismo, pero luego cada fuerza presenta a su propio candidato y no llegan a acuerdos", destacó Lander. 

La estrategia venezolana 

Venezuela logró salir del ciclo de hiperinflación en el que se encontraba desde 2017. La inflación fue del 9585 por ciento en 2019 y del 2294 por ciento en los primeros cinco meses de 2020. Para tratar de reducir el impacto inflacionario de las expansiones monetarias, el Banco Central de Venezuela incrementó el encaje legal requerido (parte de los depósitos inmovilizados en la autoridad monetaria) y retrajo las tasas de crecimiento de los agregados monetarios (circulante y cuentas a la vista) en 2019 y en los primeros meses de 2020. Sin embargo, y como parte del plan para atenuar los efectos de la pandemia, desde marzo de 2020 esta política se flexibilizó y el ritmo de emisión se aceleró ese año. 

Según el Banco Central de Venezuela, el Índice Nacional de Precios al Consumidor cumplió doce meses con una variación mensual por debajo del 50 por ciento, considerado por analistas como el umbral de la hiperinflación, al tiempo que acumula cuatro meses consecutivos con una variación mensual de un solo dígito. Según la autoridad monetaria bolivariana, el año pasado cerró con una inflación anual de 686,4 por ciento. No es todo una buena noticia. 

El interrogante es cómo se logró ese resultado y cuáles fueron de todas las medidas las que surtieron efecto. "El proceso de desaceleración de la inflación ocurre por la estabilidad que ha mantenido el precio del dólar, debido a las recurrentes intervenciones que ha realizado el Banco Central de Venezuela quemando las reservas internacionales para mantener sin oscilaciones significativas el tipo de cambio", señaló a este medio Martín Epstein, politólogo y analista económico del CEPA (Centro de Economía Política Argentina). 

"Hubo una contracción económica muy fuerte, de 88,6 por ciento del PIB desde noviembre 2014 hasta agosto del 2020, y un repunte 10 puntos porcentuales tomando desde noviembre 2020 hasta diciembre 2021. A comienzos de marzo el sueldo base de los trabajadores es equivalente a 29 dólares. No había revisión hacía un año", detalló el Epstein. Como referencia, el valor de la canasta alimentaria en febrero de 2022 alcanzó a los 365 dólares; es decir, el salario mínimo no llega a cubrir ni el 10 por ciento de la ingesta alimentaria necesaria. 

De acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las revisiones frecuentes del salario mínimo no permitieron compensar el crecimiento de los precios, por lo que dicho salario se contrajo un 37,4 por ciento en términos reales entre diciembre de 2018 y diciembre de 2019, y un 30 por ciento en los primeros seis meses de 2020 respecto al cierre de 2019.

"El proceso de dolarización de la economía y la fuerte restricción y recesión parecen ser determinantes para la desaceleración inflacionaria", señaló Epstein, aunque eso haya incrementado las desigualdades sociales entre quienes reciben ingresos en moneda doméstica respecto de quienes lo hacen en divisas. El 99 por ciento de los precios está dolarizado y sólo el 49 por ciento de los pagos en los principales centros urbanos se hace en bolívares. Bodegones, supermercados y tiendas de ropa marcan ahora sus precios en dólares. 

La imagen hoy es  diferente a la de hace solo unos años. En Caracas, se vuelven a ver las góndolas llenas, las autopistas llenas de autos, muchos de ellos importados nuevos, y los restaurantes, especialmente en las zonas más pudientes, llenos. "Ahora los comerciantes venden porque tienen la capacidad de hacerlo en dólares y comprar con sus dólares, sin pedir permiso al gobierno", explicó Lander. Pero esa imagen de recuperación es parcial, según el sociólogo. "La escasez ahora es de otro tipo. Ya no es la de un Estado que intenta controlar las cosas y el empresariado decide no vender; ahora es de tipo capitalista. Antes todos sentían la escacez, ahora la siente el que no tiene con qué pagar", aseguró.

"La crisis humanitaria ha sido semicompensada por las remesas de seis millones y medio de migrantes. En muchas familias los padres se fueron y dejaron a los hijos con los abuelos, o se fue el padre solo…es una migración en la que la relación con los que se quedan acá es muy fluida. Es un colchon que ha permitido la sobrevivencia de mucha gente", agregó el sociológo. 

El ajuste del déficit fue en sintonía con la caída de la actividad. Para 2017, el déficit público superaba el 20 por ciento del Producto, el más alto de América Latina, y las estimaciones privadas lo ubican actualmente en torno al 7 por ciento. Otras medidas aplicadas para profundizar el ajuste fue eliminar el subsidio a la gasolina, flexibilizar el control de precios y abrir el mercado cambiario, que estuvo sujeto a un férreo control estatal por más de 16 años.

"La contracción fuerte de la economía tuvo incidencia en la espiral hiperinflacionaria, pero atenúa el proceso inflacionario al llegar a una reducción tan significativa de la economía venezolana", agregó el analista del CEPA. En resumen, pareciera que la lógica que intenta imponerse en Venezuela y que algunos analistas pretenden se copie en la Argentina, es llevar a cabo una contracción brutal del PBI, dolarizar la economía, ajustar fuertemente el gasto público, el consumo y los salarios; y así, bajar la inflación. 

Pero aún a este alto costo, la inflación no es un problema del pasado en Venezuela. 

Por un lado, depende de su capacidad de seguir controlando el precio del dolar a fuerza de vender reservas -limitadas por las sanciones de Estados Unidos y Europa-, ampliar su capacidad de producción petrolera -también limitada por las sanciones, el deterioro de su infraestructura y su masivo endeudamiento con China, con el que mantiene un acuerdo de crudo por deuda- y de un caudal de remesas, que sin dudas se verá afectado por las crisis que atraviesan las economías de los países de la región. Por eso, hace tiempo que el gobierno de Maduro hace gestos políticos concretos y claros para volver a insertarse en la comunidad internacional -la liderada por Estados Unidos- y volverse atractivo para recibir inversiones extranjeras.

Y por otro lado, para Lander, el efecto de la guerra en Ucrania también se sentirá fuerte en Venezuela. "En la energia, el petroleo y la nafta no tanto porque están altamente subsidiados. Pero en alimentos habrá un impacto porque aún existe un altisimo componente importado en ese rubro. Nuestro país no produce trigo, importa el 100% de su harina y ya no es autosuficiente en leche, cafe y azucar", sostuvo.