A 55 años de la epopeya de Old Trafford

15 de octubre, 2023 | 12.37

(Por Walter Vargas).- Mañana, rigurosamente mañana, se cumplirán 55 años de la hazaña consumada por Estudiantes de La Plata en una lluviosa noche de Old Trafford, hoy “El Teatro de los Sueños”, cuando un ignoto equipo del Cono Sur dio la vuelta olímpica en la cara del Manchester United, máxima expresión de los inventores del fútbol que, por si fuera poco, eran vigentes campeones del mundo a nivel de selecciones nacionales.

“¡Animals, animals, animals!”, era la hiriente sonata de los más radicalizados y xenófobos hinchas del Manchester United cuando quince futbolistas de camiseta blanca con dos rayas rojas verticales, más el arquero Alberto Poletti de buzo negro, corrían como poseídos por la mojada gramilla y los relatores de las radios argentinas (José María Muñoz, Fioravanti y otros), resistían insultos, manotazos y hasta algún paraguazo en los puestos de trabajo improvisados en una platea.

No era cosa sencilla sacar pecho por aquellos lares y encima tener el tupé de quedarse con una Copa Intercontinental, cuyo amplio favorito, incluso para la cátedra argentina, era el Manchester United que venía de coronar en Europa frente al legendario Benfica de “La Perla Negra” Eusebio, por entonces comparado con el mismísimo brasileño Pelé, O Rei Pelé.

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Jugaban en Manchester destacadas figuras como el arquero Alex Stepney, el lateral Tony Dunne, el volante de contención Pat Crerand y el caudillo Nobby Stiles, el villano que había destacado en el Mundial de 1966 y se ufanaba de ser el futbolista más temido del planeta.

(En Old Trafford no jugó Stiles, habida cuenta de la expulsión que había sufrido en el partido de ida de la Bombonera, el 25 de septiembre).

Pero además la máquina roja orientada por el sabio Matt Busby disponía de tres joyas que hoy mismo son consideradas la más elevada expresión nacidas en sus respectivos países: el inglés Bobby Charlton, el irlandés George Best y el escocés Dennis Law.

“Tranquilos, muchachos, en casa les ganamos cuatro a cero”, dice la leyenda que se le escuchó a Charlton cuando Manchester se había retirado de la Bombonera con una módica derrota de un gol que había convertido Marcos Conigliaro con un certero cabezazo.

Más de una vez Carlos Bilardo y su amigo Carlos Pachamé narraron que intercambiaron la misma conclusión cuando veían a los jugadores del Manchester marchar a los vestuarios del estadio de la Ribera entre risas y vítores: “¿Estos de que se ríen?”.

A los siete minutos de la revancha jugada el 16 de octubre de 1968, el aceitado laboratorio pergeñado por el entrenador juninense Osvaldo Juan Zubeldía funcionó a la perfección: tiro libre ejecutado por Raúl Madero desde la izquierda, dos atacantes realizaron una maniobra de distracción y por detrás de ellos entró Juan Ramón Verón (“La Bruja” o “The Witch”, según el narrador de la BBC) para aplicar un frentazo inapelable.

Después fue cuestión de resistir un asedio constante, por arriba y por abajo, apuntalado por la seguridad y la pasmosa serenidad de Poletti, un arquero moderno para la época y a la vez poco reconocido a la hora de enumerar a los mejores de todos los tiempos en nuestro país.

No le sirvió de mucho al Manchester empatar merced a una atropellada de Willie Morgan en posición dudosa. Dos minutos después, el árbitro yugoslavo Konstantin Zecevic pitó el final y Estudiantes ya era el segundo equipo argentino ganador de la Copa Intercontinental, tal como el 4 de noviembre de 1967 lo había sido Racing de Avellaneda con el célebre zurdazo de Juan Carlos Cárdenas al Celtic de Glasgow.

Zubeldía se había hecho cargo del plantel albirrojo a comienzos del 65: menos de tres años después, Estudiantes se había convertido en el primer club denominado “chico” en coronar (Torneo Metropolitano 67), el primero en terminar invicto un torneo oficial (subcampeón en el Nacional 67) y en mayo del 68 se había quedado con la Copa Libertadores a expensas del Palmeiras de Brasil.

La histórica noche de Old Trafford, el Estudiantes del “Zorro” Zubeldía alistó a Alberto José Poletti, Oscar Miguel Malbernat (capitán), Ramón Alberto Aguirre Suárez, Raúl Horacio Madero, José Hugo Medina, Carlos Salvador Bilardo, Carlos Oscar Pachamé, Néstor Togneri, Felipe Ribaudo, Marcos Norberto Conigliaro y Juan Ramón Verón.

En el segundo tiempo entró Juan Miguel Echecopar, que esa noche celebraba sus 22 años. El banco de relevos lo completaron Gabriel Mario Flores, Hugo Spadaro, Rodolfo Fucceneco, Ernesto Alvarez y Luis Fernando Lavezzi.

Cincuenta y cinco años después, así lo recordó Conigliaro consultado por el cronista de Télam: “Las tres virtudes centrales de aquel Estudiantes fueron un técnico adelantado a todos, como Zubeldía; un preparador físico, Jorge Kistenmacher, excelente; y un presidente, Mariano Mangano, capaz y visionario. Después, mucho trabajo, mucho compromiso y una humildad que jamás perdimos”.

“Bambi” Flores también se prestó a una semblanza de evocación: “Básicamente, aquel Estudiantes era táctica y estrategia al servicio del juego. Estudiantes fue un equipo innovador, disruptivo y convencido de su potencial. Y algo poco mencionado es que tenía jugadores de gran calidad”.

Hechas las sumas y las restas, examinados contextos, poderíos y grados de dificultad, podría deducirse que mañana se cumplirán 55 años del logro más trascendente de un equipo argentino a nivel de clubes.

Con información de Télam