La crisis más trágica de la historia reciente de Argentina cumple dos décadas. El 19 y 20 de diciembre de 2001 fueron el comienzo del final del modelo económico de los 90, que estaba condenado al fracaso. Las consecuencias que dejó esa ruptura en la política del país se mantuvieron vigentes años después y algunas se hacen presente hasta el día de hoy.
Fernando De la Rúa asumió en 1999 con el compromiso de mantener el rumbo económico macro, de neto tinte neoliberal. La omnipresencia del FMI debido dictó la política argentina por décadas como un tutor que insistió con un modelo que sólo podía terminar de una forma. Todo esto amplificado por la dictadura cívico-militar del 76, que endeudó al país a niveles antes impensados.
Al cumplirse casi dos años del nuevo milenio se dio un corte en la historia que dejó secuelas por hasta dos décadas. En lo inmediato, el PBI cayó más del 10%, el desempleo rozó el 20% y la devaluación fue del 400% en pocas semanas.
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La previa comenzó a desencadenarse el 1 de diciembre, con un decreto de De la Rúa que impidió a los argentinos retirar más de 250 pesos por semana de sus cuentas, que equivalían al mismo monto en dólares. El “corralito” desencadenó que clientes se concentraran frente a los bancos para retirar su dinero.
Cuatro días después, el FMI canceló un crédito previsto de 1.200 millones de dólares. Producto del agotamiento de la convertibilidad del menemismo, la situación económica se tornó en dramática. En las siguientes semanas, los cacerolazos contra el Presidente y su ministro Cavallo fueron in crescendo. Saqueos a supermercados en todo el país y los bancos se convierten en el objetivo de reclamos de miles de ahorristas que reclaman la devolución de su dinero.
El estado de sitio no tardó en llegar. Lo declaró De la Rúa el 19 de diciembre para acallar las masivas manifestaciones. En las violentas represiones las fuerzas de seguridad asesinan a cuatro personas. Ese día cerró con la salida de Cavallo como titular de Economía.
El decreto fue respondido el 20 con más movilizaciones y tampoco cesaron los cacerolazos a bancos ni los saqueos. En dos días la represión policial se saldó con 36 muertos. De la Rúa presentó su renuncia y abandonó la Casa Rosada en helicóptero.
El presidente provisional del Senado, Ramón Puerta, cumplió con la ley de acefalía y asumió el Poder Ejecutivo al día siguiente. Convocó a una Asamblea Legislativa para elegir a un sucesor.
Allí, el 23, se designó presidente interino al gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá. En su primer mensaje al país, anunció la suspensión de pagos de la deuda externa y prometió que no habría devaluación.
Se suceden las protestas contra la crisis económica, con el “que se vayan todos” como lema principal. Rodríguez Saá perdió el apoyo político del peronismo y renunció el 30 de diciembre, un día después de que los ministros presenten su dimisión tras una violenta manifestación frente al Congreso.
La última jornada del año renunció Puerta a la titularidad del Senado y ocupó la Casa Rosada su par en Diputados, Eduardo Camaño, quien encomendó a la Asamblea Legislativa la elección de un nuevo presidente interino.
Así fue cómo el 1 de enero de 2002, Eduardo Duhalde juró como Presidente, pese a haber sido derrotado por De la Rúa en las elecciones de 1999. Cinco días después derogó por decreto una de las causas por las que se desencadenó la mega crisis: la ley de convertibilidad. Devaluó el peso, lo que empezó con un 40%, pero en pocas semanas la moneda escaló al 400% de su cotización. Estuvo en el poder hasta el 25 de mayo de 2003, cuando traspasó el mando a Néstor Kirchner, elegido sólo con el 23% de los votos al renunciar Carlos Menem a presentarse a la segunda vuelta.
El período de default con el mundo y el cambio rotundo del modelo económico le permitió a la economía recuperarse con distribución de riqueza y acumulación de divisas. El pago de Kirchner en su totalidad al Fondo, así como las reestructuraciones de la deuda en 2005 y 2010 fueron tres momentos que consolidados intentaron dejar atrás la página de la mega crisis. Fondos buitre con Paul Singer a la cabeza aparecieron después para comprar bonos no canjeados y pusieron al mercado financiero en jaque.
Pero ni siquiera resolver este eslabón suelto fue suficiente, dado que Mauricio Macri en 2018 volvió a comenzar el ciclo de dependencia, con un aporte de campaña del Fondo que implicó endeudar al país con un el mayor préstamo en la historia. Como los US$ 45.000 millones se esfumaron en una fuga de capitales inédita, el empresario impuso un cepo cambiario meses antes para terminar su mandato sin terminar de vaciar las reservas del Banco Central.
Después de que Alberto Fernández saque del default a la deuda en pesos y vuelva a reestructurar los títulos públicos en moneda extranjera, se encuentra nuevamente en negociaciones con el FMI, que intentan ser bloqueadas por el macrismo en el Congreso. Veinte años después de la mayor crisis en su historia, la derecha Argentina reincide con un escenario de dependencia económica complejo de solucionar.