En la última campaña legislativa, Cambiemos promovió las cervecerías artesanales como solución al creciente desempleo generado por su propio gobierno. Sin embargo, la recesión del macrismo derrumbó sus ventas 15% desde 2017, lo que las obligó a endeudarse para sobrevivir. Las empresas encaraban una mejora este inicio de año, pero la pandemia volvió a golpearles.
"Lo que nosotros buscamos es que la gente deje de buscar empleo y lo genere. Por ejemplo, ahora en La Matanza y en otros lugares del Conurbano, los emprendimientos de las las cervecerías artesanales están creciendo muchísimo", había lanzado Esteban Bullrich, entonces candidato a la banca que consiguió para el Senado.
Pero su preocupación por el sector se limitó a sus charlas de campaña, porque las ventas del sector sufrieron una merma del casi el 15% de 2017 a 2019, indican los números de la propia Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina. Durante ese mismo período cerraron 600 bares y restaurantes vinculados a la actividad.
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Detrás, el principal factor que ponderó fue la recesión y la caída en la capacidad de compra por la inflación que generó la administración de Mauricio Macri, que le ganó a casi todas las paritarias. Pero al mismo tiempo les subieron los costos fijos más del 40%, entre el dólar (por insumir materias primas exportables) y los servicios, además de los sueldos.
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"Con la caída del poder adquisitivo del mercado interno, no pudimos trasladar a los precios todos los aumentos, por lo que muestra rentabilidad llegó a límites muy bajos", explicó a El Destape el presidente de la patronal empresaria, Juan Manuel González Insfrán.
"Este 2020 era el año para recuperar rentabilidad. Apoyándonos en la ley de góndolas, se comenzó a invertir en herramientas y sistemas, incluso empresas se montaron desde cero con esta visión", detalló. Allí se encontraron con los monopolios de Rigolleau y Ball para adquirir las latas y las botellas de vidrio para la venta directa al consumidor.
El mayor impacto en esta nueva etapa apareció, lógicamente, de mano de la pandemia, que derrumbó sus ventas en un 95%. "Para graficar cómo nos afectó, un buen local gastronómico que era muy concurrido compraba por semana alrededor de 30 a 40 barriles que mantenía en sus cámaras de frío; vamos por los dos meses de la cuarentena y aún no rotaron la totalidad de esa entrega. Ni siquiera llegamos a dejarles 6 barriles nuevos", comentó.
La cámara no pide la apertura de puertas de sus locales, como otros empresarios que presionan al Gobierno en ese sentido irresponsablemente. Por el contrario, intentan sumarse a los créditos, subsidios y bajas impositivas que promueve el Ejecutivo.
"La rentabilidad del sector es muy baja y el margen de rentabilidad también, pero amamos hacer esto", dijo Harry Salvarrey, uno de los dueños del bar Desarmadero. "Fueron años muy difíciles entre 2017 y 2019. Ya veníamos muy golpeados por eso y la pandemia nos dejó por el piso", analizó.