Las “leyes laborales desastrosamente débiles” y “una feroz oposición corporativa a la organización de los trabajadores” viene frenando el proceso de sindicalización de los trabajadores estadounidenses, pese a que el 70% del público en general y casi el 90% de los trabajadores jóvenes aprueban los sindicatos, una cifra que no se veía desde mediados de los años 60 en ese país.
Investigaciones del Instituto de Políticas Económicas (EPI, por su sigla en inglés) revelaron las prácticas a veces ilegales de las grandes empresas para bloquear la sindicalización de los trabajadores y cómo, cuando los trabajadores logran quebrarlas, obtienen mejores condiciones de trabajo y de ingresos.
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En la desigual relación de fuerza entre el capital de las grandes multinacionales y sus empleados, surge el Estado como el único moderador y su rol es determinante a favor de unos y otros según la orientación política de los partidos que ejercen la administración del Gobierno.
También juega un rol determinante la Justicia, donde los jueces federales conservadores probablemente se inclinan a favor de las empresas. En cambio, administraciones como la pasada de Joe Biden brindaron apoyo a la organización sindical y nombraron fuertes defensores de los trabajadores en agencias críticas como la NLRB (La Junta Nacional de Relaciones del Trabajo, una agencia federal independiente que protege los derechos de los empleados en el sector privado).
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Mientras tanto, dos de los megamillonarios que apoyaron la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, Jeff Bezos y Elon Musk, llevan adelante demandas ante la justicia para que se considere inconstitucional la actividad de la NLRB).
“En los últimos años, el deseo de organizarse ha sido especialmente evidente entre los trabajadores jóvenes, que ingresaron al mercado laboral después de la Gran Recesión y experimentaron condiciones de empleo precarias”, sostuvo el informe de John Logan en el que analiza “cómo Amazon, Starbucks y Trader Joe's aplastaron las dinámicas campañas de organización de los trabajadores de base”.
En otro trabajo, Margaret Poydock, Celine McNicholas, Jennifer Sherer y Heidi Shierholz sostienen que “las investigaciones muestran que 60 millones de trabajadores se afiliarían a un sindicato si pudieran hacerlo”.
“La desconexión entre el creciente interés en la sindicalización y la disminución de las tasas de sindicalización se puede explicar por el hecho de que existen fuerzas poderosas que bloquean la voluntad de los trabajadores: la oposición agresiva de los empleadores combinada con una legislación laboral tan débil que no protege verdaderamente el derecho de los trabajadores a organizarse”, afirmaron.
La estrategia de empresas contra sindicatos
El informe de Logan se centra en la lucha contra los sindicatos en las empresas y examina las tácticas, tanto legales como ilegales, que las empresas emplean rutinariamente para frustrar los esfuerzos de organización de los trabajadores y resistirse a alcanzar un primer contrato.
Los trabajadores de Starbucks, Amazon y Trader Joe's se toparon “con corporaciones multimillonarias que están dispuestas a hacer todo lo que sea necesario, legal o ilegal, para aplastar sus campañas de organización”, como:
- Despido o represalias contra de activistas y simpatizantes sindicales.
- Amenazar o cerrar instalaciones sindicalizadas.
- Proporcionar aumentos salariales y mejoras de beneficios a los trabajadores no sindicalizados.
- Prometer recompensas a los trabajadores si se oponen a la sindicalización.
También aplican otras tácticas antisindicales como:
- Gastar millones de dólares en sofisticados y poderosos bufetes de abogados y consultores antisindicales externos e internos.
- Despedir a la línea gerencial no comprometida con las campañas corporativas antisindicales.
- Tácticas cada vez más sofisticadas, que incluyen análisis de datos, encuestas de datos de empleados, vigilancia encubierta y “mapas de calor” antisindicales.
“En conjunto, estas feroces campañas antisindicales muestran por qué es monumentalmente difícil para los trabajadores en los EE. UU. formar nuevos sindicatos y negociar sus primeros contratos, especialmente cuando se enfrentan a corporaciones poderosas que violan la ley”, concluye.
El informe considera que “no hay ningún misterio en cuanto a por qué corporaciones como Amazon, Starbucks y Trader Joe's violan la NLRA (la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo es una agencia federal independiente que protege los derechos de los empleados en el sector privado) con tanta regularidad: el crimen paga grandes dividendos, ya que produce el efecto disuasorio deseado en la organización de los trabajadores y las corporaciones consideran que las sanciones insignificantes de la ley son un precio insignificante a pagar para evitar la sindicalización mediante el miedo y la perturbación”.
Una de las prácticas más usuales es dilatar la aplicación de las decisiones desfavorables, “sabiendo que las largas demoras perturbarán la organización y que los jueces federales conservadores probablemente les concederán una audiencia comprensiva”.
Según el trabajo de Poydock, McNicholas, Sherer y Shierholz, 16 millones de trabajadores en Estados Unidos estaban representados el año pasado por un sindicato. Representaba el 11,1% (más de uno de cada diez) de todos los trabajadores asalariados. Sin embargo, esos 16 millones representaban una caída de 170.000 respecto de 2023, y la tasa de sindicalización del 11,1% era ligeramente inferior al 11,2%.
“Las cifras generales de sindicalización ocultan grandes diferencias en la sindicalización por sector. Por ejemplo, la sindicalización es mucho mayor en el sector público que en el privado. En 2024, el 35,7% de los trabajadores del sector público estaban cubiertos por un contrato sindical, en comparación con el 6,7% de los trabajadores del sector privado”, revelaron.
“Los datos de la encuesta de 2017 muestran que casi la mitad de los trabajadores no sindicalizados (48%) votarían a favor de sindicalizar sus lugares de trabajo si pudieran. La cifra de 2017 es sustancialmente superior a la de décadas anteriores. En 1977 y 1995, solo alrededor de un tercio (32%–33%) de los trabajadores no sindicalizados y no directivos dijeron que votarían a favor de sindicalizarse si pudieran”, advirtieron.